Tlahui-Medic. No. 17, I/2004


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VI. HISTORIA Y TRADICIÓN

 

6.1 Chalchiuhtlicue  Diosa del agua viva

Recopiló : Andrés Pérez Concha.

            Gracias a testimonios documentales como los de Francisco de San Antón Muños Chimalpahin en sus Relaciones de Chalco Amaquemecan,  los primeros pueblos establecidos en esta región levantaron adoratorios en honor a Chalchiuhtlicue.

Dice la crónica que los naturales de este lugar vivían en una de las vertientes del Popocatepetl y a uno de los lados del Iztaccihuatl; en la misma región, en la cima del cerro que hoy conocemos como Sacromonte y que en ese entonces se llamaba Amaqueme, había un adoratorio llamado Chalchiuhmomozco "altar de la diosa Chalchiuhtlicue" porque ahí era adorada y reverenciada el agua.

Los habitantes del lugar eran Xochtecas, Olmecas, Quiyahuiztecas y Cocolcas, quienes, según la leyenda, eran muy dados a la brujería, así como grandes encantadores y magos; podían tomar a voluntad el aspecto de cualquier animal y tenían el poder de hacer llover. Agrega la leyenda que cuando pasaron por el lugar los Tlaxcaltecas, no hicieron caso a estas cuatro parcialidades y se pasaron de largo.

Cuando Chichimecas, Totolimpanecas y Amaquemes, arribaron a Amequemecan les hicieron frente, los hostilizaron hasta destruirlos y los despojaron de sus pueblos y de sus tierras.

En la actualidad existen algunos descendientes de estos brujos llovedizos y se les conoce como Tlaucazquis o Tlaukiazkis.

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6.2  La Tepeihuitl

Recopiló : Andrés Pérez Concha.

            Una costumbre prehispánica muy interesante era la fiesta de los cerros, en náhuatl, tepeilhuitl.

            Empezando con el Popocatzin (El humeador) hoy Popocatepetl (Cerro que humea); los antiguos habitantes de estos lugares tenían la costumbre de venerar a los cerros, y para eso, toda la gente se ocupaba de moler semilla de bledos y maíz, y con aquella masa hacía un cerro que representaba al volcán al cual ponían ojos y boca; enseguida lo colocaban en un lugar alto de la casa y alrededor de él, ubicaban otros cerros pequeños también con ojos y bocas: todos tenían nombres; por ejemplo, Tlaloc, Chicomecoatl, Iztactepetl, Amatlacueye, Chalchiuhtlicue, que era la diosa de los ríos y fuentes que de este volcán brotaban. A estos le ofrecían y hacían ceremonias durante dos días, los adornaban con papel pintado y hacían como si se sacrificaran a seres humanos, después de esto se los comían con mucha reverencia.

            Dicen los que saben, que los sacerdotes buscaban en los montes las ramas más chuecas que encontraban, las llevaban al templo y las cubrían con esta masa poniéndoles por nombre Coatzintli que significaba "cosa retuerta" y también les ponían ojos y boca, les hacían las mismas ceremonias y ofrendas; enseguida realizaban el mismo simulacro de los sacrificios humanos. Al final repartían la masa a toda clase de enfermos como los jorobados, mancos y muchos más quienes quedaban obligados a dar la semilla para hacer la masa en la representación de los cerros en el siguiente año.

            También se dice que no había cerro al que no se le hiciera su fiesta, pero no porque se le tomara como un dios, ni los adoraban como tales, sino porque desde las alturas de los cerros podían pedir al todopoderoso y señor de todo lo creado, la tranquilidad de los tiempos.

 

6.3 Ehecatl  Dios del viento

Recopilo: Margarita Hernández Torres
Historia de Ecatzíngo, Edo. de Méx.

Ecatzingo es un pueblo con mucha historia, no sólo por lo que a él concierne, sino por su cercanía al volcán Popocatépetl, ya que se cuenta que mucho antes de la llegada de los españoles a esta región, venían muchas peregrinaciones de pueblos y culturas cercanas y lejanas para rendir tributo precisamente al Volcán Popocatépetl que significa en nahuatl "Cerro que humea". Ecatzingo significa en la misma lengua: Lugar del pequeño Ehecatl. Ehecatl  Dios del viento". Aquí, hacían su último descanso y pedían permiso al Dios del viento para que les permitiera llegar hasta el Cerro que humea: Popocatepetl.

