Política y Derechos Humanos
Politique et droits de la personne
Politics and Human Rights
Tlahui-Politic No. 1, I/1996 


LA MASACRE EN COYUCA DE BENÍTEZ. II/III 

Mario Rojas Alba

Infiltración, provocación y espionaje contra la OCSS

 Una serie de hechos y testimonios, confirmados después por la lectura en retrospectiva del documento denominado "Actuaciones de la Organización Campesina de la Sierra del Sur (OCSS)" [6], pusieron al descubierto el comportamiento violentamente provocador de las autoridades de gobernación guerrerense. Desde el nacimiento de la OCSS, el secretario de Gobernación del Estado de Guerrero, Esteban Mendoza Ramos, seguramente obedeciendo las órdenes del gobernador Rubén Figueroa, destinó a un grupo de agentes para infiltrar, espiar y provocar a la naciente organización campesina. Como se hace en otros asuntos, los agentes de gobernación entregarían puntualmente sus informes, hasta acumular un grueso expediente escrito y fotográfico de todos y cada uno de los movimientos de la organización, así como de sus principales líderes.

Los agentes de gobernación reportaron que el 14 de enero de 1994 se había conformado la OCSS "por los hermanos Bartolo y Benigno Guzmán Martínez, Gabino Maldonado Luna y Joaquín Ramos Nieto con el objetivo principal de organizar mesas de trabajo para obtener créditos; sin embargo, éstos a la postre se distorsionaron (sic) por la radicalidad de sus dirigentes, enfocando sus lineamientos a pugnar por la vía de la violencia la solución a demandas de tipo político y social'' [7].

Poco después Gobernación estatal había detectado la presencia de la OCSS en Tepetixtla, en la cabecera municipal en Coyuca de Benítez, y en los municipios de San Jerónimo, Atoyac, Petatlán, Tecpan de Galeana, Zihuatanejo y Coahuayutla, en estas últimas, los reportes de Gobernación afirmaban que, con los mismos lineamientos de "intransigencia y radicalidad", se habían integrado otras organizaciones como células de la OCSS, tales como la Organización Campesina Vicente Guerrero, la Organización Campesina José María Izazaga y la Organización Campesina Benito Juárez.

Los agentes enlistaron, también a su manera, una serie de supuestas acciones ilegales realizadas por la OCSS, en su lucha contra la explotación de los recursos forestales regionales. El día 10 de mayo de 1994, en la comunidad de Comatalito, los agentes informaron que unos campesinos "armados con machetes, varillas y palos, destruyeron dos grúas, propiedad de la empresa maderera El Fuerte''; el 21 de abril "confiscaron dos camiones cargados de madera para evitar que la empresaria Isabel Calderón Félix continuara con la explotación de recursos forestales''; el 26 de abril, bloquearon Tepetixtla "en demanda de que se les otorgara el 50 por ciento de la madera en trozo por concepto de utilidades" [8].

En el expediente se registró así mismo que entre el 9 y 12 de enero, los miembros de la OCSS realizaron un plantón en la entrada del palacio municipal de Coyuca, para demandar la reinstalación de varios trabajadores, militantes del PAN y del PRD. El 2 de diciembre de 1994, en Atoyac, los agentes reportaron la supuesta agresión de que fue víctima uno de sus colegas, el delegado de Gobernación Gustavo Martínez Galeana, durante el mitin de conmemoración del aniversario luctuoso de Lucio Cabañas Barrientos [9]. Es evidente también que Gobernación atizó las diferencias, que desde un principio se manifestaron, entre los miembros de la naciente OCSS y la líder perredista y presidenta municipal de Atoyac, María de la Luz Núñez Ramos.

