Política y Derechos Humanos
Politique et droits de la personne
Politics and Human Rights
Tlahui-Politic No. 1, I/1996 


LA MASACRE EN COYUCA DE BENÍTEZ. I/III 

Mario Rojas Alba

En Canadá, la mala noticia llegó con Salinas

Mientras el verano de 1995 inundaba las calles con el lujo del viento cálido y la ciudad se vestía de flores, en Montreal eran momentos en que la gente salía a tomar la cerveza en las terrazas al aire libre, sin embargo para la comunidad mexicana eran momentos de indignación, varios manifestábamos nuestra incomodidad por la presencia de Carlos Salinas de Gortari, a quien el gobierno canadiense le había otorgado una visa de turista por seis meses. Nos parecía injusto el doble trato para los visitantes: rigidez para con los pobres, apertura para el poderoso, no obstante que este último era responsable del fraude económico a la nación y de que había sido señalado como autor intelectual de múltiples asesinatos, torturas y desapariciones de opositores políticos.

 Como es de costumbre al inicio de un nuevo sexenio, Zedillo cortejaba a la opinión pública internacional simulando corregir los grandes problemas políticos y sociales heredados del régimen anterior. Zedillo aparentaba perseguir los presuntos delitos de algunos miembros de la familia de Salinas, por otra parte, en círculos no oficiales se comentaba que su gobierno lo protegía de manera discreta a través del apoyo de la embajadora de Ottawa y el cónsul de Montreal, ambos -se especulaba- habían recibido a Salinas durante su estancia en Canadá. De los EUA, Salinas llegaba a Canadá inquieto por las miradas amenazantes de las autoridades judiciales de ese país. Se comentaba también que Salinas tendría la protección de importantes miembros de la clase política canadiense y que abusaba de las condiciones legales del país de la hoja de maple, que permiten la entrada a los mexicanos sin necesidad de visa y limitan de manera importante las posibilidades de la deportación.

Las primeras informaciones sobre la masacre

En algunos círculos periodísticos, en los mismos que en otro momento se halagó la gestión de Salinas, se creía que gracias a Zedillo la situación de derechos humanos se mejoraba en México. Sin embargo, las primeras noticias sobre la masacre de Coyuca obligó a muchos a reconocer la triste continuidad de la violencia e impunidad con que se maneja el gobierno mexicano.

El 29 de junio, del mismo año, parecía un día como cualquier otro del verano montrealense, cuando la cineasta quebequense Mary Ellen Davis me habló para decirme que había escuchado por la radio que un nuevo hecho de violencia había ocurrido en México, el locutor había informado que según las fuentes gubernamentales, un grupo de campesinos había atacado a un puesto policiaco establecido en Coyuca de Benítez, Guerrero y que la policía había tenido que responder el ataque armado, con un saldo de 16 campesinos muertos y varios heridos. Las causas del atentado no fueron bien precisadas, me comentó la cineasta.

Posteriormente la radio informó que había sido la policía la que abrió fuego en contra un grupo de campesinos que se dirigían a una manifestación de protesta, al parecer, las víctimas eran miembros de una organización campesina regional y del PRD.

La noticia inquietaba a la comunidad mexicana y latinoamericana de Montreal, sin embargo, la información que se publicaba en la prensa canadiense no era suficiente como para dar una idea más o menos clara de lo que verdaderamente había ocurrido. En lo personal, en el mes de julio, la conferencia de Cuauhtémoc Cárdenas en Montreal, me permitió conocer el contexto nacional en que se habían dado los hechos de Coyuca. Gracias también al apoyo de varios amigos, pude coleccionar más de cuarenta notas periodística publicadas en México y Canadá. Con las fuentes bibliográficas y los testimonios recabados logré realizar la siguiente reconstrucción de hechos, siguiendo el más estricto apego a las fuentes aún en el planteamiento de hipótesis e interpretaciones.

Las montañas de la resistencia y de caciques

 No siempre el pueblo tiene el gobierno que merece, el mejor ejemplo del azar ciego del destino, de la injusticia del tiempo y de la historia, es sin duda la suerte de la gente de la Sierra del Sur, en el Estado de Guerrero. ¡Cuanto sacrificio!, ¡cuanta energía revolucionaria desplegada!, ¡cuanta generosidad que no pudo hacer germinar las semillas del progreso, de la justicia social y del bienestar de la comunidad!. El espíritu campesino de la Sierra sació, con su sangre, la voracidad furiosa de los campos de batalla de la guerra de independencia de 1810, junto a los millares de mártires anónimos que lucharon al lado de Morelos y de Guerrero y medio siglo después de todos aquellos que creyeron que la nación mexicana era posible cuando parecía una utopía frente a las ambiciones del imperialismo francés. En 1910 un nuevo sueño embriagó la esperanza de los serranos, el amor sublime a Tonantzin, la Madre Tierra, fuerza liberadora del zapatismo que no terminó con la muerte de su líder Emiliano Zapata, ni con el asesinato de sus continuadores, en un nuevo respiro de la tierra medio siglo más tarde, de Genaro Vázquez Rojas y Lucio Cabañas, los últimos guerreros de la dignidad de los pueblos de la costa y de la sierra.