Toda esta región que lo rodea, estaba llena de bosques abundantes, producto de la vasta humedad que propiciaba el deshielo de las nieves que cubrían, no sólo el cono volcánico, sino también gran parte de las faldas boscosas que forman los cerros que vemos alrededor. Esos deshielos hacían posible la fertilidad de la tierra propia para el cultivo, por eso esta región tenía gran importancia para nuestros antecesores mexicas, porque aquí se encontraban juntos los cuatro elementos que forman la vida del planeta: Fuego - Popocatépetl; Aire o Viento - Ehecatl; Agua - Atl  y Tierra - La fertilidad para siembras que estas tenían.

Existen muchos lugares en Ecatzingo que sus nombres de origen náhuatl tienen un significado relacionado al agua, ya que provenía en grandes cantidades del deshielo de las fuertes nevadas constantes en el Popocatépetl o eran "venas del volcán"  -  como lo llamaban los abuelitos  - y que surtían en gran cantidad a este pueblo y otros circunvecinos del estado de Morelos y de Puebla. Algunos de esos nombres que hasta la fecha se conocen en la población son los siguientes:

Apapaxco: (Apa = Atl ).- "Lugar de la parte alta donde había muchos manantiales" y allí brotaba el agua que bajaba a Ecatzingo para ser aprovechada por sus habitantes para vivir.

Atlapahuaya: (Atl).- Barranca principal donde corría un gran río por el que llegaba el agua a los pobladores de Ecatzingo.

Iloguac: (Ac = Atl).- Continuación de la barranca anterior donde se encontraba con otra corriente de agua.

Agua blanca: Corriente de agua que se unía con la de Iloguac.

Atenco: (Aten = Atl).- Barrio muy cercano a Atlapahuaya.

Aticpa: (Atic = Atl).- barrio alto donde llegaba el agua y de allí se surtía al pueblo y hasta la fecha es lo mismo, aunque ya es entubada.

Apantenco: (Antl = Atl).- Barrio céntrico donde se acumula el agua para distribuirse a las calles y casas particulares.

Atlautla: (Atl ).- Población vecina que también recibe de los beneficios de agua del volcán.

Atlatlahucan: (Atl).- Municipio del Estado de Morelos a pocos kilómetros de este lugar.

Nexpayantla: (Antl = Atl).- Pico del Popocatepetl que se dice es de donde surge todo el potencial acuífero que surte a esta región.

Estos nombres son sólo por citar algunos y que dan idea de la forma en que el agua tenía estrecha relación con la historia y la vida misma de Ecatzingo y sus alrededores, además de la raíz etimológica de Ehecatl "Aire o Viento", así como el gran Popocatépetl y la tierra tan prodigiosa para la siembra y las buenas cosechas de sus moradores.

   Ehecatl: “Dios del viento

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6.4 Los graniceros 

Recopiló : Andrés Pérez Concha.
Narradores: Sr. Marcelino Rivera y la
Sra. Juana Arellano Ibarra
Historias de San Juan Tehuixtitlan, Mpio. de Atlautla, Edo. de Méx.

Son personas a las que le ha caído un rayo y no mueren. La cantidad de energía que los golpeó hace que en su interior se les abran unos puntos energéticos conocidos como chacras, los cuales les dan a estas personas el poder de comunicarse con los animales, flores y hasta con el volcán Popocatepetl.

Estas personas también llamadas Tlaucaxquis adquieren otras cualidades como curar de espantos, detener tormentas o granizadas "cortándolas" con la hoz o el machete o quemando cosas que hayan sido bendecidas

A diferencia de los tlaucaxquis, los mahuentiquis detienen o desvían las tormentas con el sombrero pero siempre diciendo palabras en náhuatl.

 

6.5 Las costumbres del agua

Recopiló : Andrés Pérez Concha
Narradores: Sr. Marcelino Rivera y la
Sra. Juana Arellano Ibarra.
Historias de San Juan Tehuixtitlan, Mpio. de Atlautla, Edo. de Méx.

