Eva Luz Soriano Bello. Phaseolus vulgaris o frijol común con múltiples variedades; Phaseolus coccineus o frijol ayocote (ayecohtli, ayecocimatl); Phaseolus acutifolius, frijol tepari o escumite y Phaseolus lunatus o frijol lima. Frijol, fríjol, Phaseolus vulgaris L., planta medicinal. Phaseolus acutifolius, frijol tepari o escumite y Phaseolus lunatus.


Tlahui-Medic. No. 21, I/2006


El uso del frijol común (Phaseolus vulgaris L.) como planta medicinal

Tesina del Diplomado de Tlahui-Educa
Medicina Tradicional de México y sus Plantas Medicinales

Estudiante: Eva Luz Soriano Bello
Profesor: Mario Rojas Alba


México, Junio, 2006

ÍNDICE
Introducción
Clasificación Taxonómica
Origen
Herencia Cultural
Usos en Medicina Tradicional
Usos biomédicos
Composición química de la planta
Bioflavonoides y cáncer
Referencias
Datos de la autora

Introducción

La presencia de rastros arqueológicos de frijoles de cerca de 9 mil años de edad, en donde existieron asentamientos humanos en el Continente Americano, sugiere que el interés de los habitantes en la planta de frijol debió arrancar con fecha anterior al inicio de su cultivo, de apenas cinco mil años.

Seguramente los nativos americanos probaron los usos de la planta como alimento o como medicina (cuyos datos se reportan en el Códice Badiano-De la Cruz) y descubrieron su riqueza, atesorando las semillas para su reproducción, ya que el cultivo del frijol es de los más antiguos en América (5). Especialmente en la región México-Guatemala la domesticación de la planta aún con métodos rudimentarios, no cabe duda, dio lugar a una gran diversificación de la especie (P. vulgaris L.) que hoy conocemos como frijol común. Más aún, los antiguos indígenas americanos, ayudados por los diferentes climas, suelos y modo de utilización, seleccionaron diferentes especies del género Phaseolus produciendo una amplia gama de estructuras, colores y sabores de semillas.

De alrededor de 80 especies de frijol silvestre que existen en el continente americano, al final sólo 4 especies fueron domesticadas para servir como alimento (2) y se conservan actualmente en tierras americanas. Estas son: Phaseolus vulgaris o frijol común con múltiples variedades; Phaseolus coccineus o frijol ayocote (ayecohtli, ayecocimatl); Phaseolus acutifolius, frijol tepari o escumite y Phaseolus lunatus o frijol lima.

En el caso del frijol común, se ha visto que P. vulgaris, además de ser un alimento conocido, también tiene valor medicinal. Por ejemplo, el fruto sin madurar o ejote verde es alimento, pero las vainas maduras son usadas como medicina.

Taxonomía de frijol común

El nombre científico de la planta es Phaseolus vulgaris L. y se clasifica de la siguiente manera (18):

CATEGORÍA Y GRUPO TAXONÓMICO
Super reino: Eucariota
Reino: Plantae
División: Magnoliofitas
Subdivisión: --------
Clase: Dicotiledóneas
Subclase: Rósidas
Orden: Fabales
Familia: Leguminoceae
Género: Phaseolus
Especie: Phaseolus vulgaris

Origen de la planta

No cabe duda que las plantas que producen las semillas de frijol común, tuvieron su origen en el Continente Americano. Ya sea que se trate de frijoles Bayos, Pintos, Café Cacahuate, Amarillo Canario, Rosado, Flor de mayo, Flor de junio, etc., todos tienen una madre en común en su pasado. Estas plantas leguminosas que se caracterizan por tener las semillas dentro de vainas, aparecieron en tierras americanas hace miles de años. Los restos más antiguos (9000 años) se encontraron en un lugar llamado Huachichocana en el norte de Argentina; asimismo, en Perú hay rastros arqueológicos de los frijoles, de hace 8,000 años (1,2).