No obstante de tener una historia de sacrificio en donde la realidad aventaja la épica literaria, la miseria que llegó con la colonización española ha querido quedarse tercamente para siempre en Coyuca de Benítez, en Atoyac de Alvarez, en Tecpan de Galeana, en Petatlán y demás poblaciones de la región de la Sierra del Sur y de la costa de Guerrero. El analfabetismo, la enfermedad, la desnutrición y el atraso social y económico son enormes, muchos han luchado pero pocos se han beneficiado, apenas un puñado de caciques aliados al partido en el poder. Los marginados de siempre, los campesinos sobreviven del cultivo del maíz y del café en sus tierra, o emigran a otras entidades o incluso a los Estados Unidos.

Desde siempre los caciques han controlado el poder político y las economía local, también manejan a su antojo el poder judicial y las policías. Los caciques guerrerenses mandan matar, asesinar, encarcelar y torturar con absoluta impunidad. Uno de los jefes del caciquismo guerrense fue el poderoso empresario camionero y ex gobernador Rubén Figueroa Figueroa, su fallecimiento natural dejo en el pueblo toda una estela de muertes, de torturas, y de desapariciones, particularmente numerosa entre quienes participaron en la guerrilla de Vázquez Rojas y de Cabañas.

Con la esperanza de obtener mejores condiciones de vida, en 1988, la gente de la sierra se manifestó en favor de Cuauhtémoc Cárdenas. Entonces los caciques se veían desesperados, les faltaba un relevo duro y fuerte, ese no podría ser otro que el hijo de Figueroa Figueroa, tal como se acostumbra en la tradición de las dinastías caciquiles, o como dice la gente: "hijo de tigre, pintito". Apoyados por el PRI, los caciques lograron que Rubén Figueroa Alcocer fuera electo (?) como diputado federal a la LIV Legislatura. Años más tarde, en otro proceso electoral obscuro, Figueroa Alcocer fue finalmente electo gobernador del Estado de Guerrero.

Durante el sexenio salinista los campesinos de la sierra mantuvieron una resistencia política constante contra el gobierno "usurpador" de Salinas. Agrupados en el PRD entregaron una nueva cuota de sangre en las luchas electorales de la región. Los errores de la dirección, y las frecuentes pugnas de poder entre los líderes del PRD guerrerense, así como la frustración y la represión, mermaron la unidad regional de los cardenistas. Con notables excepciones, las fuerzas y dirigentes fundadores del FDN-PRD se han retirado de la dirigencia guerrerense y pocos, muy pocos, ocupan hoy algún puesto de representación popular a nivel local o nacional.

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 Sin profundizar en las causas y razones del enfrentamiento interno, entre líderes y masas de las corrientes originales de la ACNR, del PMS, de Punto Crítico y de la CD, causaron un daño casi irreparable entre los militantes de la Sierra del Sur. La frescura unitaria en la base del FDN se transformó en la amargura intestina en el PRD, sobre todo como consecuencia de las viejas pugnas izquierdistas que introdujeron algunos dirigentes aliados de última hora al FDN.

En otro aspecto, el gobierno de Figueroa ha mantenido en el abandono a los campesinos de la sierra, los que viven segregados en sus propias comunidades e insatisfechos por las promesas sin cumplir de los partidos políticos y sobre todo temerosos de las frecuentes incursiones policiacas y militares en las montañas de la región. Al momento de la insurrección del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), en enero de 1994, se removieron las insatisfacciones sociales de la Sierra del Sur. Las masas campesinas simpatizaron entonces con la idea de organizar un nuevo movimiento de carácter social, después de dudas y tentaciones armadas, decidieron desarrollar una lucha pacífica con cierta tendencia de autodefensa.

Después de varias reuniones y aprovechando la experiencia de organización adquirida en las filas del PRD, el 14 de enero de 1994, los campesinos lograron elaborar los "Principios y Programa'' de una nueva formación independiente: la Organización Campesina de la Sierra del Sur (OCSS), con la que iniciaron de inmediato su lucha contra la pobreza y la marginación. Por el contrario, desde la capital, el gobernador Figueroa Alcocer los señaló como la naciente célula guerrillera "intransigente y radical'' [1].

 Una vez definido el programa de acción, se convocó a las comunidades de la sierra del sur a una reunión en Tepetixtla, el 19 y 20 de marzo de 1994, a la que llegaron unos 300 delegados de diversas comunidades, ahí se dio a conocer la existencia de la OCSS y se invitó a los campesinos de la región a unirse. El 10 de abril siguiente, la OCSS celebró el aniversario luctuoso de Emiliano Zapata con una marcha silenciosa desde la sierra hasta Acapulco. Mayor éxito tendría la marcha del 18 de mayo, en el municipio de Atoyac, donde unos 600 campesinos conmemoraron el aniversario del inicio de la guerrilla de Lucio Cabañas. La OCSS revivía los espíritus revolucionarios de la sierra, los fantasmas de los guerrilleros asesinados por el gobierno de su padre acrecentaban la paranoia de Rubén Figueroa Alcocer.