            Los últimos herederos de los antiguos brujos llovedizos quiyahuistecas y de otras tribus de la antigua Amaquemecan, son los tlaukiazquis o graniceros. Estos están organizados por grupos que acostumbran reunirse el 3 de mayo en los montes y barrancas donde tienen sus altares adornados con toritos y otros animales de barro, flores y enramadas, para hacer sus ceremonias y ritos en honor de Chalchiuhtlicue "diosas del agua viva", a la que le ruegan para que les de lluvia abundante para sus cosechas y también poder para detener los huracanes, los granizos y para sanar enfermos, especialmente a los que alguna vez les "pegó" la centella y no murieron; por eso llegaron a ser tlaukiaskis y buenos curanderos para preservar su tradición y costumbres.

 

6.6 Las tres ollas

Recopiló : Andrés Pérez Concha
Narradores: Sr. Marcelino Rivera y la
Sra. Juana Arellano Ibarra.
Historias de San Juan Tehuixtitlan, Mpio. de Atlautla, Edo. de Méx.

            Se dice, entre la gente mayor de la comunidad, que existen tres ollas en los montes de Atlautla que contienen: la primera, granizo, la segunda agua y la tercera heladas.

            Cuando le cae un rayo a una persona y ésta no sale dañada, no debe levantarse. Lo que tiene que hacer es esperar hasta que vuelva a caer otro rayo, teniendo cuidado de que nadie lo toque. El debe levantarse por sí sólo.

            A los que les cae el rayo reciben la encomienda de cuidar las ollas que hay en el monte. Se cuenta que el 23 de mayo esas tres ollas son peligrosas, si las destapan así nada más, por curiosos.

            Como las ollitas son muy delicadas y son destapadas; por ejemplo, si es la de granizo, cae una fuerte granizada que ni tiempo le da de correr al que la destape. Un día un pastor o bollero como se le llama a quien pastorea ovejas en la región, por curioso destapó la olla de granizo y cuando vino la granizada no le dio tiempo a protegerse y quedó completamente cubierto y lo mismo a su rebaño.

            Así como sucede con el granizo, si destapan la de agua, se viene una terrible tempestad. Si es la olla de la helada, cae una fuerte helada que hecha a perder los cultivos. Es por eso que nada más las usa la persona que las cuida.

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6.7 Procesión para hacer llover

Recopiló: Ma. de los ángeles Gonzáles del Rosario y
Ema Contreras Galván.
Historias de Cuijingo, Edo. de Méx.

            Era el mes de mayo y la lluvia no caía sobre los sembradíos del pueblo. Los abuelos creían que los Dioses del agua habitaban en el campo, cubriendo los cuatro puntos cardinales. Y cuando la lluvia tardaba en llegar, era necesario, según sus creencias, hacer un ritual propicio para que Dios mandara el agua y los sembradíos de milpa dieran su fruto.

            Los secos surcos de sus tierras y el esfuerzo de labores infecundas, le recuerdan al pueblo hacer una procesión al campo, "todo sea en nombre de Dios para que nos dé agua; tan necesaria en estos días”. Así recuerda la Sra. Modesta.

            Continua diciendo: La sequía amenazaba nuestras siembras, nosotros esperábamos la lluvia a mediados de abril,  ¡pero nada!; eran principios de mayo y el agua no se veía por ningún lado; entonces se organizaba la peregrinación, y es el sacerdote quien la encabeza con una cruz; atrás todos los que rogaban y tenían fe; caminábamos y orábamos, siempre pidiendo por nuestras siembras; las voces se oían al unísono, unidos todos por una sola voluntad, la de Dios. Tocábamos los cuatro rumbos y ya al atardecer regresábamos cansados pero satisfechos, seguros de que  "el Señor" nos había escuchado y pronto vendrían los aguaceros que tanto necesitaban nuestras tierras.

            Gracias a esta procesión la lluvia caía posteriormente, a pocos días de haber ido a rogar.

Esta costumbre viene de nuestros abuelos, pero desgraciadamente se ha ido perdiendo. Actualmente se llega a hacer procesión sólo si el agua ya ha tardado mucho y sólo van algunos, no todos los del pueblo... ¡no como antes!