Los agentes de Gobernación estuvieron de alguna manera presentes, en las diferentes acciones de bloqueos de carreteras y plantones realizados por los campesinos con el objeto de liberar a sus compañeros secuestrados o encarcelados, o para demandar insumos agrícolas. Para pedir la liberación de tres militantes de su organización, entre el 16 y el 22 de junio de 1994, los campesinos bloquearon la carretera Acapulco-Zihuatanejo; del 9 al 27 de julio realizaron plantones frente al palacio municipal, ahora en protesta por la detención de J. Guadalupe Guzmán Martínez, secuestrado por agentes de la Policía Judicial del estado. El 11 de abril de 1994, los campesinos tomaron las instalaciones del palacio municipal de Coyuca, en demanda de la entrega de fertilizantes [10]. Nada quedaba sin registrarse, todo era reportado a Rubén Figueroa, en dondequiera los agentes y su jefe veían la voluntad delictuosa y guerrillera de los miembros de la OCSS.

Con ese cúmulo de información prejuiciada y sin análisis de fondo, Rubén Figueroa quería echar mano a sus pistolas, la forma clásica como los caciques resuelven los problemas con la gente que no sigue sus caprichos. Esa actitud empezó a tomar forma en la noche del martes 27 de junio, cuando el gobernador Figueroa Alcocer amenazo de manera abierta a los campesinos de la OCSS: "Buscan guerra y guerra encontrarán''.

De la amenaza se paso a los preparativos represivos. En la misma noche del martes, extrañados, los habitantes de Coyuca de Benítez comenzaron a ver que los trabajadores del ayuntamiento sacaban cosas de manera subrepticia; extraían máquinas y documentos como si fueran a mudarse o prepararan su salida. Al mismo tiempo, los responsables del hospital del municipio de Atoyac, gobernado por el PRD, recibían indicaciones especiales para preparar los servicios del miércoles 28, día en que los campesinos de la OCSS realizarían una manifestación en demanda de la aparición de su compañero Gilberto Romero [11]. Sin importar las dificultades de la lluvia nocturna del martes, la policía motorizada se movilizó en masa hacia Coyuca de Benítez, el rumor de que algo malo pasaría corría entre la gente de la región.

El festín del tigre

 Según los reportes de Gobernación, el gobernador tenía conocimiento que el mitin de protesta se realizaría el 28 de junio, que el mismo había sido planeado desde el 26 de junio, en una reunión en donde habían participado Benigno Guzmán Martínez, Hilario Mesino Acosta y Erasmo Robledo, conocía también que una parte de los campesinos se manifestaría en Coyuca, para exigir apoyos para el campo, fertilizantes, despensas, agroquímicos y láminas de cartón, el mismo día, otros irían Atoyac a realizar un mitin en el que exigirían la presentación con vida de su compañero desaparecido Gilberto Romero Vázquez.

En la madrugada del 28 de julio, unos doscientos miembros de la policía motorizada, especie de ejército paralelo a la orden del gobernador, se movilizó para apostar a sus hombres en posiciones de tiro, a nivel del estratégico kilómetro 12 del tramo Tepetixtla-Aguas Blancas, del municipio de Coyuca de Benítez. El uniforme negro de la motorizada, similar al del grupo Escorpio de Morelos, me hace recordar que ambos grupos gustan de las acciones obscuras al margen de la ley, que no son ni policía preventiva propiamente dicha, ni policía antimotines, son eso si, organismos paramilitares inconstitucionales de tortura, crimen, y desaparición, este al igual que otra cincuentena de grupos similares que hay en el país, son utilizados por el partido en el poder como instrumentos de control político por la vía de la violencia.

Regresando a Coyuca, la impresionante movilización policíaca de la motorizada seguía las órdenes del mayor Manuel Moreno, ex director de la Policía de Seguridad Pública en Chiapas, también con su propio historial negro e incluso enfrentaba ya una recomendación de la CNDH por su participación en la represión de los miembros del Consejo Guerrerense 500 años de Resistencia, el 14 de septiembre de 1994. En el operativo se encontraban también: el director general de la Policía Judicial estatal, Gustavo Olea Godoy y Rosendo Armijo de los Santos, subsecretario de Seguridad Pública y Protección y Vialidad.

El lugar para la emboscada fue profesionalmente seleccionado, sobre todo después de que los agentes de Gobernación, infiltrados entre los campesinos, habían reportado a sus superiores, que desde las seis de la mañana se habían comenzado a reunir algunos campesinos en Atoyaquillo, más tarde se informó que los integrantes de la OCSS habían salido de Tepetixtla, a eso de las 10 de la mañana, rumbo al mitin que iban a llevar a cabo en Atoyac de Alvarez [12].

