TLAHUI     
Danza: Flor de Piña

Alejandro Montiel Coello
Tlahui, No. 2, II/1996

Flor de Piña. Danza de Oaxaca, México
Experiencia vivida en un campo piñero
entre Sayula, Veracruz y Papaloapan, Oaxaca.

Algo que es bien sabido y notorio es que en México las fronteras políticas casi nunca corresponden a las fronteras geográficas o naturales y menos aún a las fronteras culturales. El "País de las Piñas" existe entre Oaxaca y Veracruz, en la cuenca del Papaloapan. La capital de este "país" es la ciudad de Loma Bonita en Oaxaca, y entre sus lugares importantes se encuentran Tuxtepec, en Oaxaca, y Villa Isla, Amatlan de los Reyes, Azueta, Chacaltianguis y Rodríguez Clara, en Veracruz.

Un estudio del Banco de México [1] nos revela que tres cuartas partes de la población del "País de las Piñas" es población flotante, es decir, gente que no es originaria del lugar, pero que acude en las temporadas de actividad agrícola o industrial, en Veracruz de abril a julio, y en Oaxaca de marzo a agosto.

Esta información la proporciona la Comisión Nacional de Fruticultura [2], señalando que la actividad en las plantas empacadoras de piña también coincide con ese calendario.

Es notable la diversidad étnica de la población flotante, y entre las etnias más regulares hay que citar a los nahuas, popolocas, afromestizos e indomestizos de Veracruz, así como cuicatecos, mixtecos, mixes, triquis, chinantecos y mazatecos de Oaxaca.

Siendo mayoritaria la población indígena que trabaja en el "País de las Piñas", no es extraño que previo al inicio de las cosechas de la fruta se efectúe una ceremonia que involucra una danza como la que describiré en esta ocasión.

Bien importante es aclarar que no hay que generalizar, pues la ceremonia y su danza cambian según la etnia que la realiza. Depende también de los recursos económicos y humanos de que se dispone en el momento y de la "calidad" de los espectadores.

En la representación común que suelen hacer las mixtecas de la Costa, que ocasionalmente van a trabajar al "País de las Piñas", comienza la danza una mujer joven, que es la única participante. Su vestimenta consiste en una larga falda de tela blanca que le cubre de la cintura a los tobillos. La falda no es ni holgada ni estrecha y permite a las piernas accionar sin ninguna dificultad. El complemento es una especie de capa, también de tela blanca, con flores bordadas en los bordes, que si bien cubre totalmente la espalda, deja un poco descubiertos los costados, al frente apenas cubre los senos. Se aprecia un gran seguro cerrando al frente la citada prenda, de no ser por él, la capa sólo cubriría los hombros y la espalda.

La danzante no usa calzado y en cuanto a su peinado, se trata de una o dos trenzas circundando la parte superior de la cabeza, con listones de colores vivos mezclados en dicho trenzado. Se omiten detalles de la fisonomía de la mujer, para evitar que alguien la juzgue como "bonita" o "fea", pues de acuerdo con las costumbres mexicanas, estos adjetivos no se aplican a las personas, a los animales, a las plantas, a ninguna creación de la Naturaleza, sólo se aplican a las creaciones humanas.

En una ocasión, se escogió para la danza un terreno rectangular, como de 20 metros cuadrados. Se pusieron piñas delimitando esta superficie, aproximadamente una cada metro. En el centro se pusieron unas 20 piñas y separada de este grupo, a unos 2 m. de distancia y hacia el sur, una piña solitaria.

Por el oriente aparece la mujer. Caminando lentamente, sin apresuramiento se dirige a la piña solitaria. Cuando está junto a la piña, la mujer se sienta en cuclillas y se recoge la falda. El rostro mira al sur y en este momento da la espalda al grupo de piñas del centro.

El hecho de recogerse las enaguas y exhibir las piernas es algo que sólo ocasionalmente se puede apreciar. Si en la ceremonia estuviera presente un sacerdote católico sería imposible, pues este acto se consideraría contrario a la moral cristiana.