 

6.8 Vivencias de mi infancia

Remembranzas de Marcela Valencia Martínez

Mi convivencia con la naturaleza fue bastante agradable, pues las actividades de las amas de casa giraban en torno a ir a lavar la ropa a las pozas que existían en las orillas de la barraca de Necuatepacholoya, programándose para que en diferentes días de la semana las fueran ocupando otras personas que venían de Tepetlixpa y Cuecuecuautitla, mismas que debían de pedir permiso para usarlas, pues cada poza tenía una dueña, entre ellas la señora María, Elvira, Natalia, Juanita. Ellas cuidaban y les daban mantenimiento a esas pozas para conservarlas en buen estado.

            La barranca se cubría con ropa de todos colores, ellas les ponían jabón de pasta y las tendían al sol para desmanchar la que estaba percudida, después la alzaban y la colocaban en una cubeta y la tallaban para enjuagarla, la tendían nuevamente en las piedras que años atrás la corriente del río dejara en todos lados de la barranca. Terminando de lavar ya estaban esperando otras personas para ocupar las pozas y las piedras que servían como lavaderos; las que habían concluido se dedicaban a bañar a sus hijos sobre las piedras y ellas también se bañaban para llegar limpias a casa.

            En la barranca todo era fiesta, pues mientras nuestras madres lavaban, nosotros los pequeños jugábamos a “los quemados”. Ya cansados nos sentábamos en el pasto o decidíamos ir en busca de moras y fresas silvestres que habían sobre los matorrales, a la orilla de la barranca.

            Después acarreábamos agua hacia nuestras casas con cubetas para la comida, el aseo de la casa y algunas veces para bañarnos.

            Cuando era tiempo de lluvias teníamos que estar al pendiente de la corriente de agua, pues ya no podíamos atravesarla para ir a casa, ya que algunas veces era tan crecida que tapaba hasta las pozas; al principio el agua era lodosa y duraba así una semana fluyendo para ir aminorando poco a poco, hasta llegar a verse nuevamente cristalina. Entonces podíamos observar a través del agua piedritas de colores y la arena gris en el fondo y nos metíamos en ella a jugar.

            De estas corrientes se recogían troncos y leña que traía el agua para ocuparla en calentar el agua de baño, hacer la comida y las tortillas. La suegra de mi abuelito contaba que antes las corrientes de agua traían unos camotes o raíces que servían para lavar la ropa y que sacaba mucha espuma y la ropa quedaba bastante suave y limpia.

 

6.9 Uso del agua en los hogares de Ozumba

Remembranzas de Silvia Sandoval Cuevas.

            El agua en el hogar era algo con lo que no se podía jugar. En el caso de los utensilios de cocina se preparaban dos recipientes, uno para enjabonar y otro para enjuagar, y previamente a los trastos se les habían retirado los restos de comida; se tallaban con muy poco jabón usando en vez de fibra o fregón hojas de chilacayote y en épocas de seca las hojas exteriores de la mazorca; de esta manera era poca el agua que se empleaba y no se le agregaba en el lavado productos químicos, pues era sólo jabón de pasta el que se usaba. El agua resultante de esta operación era empleada para regar los patios o se dejaba fluir hacia el “solar”, que era la parte posterior de las casas donde había plantas alimenticias, medicinales, de ornato y diversos árboles frutales que en su momento al ser comercializados ayudaban a la economía del hogar. Hoy todos los solares se han acabado, la población los ha invadido y a cambio de las plantas ha puesto cemento. El agua proveniente de lavado de ropa corría la misma suerte; en el caso del aseo personal la gente se bañaba en tinas, lo que permitía que se le diera un nuevo uso  como el riego de plantas. Aún existe en algunas casas una especie de pozo de poca profundidad, tapado con tablas, donde se almacena el agua sucia y cuando es necesario, se usa para el riego de plantas.

            De esto han pasado menos de 50 años y a fuerza de obtener este  líquido con sólo abrir la llave, hemos olvidado la importancia de su cuidado y ahora los hogares están conectados  a un sistema de drenaje por donde se van muchos litros de agua que se desperdician en las distintas actividades de la familia; y en otros tiempos se integraba a los mantos acuíferos o se evaporaba. Esto era mejor que lo que ahora se hace: ingresar al torrente de las aguas negras el agua de lluvia, agua limpia y aguas grises.

            Por este liquido dentro del hogar los usuarios deben pagar aproximadamente $ 650.00 al año, lo que equivale a $1.79 por día.