Ciertamente, en las primeras horas del miércoles bajaron a Atoyaquilo varios hombres de la sierra, en ese lugar los militantes de la OCSS los esperaban para trasladarse a Coyuca y Atoyac, donde pensaban realizar una manifestación en demanda de la prometida ayuda estatal para el campo. Algunos de los campesinos nada tenían que ver con la manifestación de protesta, simplemente aprovechaban el viaje para transportar algunos costales de maíz que intentaban vender en Coyuca.

Antes de arrancar, el dirigente Marino Sánchez Flores vio que un desconocido abordaba el vehículo rojo, una de las dos camionetas de pasajeros en las que se transportaban los campesinos. Según Paulo Mayo, otro de los organizadores de la movilización, fueron dos hombres extraños los que se subieron a una de las camionetas. Otros campesinos vieron que los desconocidos traían sus armas escondidas entre sus ropas, pero no dijeron nada. En Paso Real la camioneta roja rebasó a la azul y en un momento en que se pararon los vehículos, los extraños aprovecharon para cambiarse a la camioneta azul y ahí continuaron.

Sobre los infiltrados, Pablo Mayo testimonió: "Eran blancos y vestían como cualquiera de nosotros. Pensé que eran miembros de la organización cuando se cambiaron de camioneta, pero nadie los conocía. Luego pensé que eran de algún pueblo y viajaban para vender o comprar algo en Coyuca, pero no traían cosas. Nadie los conoció.

"La gente que los vio dice que venían armados, y que cuando llegamos al vado de Aguas Blancas fueron los primeros que se bajaron cuando los policías nos gritaron que nos paráramos.

"Algunos compañeros vieron que estos hombres que traían fierro dispararon, pero no hacia los policías, sino hacia arriba. Ahora que tratamos de explicar lo que pasó, pensamos que es posible que estos hombres eran unos infiltrados y provocaron la balacera. No, no eran de nuestra organización'' [13].

 Después ya nadie los vio, no obstante, las versiones oficiales, aseguraron que los "provocadores'' que dispararon contra la policía eran miembros de la OCSS.

A las 11 de la mañana las dos camionetas llegaron al vado de Aguas Blancas, entre las lomas cubiertas de vegetación se ocultaban los policías de la motorizada, otros se encontraban en los bordes del camino. Marino Sánchez Flores viajaba en el vehículo torton rojo en compañía de un grupo de campesinos de la OCSS de Tepetixtla, el vio al desconocido que se había subido al camión rojo desde Tepetixtla y que en Paso Real había transbordado a la camioneta azul que salió de Atoyaquillo, en la que viajaban miembros de la OCSS de Atoyaquillo y Paso Real. Una vez que el torton rojo fue detenido por la motorizada, antes de escuchar cualquier disparo, Marino Sánchez pudo ver cuando el vehículo azul se detuvo, al encontrarse también con los policías motorizados, entonces el desconocido "tiró un balazo y se dio a la fuga, en ese momento la policía empezó a disparar contra la camioneta, desde la falda del cerro" [14].

 [Mensajes relacionados con el contenido del artículo]

 Marino Sánchez vio también que dos de sus compañeros de la OCSS, Daniel López Castañeda y Florente Rafael Ventura, sin ningún tipo de arma se liaron cuerpo a cuerpo con los policías, después de que habían empezado los disparos. Daniel y Florente forcejearon desesperadamente apenas unos instantes, antes de que otros uniformados los mataran a mansalva por la espalda. Varios campesinos alcanzaron a protegerse tirándose al suelo, ellos pudieron ver que los policías remataban selectivamente a los heridos que identificaban como integrantes de la OCSS. Apolonio Romero Bailón, simpatizante del PRD y miembro de la OCSS, herido de bala en un dedo, pudo escuchar que los policías comentaban: "Eso les pasa por mitoteros'' [15].

Todo estaba bien planeado por la policía, de que empezó la balacera, los campesinos que iban en el camión rojo fueron alejaron del lugar, los amontonaron en el suelo y después les dijeron que se fueran. "Tres policías nos iban arreando. Y en el camino oímos que seguían disparando''[16], terminó diciendo Marino Sánchez.