La danzante recoge la piña y la eleva, se pone de pie, con los brazos en alto y en posesión de la piña, de inmediato se la muestra al Sol. Luego de una pausa más o menos prolongada, da media vuelta y muestra la piña al norte. Lentamente la mujer desarrolla una vuelta completa sin desplazarse del sitio donde comenzó la evolución, siempre sosteniendo la piña en alto y sujetándola con sus dos manos. No hay prisa.

Deliberadamente todas las evoluciones se desarrollan con notable lentitud y esto ofende a las mentalidades "modernas" y occidentales, pues el hombre contemporáneo siempre tiene muchas cosas que hacer y no puede soportar esta etapa de la danza. Luego de la presentación de la piña, la danza entra en una etapa muy vistosa, pues de pronto la danzante se coloca la piña sobre su hombro izquierdo. Trazando sobre el terreno círculos concéntricos, pronto llega hasta los bordes del mismo, quedando bien cerca de los espectadores y entonces se puede apreciar que su rostro muestra alegría y orgullo. Verdaderamente está orgullosa del fruto que lleva sobre su hombro.

La danzante ha desarrollado una espiral desde el sitio donde tomó la piña y hasta que alcanza los límites del terreno escogido para la danza. Al efectuar este avance en espiral hace complicados movimientos con los pies. Primero asienta el pie izquierdo y en seguida, con el talón del pie derecho golpea la parte interna del pie asentado. En esta evolución abre mucho el compás de las piernas y de hecho se agacha, porque también flexiona las piernas. Luego del choque talón - parte interior del pie, la mujer se endereza poniendo "talones juntos y puntas separadas". Luego estira la pierna izquierda plantando el pie con la punta desplazada totalmente a la izquierda, de modo que el talón queda listo para recibir un golpe de la parte interna del pie derecho, luego del cual asume de nuevo la posición de "talones juntos, puntas separadas".

Enseguida la mujer se pone en posición de descanso, sin juntar las manos sobre el vientre, pues siempre tiene su mano izquierda sujetando la base de la corona de la piña asentada entre su hombro y la cabeza. Esta particular posición de descanso es el inicio de la repetición de la evolución.

Hay que reconocer la dificultad de describir mediante el lenguaje a una danza, cualquiera que sea. Lo que aquí se diga será sin lugar a dudas tan sólo un pálido reflejo de lo que verdaderamente es la "Flor de Piña", por ello, lo mejor es ir al "País de las Piñas" para ver estas celebraciones.

En cuanto a la música que acompaña a la danza, se utiliza lo que hay disponible. En ocasiones especiales interviene una banda mixe o zapoteca, pero la mayoría de las veces basta con un flautero y un tamborilero que sean capaces de ejecutar un sonecito lento y sonecito rápido, según se los vayan pidiendo.

Volvamos a la danza en el punto donde la dejamos. Después de dos recorridos con los pasos complicados de que se habló, la mujer toma la piña con sus dos manos y la eleva sobre su cabeza. Ahora da pasos largos al tiempo que gira en torno del eje de su cuerpo, siempre desplazándose sobre los límites del terreno. En esta etapa la mujer sonríe y, aparentemente, no resiente el mareo.

Luego, como trazando una estrella de múltiples picos sobre el piso, la danzante retrocede y avanza del centro del terreno a los límites del mismo, siempre dando la cara a los espectadores y sosteniendo con ambas manos la piña sobre su cabeza. También se suceden dos recorridos de estas características y al final de ellos, la mujer toma la piña como si fuera un bebé. Con la mano izquierda tiene sujeta la base de la corona y con la derecha sostiene el cuerpo, manteniendo al fruto pegado a su pecho. Así camina dentro del terreno durante varios minutos, sin itinerario definido y sin orden en los pasos, pero aprovecha para llamar a otras mujeres al centro del terreno. Por lo común, se trata de familiares o amigas a quienes llama a unírsele en la danza. La danzante finaliza su participación colocando la piña que la acompañó en la danza junto a las otras que permanecieron en el centro del terreno. Ella se coloca en el centro pero ya no hace nada. Son las mujeres que ella escogió las que toman las piñas y las regalan a los asistentes. Reparten las que se colocaron en el centro y también las de la periferia.