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VII. LEYENDAS DEL AGUA DEL VOLCÁN POPOCATEPETL

Los abuelos contaban, alrededor de una fogata, muchas historias, cuentos y leyendas que ellos aprendieron también de generaciones anteriores y que muchas de ellas llevaban a tu imaginación a ver casi de manera real lo que sucedió; un poco por la fantasía de niño y un poco por la seriedad y elocuencia con que esos ancianos las narraban. He aquí varias de ellas:

 

Atl = Agua. Códice Laud.

 

7.1 Leyendas del agua del volcán Popocatepetl

Recopiló: María Emigdia Rosete Suárez
Leyenda de Atlautla, Edo. de Méx.

Hace mucho tiempo corría agua por la barranca que venía del volcán. En ese tiempo se encontraron dos viejitos, uno era de Morelos y el otro de Atlautla; el viejito de Morelos le dijo al otro viejito, regálame tantita agua para llevármela, y le contestó "llévatela toda", sin saber que el viejito se la llevaría de verdad. "Desde entonces" el agua fue encantada....

 

Leyenda de Atlautla, Edo. de Méx.
Recopiló: María Emigdia Rosete Suárez

Había una vez un señor que dice que fue al volcán y al llegar a él, encontró un río; y el río le dijo que si quería agua, que la llevara a unos pozos; pero para eso tenía que construir los pozos, para llenarlos, y dicen las gentes de las faldas del volcán que en las noches se aparece un hombre con un río arriba del volcán y el agua les dice vengan.

 

7.2 Encantamiento del agua.

Recopiló: María Emigdia Rosete Suárez
Leyenda de Atlautla, Edo. de Méx.

Se cuenta que hace muchos años aquí en Atlautla, se le denominaba lugar entre ríos, porque abundaba mucho el agua; en ese tiempo vinieron gente del estado de Morelos a visitar a los Atlautecas para ofrecerles una gran cantidad de dinero para que les vendieran un poco de agua, los Atlautecas aceptaron y buscaron un buen brujo para hacer el encantamiento del traslado del agua; "se necesitó un gallo, un niño y una tuza de bronce". Y a las doce del día enterraron el gallo y el niño; y la tuza de bronce recobró vida, se le enterró muy profundo en el agua y salió en el Estado de Morelos; así llevándose toda el agua de los Atlautecas.

 

Leyenda de Atlautla, Edo. de Méx.
Recopiló: Yolanda Adaya Vidales.
Narradoras: Concepción Juárez,
Juana Beltrán e
Inés Torres.

            Dicen que en las barrancas que circundan al pueblo hace muchos, muchos años, corría mucho agua y que un día pasaron por aquí señores del Estado de Morelos, venían cansados y sedientos y al ver que corría bastante agua por las barrancas, pidieron les regalaran agua, y los habitantes de Atlautla no les quisieron dar el agua.

Los señores de Morelos muy molestos, regresaron a su lugar de origen y buscaron la forma de llevarse el agua, buscaron a un curandero y le contaron su deseo; el curandero explicó qué necesitaban hacer, para que el agua la encantaran y se la pudieran llevar para su tierra. Los señores de Morelos aceptaron, el curandero les pidió que reunieran: "un niño recién nacido o de pocos días de nacido, un gallo, una jícara colorada y una tuza de oro". Cuando lograron reunir todo esto, regresaron ante el curandero y les pidió que los llevaran al lugar donde brotaba el agua; a las primeras horas de la mañana y sin ser vistos por los pobladores de Atlautla, deberían enterrar vivos al niño, al gallo y junto a ellos la jícara colorada y la tuza de oro, con la cabeza de ésta en dirección de donde querían que el agua saliera, pues al morir el niño y el gallo, le darían vida a la tuza de oro para que rascara por debajo de la tierra  y así el agua fue a salir en lo que hoy es el centro vacacional de Oaxtepec. Hay un lugar donde se puede observar cómo brota el agua en el centro vacacional de Oaxtepec.

Desde entonces Atlautla sufrió por la falta de agua, ¡por las barrancas dejó de correr agua!.

El lugar donde sucedió esta historia le llaman la pila, está formado por tres parajes: El Pastal, la Presa y la Pila. En la presa hay piedras sobrepuestas y pegadas con lodo "se cree que ahí es el lugar donde enterraron al niño, el gallo, la jícara colorada y la tuza de oro", ahí se acumula el agua que sale de la pila.