Esto no quiere decir que en suelo mexicano no haya crecido la planta de frijol en épocas remotas: en la Cueva de Coxcatlán en el Valle de Tehuacán en Puebla se han hallado vestigios de 7,000 años de antigüedad y en la región de Ocampo en Tamaulipas se encontraron restos de semillas de Phaseolus de entre 4,300 y 6,000 años (3,4). En la Cuenca de México se cuenta con rastros de frijol que datan del Preclásico inferior (1700-875 A.C.) en Santa Catarina y el Arbolillo, además de restos de P. lunatus en Santa Catarina (2). En las inmediaciones de los sistemas de la Cuenca de México se encontraron también restos arqueológicos del Preclásico tardío: en Terremote-Tlatengo que era un sitio del islote en el lago de Chalco, se encontraron restos de frijol negro y de ayocote, además de otras plantas comestibles. En la comunidad de Cuanalán, ubicada en la desembocadura del río San Juan al Lago de Texcoco (210-90 A.C.) se hallaron restos de frijol negro carbonizado tanto sobre los pisos como sobre lo que podrían haber sido hornos para cocción de alimento, aunque también en forma de desecho para rellenar pisos y muros (2). Asimismo, de sitios como Tepantitla, Yayahuala y patios de Zacuala dan fe de la presencia de frijol negro y ayocote (550 D.C.), en el gran centro urbano de Teotihuacan. Seguramente hacen falta más estudios arqueológicos en nuestro país para encontrar los restos más antiguos en otras partes del territorio.

La planta de frijol no ha cambiado mucho desde su aparición en el planeta; nueve mil años es un suspiro en el reloj de la naturaleza. Sin embargo, para que la planta llegara a su aspecto actual, la especie recorrió un largo camino de millones de años de evolución. La evolución, es el juego de la naturaleza, tratando sus ensayos con la vida. Cuando se ofrece a nuestro planeta una especie nueva, es porque la misma naturaleza ha trabajado lentamente por millones de años, ensayando formas, estructuras, adaptaciones, que le den a un ser vivo las mejores ventajas para sobrevivir. El error en estos ensayos puede ser muy costoso, porque significa la extinción de esa nueva propuesta viviente, la que ya nunca formará parte del reino vivo en la Tierra (19).

El Género Phaseolus con sus suculentas semillas, resultó un experimento exitoso que se presentó como un regalo de la naturaleza a los indo-americanos que nos precedieron en este Continente. Desde luego que la distribución del frijol como alimento, se extendió muy tempranamente en América, como lo indica su presencia en el sureste de Estados Unidos hace mil quinientos años y en Panamá hace mil seiscientos años (2). Sin embargo, las plantas que se cultivaron contenían ya la aportación del conocimiento que produjo la domesticación, al cultivarse repetidamente por los indígenas las mejores semillas de frijol; este conocimiento se mantiene guardado en la información genética de la semilla.

Herencia cultural de los mexicanos

Aunque el cultivo del frijol estaba ampliamente distribuido en la zona andina, tuvo más influencia cultural en tierras mesoamericanas. En estos pueblos, la economía descansaba en el aprovechamiento del entorno biológico, buscando la domesticación de plantas que crecían de manera silvestre, pero que tenían un alto valor nutritivo. Alrededor de los asentamientos indígenas, la superficie estaba cubierta por las milpas cultivadas con frijol, maíz y calabaza. Esto se deduce de los hallazgos de restos de frijol asociado a otras plantas de subsistencia en Ixtapaluca y Zacatenco que datan de 1700-875 A.C.; asimismo, en Terremote-Tlatengo los restos de frijol negro y ayocote se encontraron junto con maíz, calabaza india, capulín, alegría, nopal, tomate, chile, verdolaga, aguacate y maguey, todo un banquete de comida indígena (2).

Según nos comenta Fray Bernardino de Sahagún (Códice Florentino, libro VIII, párrafo V), el almacenamiento del frijol así como de otras especies alimenticias como el maíz, chia, huautli, era cuidadoso y se hacía en las trojes del palacio del señor mexica. En el mercado mexicano, en la época prehispánica, los puestos donde se exhibían los granos de frijol tenían una ubicación específica que denota su importancia. Los frijoles eran además, parte de los tributos otorgados a los aztecas, quienes recibían alrededor de 5,280 toneladas por año para su consumo (6).