Por la mañana, en Atoyaquillo, Venicio Godínez Silva se subió a la camioneta azul en donde viajaban cerca de 60 campesinos -en su mayoría de la OCSS- que Iban hacia Atoyac, para protestar por la desaparición de Gilberto Romero Vázquez. Venicio se montó en la parte superior camioneta de pasajeros, arriba de la cabina y del lado del chofer. En la bajada al vado de Aguas Blancas, el vehículo frenó poco a poco, entonces unos policías les marcaron el alto "Cuando paramos, nos gritaron `abajo todos'. Quedé enganchado en el camión, pero cuando oímos los balazos desde las lomas, al frente y atrás, bajé y me escondí debajo del camión [17].

"Cuando quise juntar los pies, me pasó la bala. Me escondí debajo del camión y comencé a sentir cómo caía la sangre en mi espalda. Era de la gente que se había quedado arriba, pura sangre me caía encima, mi ropa toda se llenó". Venicio sintió que la sangre que escurría de la camioneta le empapaba la espalda y la cabeza, pero no se movió. Las balas de la policía caían sobre la camioneta desde las lomas y el campesino se escondió debajo del vehículo para cubrirse. Ahí se quedó inmóvil, sobre el camino de tierra mojada por la lluvia [18].

"Fueron como diez minutos de balacera. Disparaban con armas de alto poder desde las lomas que circundan la carretera de terracería, que en esa parte del camino forma un vado donde baja el agua de la lluvia que cae en las montañas" [19].

Cuando todo terminó los policías veían a quienes no podían morir, les daban de patadas en la boca o donde fuera, pues, y entonces gritaban `todos abajo, no se muevan'. "Yo me hice el muerto, porque si no me jalaban. Al ratito se aplacaron los balazos. Pero los policías seguían con las patadas y al que se movía lo remataban. "Fabián Gallardo iba de mi lado, a él fue al primero que remataron''.

Antes de bajar, desde arriba, Venicio pudo ver todo el movimiento: "Nadie de nosotros se atrevió a atacar a los policías, lo que hicieron ellos fue dispararnos. Fue un policía motorizado el que empezó a disparar mientras gritaban que nos tiráramos al piso, pero la camioneta iba llena. "Cuando los remataban, los policías nos decían `aquí tienen su líquido', porque nosotros íbamos también por fertilizantes. Nosotros no decíamos nada, pero ellos seguían diciendo `orale culeros'. Yo ya no me moví para nada, aunque la sangre me cayera en el lomo y en la cabeza. Seguí debajo de la camioneta hasta que nos dijeron que los que estaban muertos aquí quedaban y los vivos al hospital de Acapulco, donde estaba Héctor Vicario Castrejón (subsecretario estatal de Finanzas). Ahí me dieron 2 mil pesos para curarme las heridas'' [20].

 Otro de los sobrevivientes, Apolonio Romero Bailón, vio la "ejecución'' de dos de sus compañeros: Florencio Rafael Ventura y Amado Sánchez Gil. El primero se encontraba ileso al momento de su ejecución. Para él, quien empezó la balacera fue un policía que disparó cuando detuvieron el segundo vehículo. El recuerdo que más se le fija en la memoria es la aparición de un hombre con una videocámara, que grababa todo cuanto ocurría.

"Eran como las diez y media cuando nos empezaron a acribillar de todos lados. No hubo ningún aviso, nada, sólo los primeros disparos del policía, como dando la señal. Los que iban arriba del camión los blanquearon. Los policías estaban pecho tierra, unos se cubrían en los matorrales, otros en el peñasco.

"Cuando pasó toda la masacre los que quedaban vivos gritaban que pararan el fuego, eran los pasajeros que salían con las manos en alto. Nos dijeron que nos tiráramos al suelo. Los que se quedaron arriba, subieron por ellos y los tiraron al suelo. Los que estaban vivos los terminaron de matar. "Un compañero que estaba bueno, Florencio Rafael Ventura, no le había pasado nada pero como estaba fichado, lo identificaron y lo tomaron como un líder.