            Las señoras Concepción Juárez, Juana Beltrán e Inés Torres aseguran que a las doce del día se escucha el llanto de un niño recién nacido y el canto de un gallo, ellas lo han escuchado, pues iban a ese lugar a lavar la ropa con sus abuelitas; buscaban por el lugar y no había niño, ni gallo.

Dicen que sus abuelitas les contaron esta historia y que también para poder desencantar el agua deberían enterrar a un niño vivo. 

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7.3 El encantamiento del agua de la barraca.

Recopiló: Andrés Pérez Concha
Narradores: Habitantes de Atlautla,
a través de los alumnos del 6° grado, grupo "D"
de la Esc. Benito Juárez, ciclo escolar 2000 -2001.
 

            Hace mucho tiempo en Atlautla había mucho agua en una barranca llamada “Cargadero” en donde, haciendo uso del agua que ahí fluía, el pueblo vivía muy feliz. Pero un día se presentaron dos hombres muy humildes que decían que eran campesinos y venían de Morelos y que en donde vivían no había agua, y les pidieron un poco. Las personas del pueblo que los escucharon les respondieron burlonamente que si podían, se la llevaran toda, a sabiendas que era imposible que se la llevaran.

Los campesinos volvieron a insistir "no queremos toda", sólo un poco para cubrir nuestras necesidades, pero los habitantes de Atlautla empezaron a reír burlonamente diciéndoles de nueva cuenta “sí pueden llévensela toda”. Sin mostrar su enfado los campesinos morelenses les prometieron sus deseos.

Y fue así que desapareció el agua del "Cargadero" es la que brota en Oaxtepec, en el Estado de Morelos, porque esos campesinos resultaron ser unos magos o grandes brujos.

Ahora cuentan los atlautlenses que se escucha el correr del agua, pero la barranca siempre está seca y se dice, que el agua de la barranca del "Cargadero", que esta rodeando el pueblo de Atlautla, quedó encantada.

 

7.4 Leyenda de la pila.  

Recopiló: María Emigdia Rosete Suárez
Leyenda de Atlautla, Edo. de Mé
x.

            Hace muchos años había un cacique en el pueblo de Oaxtepec, pero ahí no tenían agua, y vino a Atlautla porque aquí corría un gran río; trajo a un brujo y arrojaron al río un bebé recién nacido, un gallo, una jícara roja y una tuza de oro; después rascó un túnel y el agua se empezó a ir a Oaxtepec.

            Desde entonces en ese lugar llamado la pila, a las doce del día, se oye llorar a un niño, el gallo canta y la jícara roja gira.

 

7.5 Leyenda sobre el agua de la comunidad.

Recopiló: María Teresa Galicia Martínez
Leyenda de Atlautla, Edo. de Méx.

            En alguna ocasión en el  pueblo de Atlautla escaseaba mucho el agua, la gente sufría por la escasez, y hacía grandes formaciones de botes, tinas y cualquier recipiente para conservar o apartar la mayor cantidad de agua.

Se dice que al perforar en un lugar para buscar agua en el subsuelo, las personas no lograban encontrarla por más que rascaban, hasta que escucharon una voz que les decía, "el agua está encantada". Platican las personas que esa voz era el demonio que pedía el cuerpo y el alma de un inocente, para que así les permitiera tomar aquel caudal.

            Las personas abandonaron el lugar y lo sellaron, jamás se volvió a saber de aquella voz.

            Como era tanta la necesidad que tenían del agua siguieron buscándola, hasta que en una ocasión alguien encontró un río que corría a la ladera de la montaña. Al ver tanta agua fue al pueblo a avisarle a la gente; varias personas fueron a ver el río, pero cuando llegaron con tubos, palas y otras herramientas para entubar el agua, se encontraron que el río estaba encantado; ante el asombro de los pobladores se escuchó una tenebrosa voz, proveniente del río, que pedía a cambio de agua, "la vida de un niño y una tuza de oro". Con mucho temor los pobladores dijeron que no, no darían una inocente criatura al río encantado y delante de ellos el río se seco.

Cuentan las personas que esa agua del río encantado se la llevaron los pobladores de Cuautla porque ellos sí aceptaron "enterrar un niño vivo y una tuza de oro" y por ello tienen caudalosos ríos.