Aunque la iconografía del frijol se antoja insuficiente, dada la importancia de esta planta para los pueblos prehispánicos, se han hallado muestras en el arte teotihuacano; por ejemplo, en los restos de murales procedente de los conjuntos residenciales de Tetitla y Zacuala, se puede apreciar semillas (entre las que se encuentran frijoles) cayendo de las manos de los sacerdotes de Tlaloc. Asimismo, en el mural Tlalocan de Tepantitla (Teotihuacán) la figura central yace sobre una estructura con tablero talud, que a su vez descansa en una especie de taberna en donde hay representaciones de frijol, tal vez asociado a la fertilidad.

La semilla de frijol viajó a Europa en el siglo XVI y desde entonces se cultiva en casi todo el mundo. Como tal, esta pequeña semilla lleva empacada la información acumulada de la evolución natural y la domesticación ejercida por nuestros antepasados. Es una herencia cultural indo-americana que debemos reconocer y atesorar, en estos tiempos de apropiación de genomas por los países industrializados, que aprecian el valor del trabajo de la evolución para manipularla y explotarla comercialmente.

Restos de un mural de Tlalocan de Tepantitla en Teotihuacan. La figura central descansa sobre un tablero talud, con representaciones del frijol.

Antecedentes en Medicina Tradicional

El uso medicinal de las plantas que los rodeaban, llevó a los indo-americanos a cultivarlas y a acumular el conocimiento herbolario. Este conocimiento fue reconocido por los conquistadores como atestiguan obras escritas en el siglo XVI, tales como el Códice Badiano (De la Cruz, 1552) o de la Historia Plantarum Novae Hispaniae (de Francisco Hernández) en donde se describen principalmente las plantas prehispánicas de uso medicinal. Ahí está incluido el uso del frijol ayocote (P. coccineus), cuyo jugo se usaba para desinflamar los ojos y las raíces como purgante y desparasitador. El Codice Florentino (Fray Bernardino de Sahagún) repite el uso medicinal de la raíz de frijol ayocote ("cimatl") y advertía de la toxicidad de la raíz cruda.

Otra especie de frijol cultivada en épocas prehispánicas para usos diferentes a la alimentación es Phaseolus maculatus, cuya raíz (cocolmeca) no sólo tenía aplicación medicinal, sino que también se usaba para fermentar el tesgüino.

Usos biomédicos

Actualmente se acepta que el frijol común tiene utilización medicinal en base a usos y costumbres indígenas, y sus propiedades se describen en tratados como los siguientes: en la "Guía Terapéutica de Medicinas Herbales" elaborada por la Comisión E de Alemania (7), encargada de verificar datos bibliográficos independientes sobre la eficacia y certeza de las hierbas medicinales, incluye en sus monografías a Phaseolus vulgaris. En el libro Handbook of Medicinal Herbs (9), así como en el libro Herbal Medicines (10) viene incluido el frijol como planta medicinal. Asimismo, existen una serie de publicaciones que incluyen Father's Nature Pharmacy (11), Indian Council of Medical Research (14), Physician Desk Reference (13), entre otros, que consideran el uso del frijol por sus propiedades medicinales.

Desafortunadamente, en la literatura mexicana actual los tratados de Herbolaria (un tema de gran riqueza de conocimientos tradicionales), no enlistan al frijol de ningún tipo como planta medicinal. Probablemente el uso mayoritario en la alimentación de esta planta, llevó al olvido su empleo como medicina.