Mientras tanto, la OCSS crecía y diversas comunidades de la Costa Grande y de la sierra sur comenzaron a simpatizar y a sumarse a este grupo que los invitaba a organizarse, sin mediación partidaria, tal como lo explicó un joven campesino:

"Nosotros vimos que la gente como que estaba desahuciada de los partidos políticos y vieron en la OCSS una alternativa. Rubén Figueroa decía que nosotros engañábamos a la gente, sembrando una ideología. Nosotros les decíamos que debemos luchar por lo que es nuestro. Lo que Figueroa no decía era que cada vez estamos más pobres y ellos más ricos; y nosotros les decíamos que ellos son la principal causa de nuestra pobreza'' [2].

 La organización creció por la falta de apoyo al campo, por la represión y la tala indiscriminada de árboles. En junio de 1995, la OCSS tenía ya una presencia en los municipios de Coahuayutla, Tecpan de Galeana, La Unión, Petatlán, San Jerónimo, Atoyac, y mantener una política de alianzas con la Unidad Obrera Campesina Emiliano Zapata de la sierra; a la que apoyaron en su lucha por la liberación de cuatro de sus compañeros. Independientemente de las diferencias internas y de la radicalidad de la OCSS, los dirigentes se mantuvieron siempre dispuestos al diálogo y a la búsqueda de soluciones a los problemas de la región. Los campesinos participaron en varias reuniones con los funcionarios del gobierno, e incluso con el gobernador Rubén Figueroa, pero como de costumbre, el gobierno jugaba con doble cara.

La última reunión con el gobernador Figueroa se realizó en Tepetixtla, el 13 de mayo de 1995, el diálogo fue ríspido y se advertía desde entonces la tendencia gubernamental de destruir a la OCSS. En esa ocasión se le cuestionó la militarización de la sierra, en respuesta, el general Enrique Tomás Salgado Cordera, jefe de la novena región militar, aseguró que no había tal militarización y que sus muchachos estaban trabajando únicamente "pintando unas piedritas". En otro aspecto, los campesinos le exigieron al gobernador Rubén Figueroa el cumplimiento de las promesas de implementos para la siembra de maíz, así mismo le dijeron que su gobierno no cumplía con el pueblo al no responder a sus peticiones, entonces, uno de los líderes fundadores de la OCSS, Benigno Guzmán Martínez, se le encaró para decirle que si había necesidad de una revolución, con gusto la harían, porque estaban cansados de tantas injusticias, de tanta miseria y de tanta marginación [3].

El gobernador tenía la piel sensible, el 28 del mismo mes rompió definitivamente el diálogo, después de que el gobierno desapareció a Gilberto Romero Vázquez, integrante de la OCSS en Atoyac. Figueroa Alcocer dejo correr entonces las versiones de que la OCSS tenía una relación con el EZLN y con el PROCUP, y de manera exagerada afirmaba que la nueva guerrilla en la Sierra del Sur se preparaba a través de la OCSS.

En el mes de junio ocurrieron varios asesinatos relacionados con la lucha electoral y política en el país. La situación era particularmente aguda en Guerrero, donde se ha consolidado una coalición de caciques y de jefes policiacos. Figueroa Alcocer agravo el clima de violencia en Guerrero. La mayor parte de los crímenes políticos no se investigan ni se castigan, así mismo su gobierno desplegaba una actitud negligente frente a eventos como el de Cutzamala, sobre el que Figueroa Alcocer declaró que el asesinato del comisario municipal de Cuadrilla Nueva, del municipio de Cutzamala de Pinzón, se había debido "a motivos personales y no políticos'' [4]. El martes 27 de junio, en la comunidad de los Capires, de ese municipio de la región de la Tierra Caliente, colindante con Michoacán y el estado de México, Eustorgio Baza Antúnez fue asesinado de un tiro en la cabeza, la verdadera causa, eran los añejos problemas electorales de Cutzamala en los que otros cinco perredistas habían sido victimados, presuntamente por las órdenes del alcalde Ranferi Suárez Berrum [5].

También en junio, tres indígenas del PRD fueron asesinados en los poblados mixtecos del municipio de Tlacoachistlahuaca, ubicado entre las regiones de la Costa Chica y la Montaña. Un poco antes, el 26 de mayo, en su despacho ubicado apenas unas cuadras del Palacio de Gobierno de Chilpancingo, fue asesinado el ex dirigente universitario y prestigiado abogado Norberto Flores Baños, los presuntos homicidas son según la jerga policíaca: un agente judicial en activo, un retirado y una madrina.


Infiltración, provocación y espionaje contra la OCSS
Referencias, notas y siglas empleadas en los textos
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