 

7.6 Los duendes del agua

 

Recopiló: Andrés Pérez Concha.
Narrador: Sr. Marcelino Rivera.
Historias y leyendas de San Juan Tehuixtitlan, Mpio. de Atlautla, Edo. de Méx.

            Allá por los años ochenta, los ejidatarios de San Juan Tehuixtitlan quisieron arreglar los caminos hacia los potreros de Tlapintepec y Gachupingo por lo que metieron una máquina buldózer para hacer camino, cuando llegaron a la barranca "La puerta”, se toparon con unas rocas en donde los ejidatarios pudieron escuchar los ruidos característicos del golpetear del agua correr.

Cuando las revisaron detenidamente, descubrieron que por entre las grietas salía mucho aire. Así se empezó a escarbar en el lugar por varios días en faenas y como resultado, salió mucho aire.

En uno de esos días de faena, los muchachos empezaron a hacerse bromas y cuando ya se regresaban al pueblo a uno de ellos le escondieron entre los matorrales su herramienta, por lo que se quedó sólo a buscarla. Ya los demás habían caminado unos treinta metros, cuando fueron alcanzados por el que se había quedado, quien venía con el rostro desencajado por el miedo y casi a punto de llorar. Cuando por fin lograron tranquilizarlo y lo convencieron para que contara lo que le había sucedido, éste les narró lo que había ocurrido.

Dijo que cuando ya había encontrado su herramienta y se disponía a alcanzarlos, escucho que alguien hacía sonidos con la boca para llamar su atención y al voltear  vio a dos personajes que descubrió como duendes pequeñitos, como de unos 30 cm de estatura, cubiertos con túnicas blancas; lo que más llamó su atención, fue que de la cintura les colgaban muchas bolitas blancas parecidas a bombones. Estos personajes lo llamaban para que se acercara y esto le dio tanto miedo, que salió corriendo.

            El muchacho se "enfermó de espanto"  y por las noches soñaba que le decían que si los del pueblo querían el agua, tendrían que pedírsela a ellos, ya que esa agua les pertenecía.

Como el joven seguía enfermo lo llevaron con un curandero de los llamados tlaucaxquis, quien dijo que para que se aliviara tendrían que ir al lugar precisamente el 3 de mayo para hacer un "rogatorio" para que los duendes lo dejaran libre. Se hizo el rogatorio, y efectivamente el joven se alivio.

            Posteriormente tuvo que convencerse al curandero para que le explicara de los duendes y lo que querían, y dijo que, anteriormente, en ese lugar había un borbollón de donde brotaba mucha agua, pero que la gente del pueblo no la cuidaba  por lo que fue encantada por los duendes del agua y el borbollón se secó, y que el río que viene desde el volcán Popocatepetl por la cañada de Tlazcanquiahua y corría después por la barranca de Puerta hasta conectarse con la barranca de Minas, también dejó de correr.

También comentó que durante el rogatorio se comunicó con los duendes, y estos le dijeron que si la gente del pueblo quería el agua que los duendes cuidaban, tendrían que entregarles las almas de dos niños y sólo así podrían obtenerlas, pues volvería a brotar el agua por el borbollón.

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7.7 Leyenda del cerro del águila.

Recopiló: Ema Contreras Galván y
María de los ángeles González del Rosario
Leyenda de Cuijingo, Edo. de Méx.

            En torno al cerro del águila se han creado en la población algunas historias, como el paso de un brazo de mar, pues cuentan que ya hace muchos años, cuando los que ya  tenían ganado se quedaban a cuidarlo en las noches en el cerro, aprovechaban el agua del ameyal para sus animales, escuchaban el ruido de corrientes de agua o sonidos como cuando brama un animal que salía del interior, posteriormente, hace aproximadamente 18 ó 20 años, el gobierno del Estado envió ingenieros para realizar estudios en el suelo y encontrar mantos acuíferos, comentan que los ingenieros en su reporte aseguraban la existencia de agua, pero que era muy peligroso perforar debido a la gran presión que ésta ejercía, pero sobre todo la dificultad, pues es una región constituida por terrenos volcánicos. Actualmente se extrae arena y aún en tiempo de secas, está húmeda.