A continuación se enlistan algunas de las aplicaciones que se recomiendan para el frijol común (P. vulgaris), sea la planta, las vainas o las semillas.

a) Como diurético

En algunas publicaciones se habla de las vainas de frijol en su papel como diurético. Tal es el caso de la Guía Terapéutica de la Comisión Alemana (7) en donde se menciona a las vainas de la planta de frijol sin semillas-(Phaseoli fructus sine semini)-(Samenfreie Gartenbohnenhúlsen en alemán) como una hierba de apoyo en el tratamiento de la dificultad para orinar (como diurético). En estas monografías se recomienda que las vainas de frijol se administren como tisanas o en otras preparaciones galénicas, en una dosis diaria de 5-15 g de la hierba o el equivalente en sus preparaciones. Asimismo, reportan en el contenido químico de esta planta la presencia de flavonoides e isoflavonoides; estos extraordinarios compuestos serán discutidos más adelante.

Las valvas de las vainas se usan como tisanas y se recomienda que éstas estén bien secas, sean de color verde paja y sin manchas negras. En el Manual de Hierbas Medicinales (Hanbook of Medicinal Herbs) (9) se les atribuye acción diurética e hipoglicémica, para emplearse de manera complementaria en afecciones renales, cardíacas, reumáticas y diabetes. La semilla molida parece que tiene el mismo efecto.

La dosis recomendada en Herbal Medicine (10) es una cucharada de la hierba por taza de agua hirviendo, que se cubre y se deja reposar por 10 minutos, entonces se cuela. El paciente debe tomar una taza de tisana fresca, entre comidas, varias veces al día.

Además de P. vulgaris, se añade a P. coccineus y P. lunatus con estas mismas propiedades (9).

b) Apoyo en la diabetes

Por otra parte, en el libro de Referencia Médica Herbal (Physician´s Desk Reference, 1995) se asevera que "en el frijol verde hay sales de cromo que pueden tener un efecto antidiabético" (9, op. Cit.). La diabetes mellitus, la más común de las enfermedades del metabolismo del azúcar, requiere de una supervisión médica extremadamente cuidadosa y precisa, para balancear el metabolismo de carbohidratos. La diabetes mellitus no presenta síntomas uniformes, pero puede ser dividida en diferentes tipos: Tipo I (inicia en la juventud) y Tipo II (inicia en la madurez), cuyas causas y patogénesis son diferentes. Más aun, se sabe desde hace tiempo que hay tres estados precursores: "diabetes pre-latente", "pre-diabetes" y "diabetes latente". Lo que no es claro aún, es si la administración de hierbas tradicionales durante esos estados, en conjunto con los cambios de dieta y de estilo de vida, puede retrasar o aún evitar que se manifieste la enfermedad. Esta carencia de conocimientos amerita estudios de fitoterapia alternativa a largo plazo, sobre el tema. Mientras tanto, se recomienda el tratamiento con hierbas, útiles como adjuntos en los estados precursores de la diabetes o cuando sólo se recomiendan cambios en la dieta para regular el metabolismo; sin embargo, no pueden sustituir los antidiabéticos orales o la insulina.

En la práctica clínica se ha observado de manera repetida (10), que los pacientes que son tratados con medicamentos herbales requieren dosis más pequeñas de insulina o antidiabéticos orales. En el libro La Medicina Herbal (Herbal Medicine) (10) se recomiendan diferentes hierbas para el tratamiento complementario de la diabetes, entre las que se encuentra las vainas de frijol (Phaseoli pericarpium) y además señala que entre las 4 que se consideran (las otras tres son: Myrtilli folium, Potentilla aurea y Galega officinalis), las vainas de frijol son las más eficaces. Para su administración recomiendan poner un manojo de la hierba en medio litro de agua, dejarla hervir hasta que se reduzca el volumen a la mitad y dividir la infusión en dos dosis; una para ser tomada en la mañana y otra en la noche. Vale la pena mencionar que estos autores también reportan un efecto antidiabético para una planta nativa de México y del Brazil (Rubiacea Coutarea latifolia), cuyo extracto se vende en Alemania en preparaciones comerciales (10).