Desde luego no a todos les toca piña. Las mujeres suelen escoger a los que ven con cara de "extranjeros" o "no oaxaqueños", pues serán las personas que quizá el próximo año no podrán visitar el "País de las Piñas" y por ello consideran pertinente que conozcan bien el fruto. Este hecho con que concluye la danza es llamado por los oaxaqueños "la Guelaguetza".

Muchos indígenas que laboran en las faenas agrícolas e industriales asociadas con la piña erróneamente creen que no se conoce este fruto fuera del "País de las Piñas", sin embargo, resulta curioso que muchos zapotecos y mixtecos serranos que emigran a la Ciudad de México se enteran de la existencia y características de este fruto precisamente en esta gran ciudad capital, y se muestran verdaderamente sorprendidos cuando se les informa que es su Estado el principal productor de piñas.

Es bueno aclarar que el término "flor" dentro del pensamiento indígena mexicano no siempre tiene relación con el reino vegetal. Flor en mixteco es "Itá" y en náhuatl es XOCHITL, y se aplica a todas las manifestaciones humanas que son agradables al propio ser humano, flor puede significar danza, poema, canción o fiesta.

Lo anterior viene al caso porque cuando las mentalidades occidentales se enfrentan con la expresión "Flor de Piña" se escandalizan y en ocasiones emiten juicios como: "¡Qué ignorantes son los indios!, ¿Por qué hablan de Flor de Piña si cualquier gente educada sabe que la mata de piña no produce floración?". Sabiendo que "flor" se utiliza para designar cualquier actividad agradable para el ser humano, tenemos que "Flor de Piña" puede significar "Danza de las Piñas", "Poema de Piña", "Canción de Piña" o mejor aún "Fiesta de las Piñas".

También es bueno saber que en lo que aquí se ha tratado de describir no hay ningún misterio. La "Flor de Piña" no involucra ningún misticismo ni esoterismo.

La danzante representa a la Tierra, específicamente a la fértil y generosa Tierra del "País de las Piñas" y el inicio de su danza es la simulación de un parto, por ello es que se recoge las enaguas y hace como que extrae la piña del interior de su cuerpo. Primero le presenta su "hija" al Sol que es su "esposo", y por tanto, padre de la criatura. Luego, la recién nacida es presentada a los familiares, a los amigos y a todos los que circunstancialmente estuvieron presentes. Es lo mismo que ocurre en la familia humana. Las evoluciones vigorosas que vienen luego de la presentación reflejan la alegría que genera el suceso.

El regalo representa la indiscutible generosidad de la Tierra, que entrega sus criaturas para beneficio de los seres humanos. Recibir una piña es un acto trascendente. El que la recibe adquiere el compromiso de sembrar la corona, de donde surgirá una nueva mata de piña. Con la corteza hará tepache o la dará como forraje a sus animales y por supuesto comerá la "carne" de la piña, convidando a sus familiares y amigos. Lo anterior corresponde, desde luego, a una situación ideal, pues las oaxaqueñas no pueden predecir el comportamiento de los que reciben una piña en ceremonia. Muchas veces el destino de las piñas es triste. En la Ciudad de Oaxaca, en los "Lunes del Cerro", es frecuente observar a mexicanos y extranjeros que luego de recibir su piña, la conservan sólo mientras dura la representación de la Guelaguetza y luego la abandonan en el graderío o lo peor, la depositan en algún bote para basura. Esto es inmoral desde la perspectiva indígena mexicana.

Por ello, amigo lector, si alguna vez una oaxaqueña te ofrece una piña, si no puedes conservarla o aprovecharla, mejor no la recibas, hazle saber que no puedes hacerte cargo de ella y la mujer lo entenderá. Rechazar un piña no es una ofensa, porque la sinceridad no ofende a los oaxaqueños.

© Ce-Acatl: No. 80, 1996. ceacatl@laneta.apc.org

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REFERENCIAS

1. García R. Federico y González M. Ignacio. La Industria de la Piña. Hawai-Filipinas-México. Banco de México. Depto. de Investigaciones Industriales. s/f
2. Comisión Nacional de Fruticultura. La Piña, aspectos de su cultivo y aprovechamiento. SAG, Serie Divulgación. Folleto 3. México, 1972.