 

7.8 Leyenda de Chignahuapa.

Recopiló: Margarita Hernández Torres.
Narrador: Prof. Antonio Enrique Pineda Vergara
Leyendas de Ecatzingo, Edo. de Méx.

En las orillas del pueblo de Ecatzingo, cerca de los cerros donde están los manantiales de Apapaxco, dicen que hace mucho tiempo en el lugar donde llegaban las corrientes de agua de esos manantiales, se hacía una laguna, donde salía el vital líquido para este pueblo, tenía que haber una persona que cuidara que no ensuciaran el agua; la gente o los animales que llegaban a mitigar su sed, mismos que a veces resbalaban y se ahogaban, siendo necesario retirarlos para que no contaminaran el agua que consumían los pobladores.

Ese cuidandero varias veces escuchaba el canto de una mujer a las doce de la noche, cerca de la cabaña donde él vivía, pero no se atrevía a salir por el miedo que sentía, ya que allí no había nadie cerca, mucho menos una mujer sola que estuviera a esas horas, por esos lugares.

Después de varias noches de escuchar el canto, a veces alegre y a veces lastimero de esa dama, además de mucho pensarlo, por fin decidió que si en la próxima noche oía lo que las anteriores, se armaría de valor para salir a ver quién era y qué deseaba.

Y así fue, cerca de la media noche empezó el canto de una voz delicada y femenina, y dándose más valor por la luz que destellaba la luna llena, se asomó a la puerta con temerosidad sin ver a nadie, pero el canto sí se escuchaba más fuerte; por lo que fue saliendo poco a poco de su cabaña y ya que la luna estaba en la plenitud de su luz que emanaba, empezó a seguir el sonido y se dirigió hacia donde provenía el canto.

             Caminó rumbo al agua estancada y vió con sorpresa que a la otra orilla estaba una mujer vestida de blanco, con el pelo largo pero enchinado que le caía sobre los hombros y parte de la espalda; con la luz de la luna bien pudo advertir que era muy bonita y de un cuerpo bien formado, que con sus manos y su canto lo invitaba a cruzar el agua para que fuera a los brazos de ella.

De pronto se olvido de todo, la cabeza china y lo guapa de esa mujer le incitaban para ir hasta ella; como si despertara de un sueño, recordó donde estaba y las horas que eran, desapareciendo al instante la bonita figura de esa mujer, al mismo tiempo que el canto que emitía, corriendo de regreso a su cabaña y con un miedo intenso dentro de él, deseando que pronto amaneciera para a alguien podérselo contar.

            Al otro día avisó al párroco de Ecatzingo que había visto a una china guapa en ese lugar y de sus cantos a veces alegres, otros tristes; por lo que el sacerdote decidió ir hasta allá a celebrar una misa y hacer una bendición, ya que probablemente era una de las muchas almas de los cuerpos que habían sido sepultados por esos rumbos en los tiempos de la Revolución.

Desde entonces y por estos acontecimientos se le conoce con Chignaguapa  a este lugar, donde todavía mucha gente pasa por el paraje recuerda la leyenda, a veces con miedo y otras rezan una oración por el descanso del alma de aquella bella mujer.

¡Que bonitas narraciones nos hacían los abuelitos!. El hechizo de sus cuentos y leyendas hicieron más emocionante nuestra niñez. ¡En gloria estén!          

 
VIII. CANCIONES

Al terminar el módulo sobre cultura del agua aprendimos mucho acerca del ciclo del agua de la región de los volcanes, establecido en una cuenca endorreica. El reto como profesora de Educación Básica, fue cómo aplicar lo aprendido en forma dinámica y didáctica en las clases con los niños, con un lenguaje accesible de acuerdo a la edad, por lo que la inspiración me llevo a componer la presente canción.

 

8.1. Agüita 
Autora: Yolanda Adaya Vidales.
(Canción con la tonada del agua clara)
 

Linda agüita
que sales y corres
vas refrescando y
creando vida.
 
El volcán Popocatepetl
nos brinda sus deshielos
y les ofrece a
todo ser viviente.
 
El ser humano,
los esta contaminando
y nada hacemos
para evitarlo.
 
Niño que vives
en estos lugares
aprovecha el agua
y no la contamines.
 
Invita a tus padres
a cuidar el agua
para aprovecharla y que no
la contamines.
 
Niño que vives
en estos lugares
aprovecha el agua
y no la contamines. 

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