c) En enfermedades reumáticas

Actualmente las enfermedades reumáticas se clasifican en grupos y subgrupos muy amplios, pero lo extraordinario de estas enfermedades es que aunque patológicamente sean diferentes, responden a tratamientos similares. Además de que apoya la hipótesis de que en la raíz de estos padecimientos están procesos auto-inmunes, también refleja la carencia de modalidades de tratamiento realmente diferenciadas. Todas las enfermedades reumáticas se asume que tienen una causa común, es decir, una alteración de la autorregulación de los procesos metabólicos, específicamente la excreción. Por lo mismo, se considera que un elemento básico de estas enfermedades es la manera desordenada que lleva al depósito de materiales. Por ej. problemas en el metabolismo del ácido úrico lleva a la artritis de "gota" o de ácido úrico. En el caso de la artritis y de la artrosis, el mismo desorden lleva a uno u otro polo: formación de depósitos, induración y pérdida de función. En cualquier proceso inflamatorio, primero es necesario determinar si éste corresponde a un proceso auto-regulatorio de auto-sanación. Si se suprime el proceso (con drogas inmuno-supresivas o anti-flogísticas), puede aliviar el dolor, pero refuerza el proceso de la enfermedad. De aquí, que la estrategia más válida para tratar las enfermedades reumáticas inflamatorias es aliviar los síntomas agudos, pero tienen resultados pobres a largo plazo.

Aquí es donde debe investigarse que papel puede jugar la fitoterapia o tratamiento naturopático alternativo, donde las hierbas medicinales deberían ser una pieza clave en el tratamiento básico de tales enfermedades. Las drogas anti-discráticas parecen justificadas, cuyo mecanismo se creyó siempre que era una estimulación general de las excreciones, no sólo en el riñon y en el intestino, sino también en otras glándulas excretorias como el hígado. Sin embargo, ahora se sabe que los efectos acuaréticos y coleréticos son sólo aspectos simples de un efecto amplio.

Es importante tomar en consideración que las enfermedades crónicas requieren de un tratamiento crónico. Las hierbas anti-discráticas deben tomarse por períodos prolongados de tiempo, de manera fiel, para que se alcancen resultados satisfactorios. Desde luego que se recomienda tener intervalos libres del tratamiento, para alcanzar respuestas renovadas al mismo. Digamos que quien espere tener resultados satisfactorios, después de tomar una tisana estimulante del metabolismo por sólo cuatro semanas, no debería ni siquiera empezar el tratamiento. De otro modo, se llegará a la desilusión y el paciente echará la culpa al medicamento y no al método, por el fracaso. También debe tomarse en cuenta la observación de que una hierba sola no es capaz de alcanzar un efecto metabólico lo suficientemente fuerte; es decir, que es deseable usar una combinación de hierbas. Por ejemplo, el efecto metabólico debe acoplarse con un efecto estimulante de los procesos excretorios; además, deben agregarse carminativos a la preparación para mejorar la tolerancia.

De esta manera, un te antirreumático debe contener:

*uno o más anti-discráticos
*un laxante
*un carminativo

Las hierbas clasificadas como acuaréticos en sentido amplio, son también anti-discráticos, los cuales incluyen a las hierbas con saponinas entre otras, con constituyentes menos conocidos. Aunque la pared intestinal absorbe muy poca o ninguna cantidad de saponinas, promueven la absorción intestinal de otras sustancias.

Estudios clínicos y experimentales han demostrado que las vainas maduras de frijol tienen un efecto antidiuréticos débil; por lo que se recomiendan como un acuarético en sentido amplio, con un énfasis en su capacidad anti-discrática (10). Aunque no es una hierba muy potente, el efecto es suficientemente fuerte para justificar su empleo medicinal. Como tal se recomienda que se haga una tisana con:

Una cucharada de la hierba (vainas secas) en una taza de agua hirviendo. Taparla y dejar reposar durante 10 minutos y entonces colar la infusión. El paciente debe beber una taza de la tisana recién preparada, entre comidas, varias veces al día (10).

d) Como antitumoral

De especial relevancia es la afirmación de que las semillas de frijol negro, pinto, arriñonado, etc. pueden ser tan ricos en isoflavonoides, especialmente la isoflavona estrogénica genisteína, como lo es el frijol soya (Glycine max) (9).