"Yo estaba bocabajo, pero en un momento vi cómo lo tiraban al suelo y lo balacearon con una metralleta en el cuerpo, le dieron como dos balazos''[21].

 La policía ejecutó otro de los miembros de la OCSS que viajaba en la camioneta azul. "Yo estaba todo manchado de sangre y me hice pasar por muerto. Me dieron tres patadas en las costillas pero no me moví. Pensé, si me muevo me matan, y entonces vi cómo le daban el tiro de gracia a Amado Sánchez Gil". Apolonio constato que a los sobrevivientes les daban el tiro de gracia, escuchó también cuando gritaban: "Maten a ese viejo, para que se le quite lo mitotero'', cuando veían algún sobreviviente de la OCSS.

"Después de que terminó la balacera, los de la Policía Motorizada se dieron a la tarea de colocar las armas a los muertos, para que se dijera que fue un enfrentamiento, por eso filmaron eso'' [22].

 La balacera duraría unos 15 minutos, cuando todo estaba consumado, un contingente de la policía del estado al mando del director de la corporación, Manuel Moreno, estableció un cerco alrededor del lugar de la matanza e impidió el paso a toda persona, la barrera se mantendría durante las siguientes cuatro horas. La policía acordonó la zona para impedir la entrada de la gente y de la prensa, de esa forma se pudo preparar el escenario para inculpar a los muertos. Efectivamente, después de rematar a los sobrevivientes, la policía sacó las armas que tenía preparadas para ese operativo y las colocó rápidamente en las manos de los campesinos muertos, todo estaba listo para gritar a los cuatro vientos que los campesinos iban armados y que habían sido los primeros en disparar [23].

Tres hechos les agriaría el caldo a los represores, el primero es que uno de los supuestamente muertos no lo estaba y sobreviviría para dar su testimonio contrario al inventado por la policía; el segundo, el párroco de Coyuca, Hugo Hernández Maldonado, logró llegar hasta el lugar de los hechos y observó que los policías colocaban armas largas en las manos de algunos de los muertos, "y los oyó decir que los querían acusar de que eran guerrilleros zapatistas o narcotraficantes''; y el tercero, antes que el fotógrafo de la procuraduría, el periodista gráfico Martín Gómez Muñoz, que se logró colar hasta el terreno del crimen, pudo tomar las fotografías con los cuerpos desarmados de las víctimas [24].

Una vez abierta la barrera policiaca, los periodista pudieron ver que la camioneta roja había sido desplazada y la azul había quedado en el vado de la comunidad de Aguas Blancas, en su interior se mezclaban la sangre y la tierra encima de los costales de maíz que transportaban algunos campesinos. En el cofre y en el parabrisas se veían unos diez orificios de las balas de los policías desplegados en el lugar desde la madrugada, después de transportarlos en 12 camionetas y dos autobuses al mando del mayor Manuel Moreno. Cumplido el trabajo, los altos mandos de la policía estatal se retirarían del vado de Aguas Blancas a bordo de dos helicópteros.

Según David Molina Francisco, uno de los dirigentes del PRD en Coyuca, en el campo de la emboscada habían quedaron: dieciséis campesinos muertos, 19 heridos y ocho desaparecidos. Molina Francisco dio a conocer la lista de los muertos: Régulo Reséndiz, dirigente de la OCSS de Atoyaquillo, también era presidente del comité de base del PRD en su comunidad; Tomás Porfirio, Amado Sánchez, Fabián Gallardo, Francisco Rogel, Pasito Hernández, Daniel López, Victorio Flores, Clímaco Martínez, Pai Hernández, Mario Pineda, Andrés Refugio, Antonio Abarca Santanero, Gregorio Analco Tabares y Florente Rafael Ventura. Todos de Atoyaquillo, militantes de la OCSS y del PRD [25]. Le faltaba identificar a otros muertos [N1].


El gobernador Figueroa Alcocer culpa a los campesinos
Regresar a "En Canadá, la mala noticia llegó con Salinas ..."
Referencias, notas y siglas empleadas en los textos
Mensajes para nuestros amigos
Regresar al índice de Tlahui-Politic No. 1