Una gran cantidad de estudios se han estado llevando a cabo en la última década sobre frijol soya, debido a su aparente papel en la prevención de varios tipos de cáncer; no sólo eso, sino como fuente natural de fitoestrógenos, el frijol soya se considera un alimento de gran valor en la salud. Lo que significa que los beneficios para la salud que se han atribuido a la soya pueden muy bien adjudicarse al frijol, con la ventaja de que las semillas de P. vulgaris tienen menor contenido en grasa; el frijol negro en particular, es tan valioso como la soya en contenido de isoflavonoides, pero además mejor para el control del colesterol gracias a su relación grasa/proteína. Asimismo, según este autor (9) las dosis recomendadas de frijol negro que tendrían efecto, se preparan de la siguiente manera: se debe beber el líquido que se obtiene de poner a remojar los frijoles en vaina y se consumen las vainas cociendo 100-200 g con cebollas picada; los frijoles (100 g) se consumen como alimento. Asimismo, se recomiendan las vainas verdes de 5-15 g por día como hierba o vainas como polvo (2.5g) con agua hirviendo.

Cuando se habla de sus actividades se puede enumerar lo siguiente, de acuerdo con la compilación realizada por Duke y col. (2002) en base a publicaciones varias o a conocimiento tradicional, la cual fue publicada en su Manual de Hierbas Medicinales (9): Es antiagregante, antiangiogénico, anticáncer, antidepresivo, antileucemia, antimelanómico, antiprostático, apoptósico, cardioprotector, estrogénico, hepatoprotector, quimiopreventivo, hipocolesteronémico, hipotensivo, lipolitico, lipotrópico (11), además de antibacteriano (12), antidiabetes, diurético (13), antiviral y mutagénico (14), antipirético, carminativo, depurativo, diaforético, emenagogo, fungicida y resolverte (15), Emoliente (16), e hipoglicémico (17).

Es evidente que hace falta aún investigación básica y clínica que valide estas actividades, pero resulta claro que a través del tiempo y en base a los datos de la cultura prehispánica, se le ha dado valor medicinal al frijol común en otros países, especialmente de los llamados industrializados. Lo que amerita un nuevo enfoque a una planta que tradicionalmente, se ocupa en gran porcentaje para la alimentación, que en nuestro pueblo a veces es designada con la definición denigrante de "carne de los pobres".

Compuestos químicos activos

Puede afirmarse con certeza que un grupo de compuestos químicos estudiados desde hace muchos años a profundidad, debido a la variedad de procesos vegetales en los que participan, son los flavonoides. Su importancia terapéutica conoce sólo recientemente.

Los flavonoides, también conocidos como bioflavonoides forman un grupo de alrededor de tres mil compuestos fenólicos que tienen una estructura química similar. Estos compuestos pueden encontrarse en todas las familias de plantas superiores y en casi todas las especies vegetales; sin embargo, estudios recientes señalan a las leguminosas como plantas especialmente ricas en flavonoides y específicamente en isoflavonoides.

En general, se acepta que los flavonoides tienen diversas actividades sobre la salud entre otras razones, porque tienden a mejorar la resistencia capilar e inhibir la inflamación, atrapan radicales libres e inhiben una variedad de enzimas como se verá más adelante. Cuando se habla de flavonoides se refiere a varios grupos que incluyen a las flavonas, las flavanonas, los flavanos y a los isoflavonoides. Estos compuestos cumplen diferentes funciones en las plantas como antioxidantes, como protectores de las radiaciones ultravioletas y como antibióticos contra microorganismos fitopatógenos.

En las leguminosas se sintetizan primordialmente isoflavonoides, como parte importante del sistema de defensa de estas plantas como las infecciones microbianas, sin embargo, estos compuestos además de las propiedades terapéuticas ya mencionadas, han sido objeto de una gran variedad de estudios más recientes, por sus posibles propiedades anti-cancerígenas. Datos de experimentos in vivo e in vitro han mostrado que los flavonoides más abundantes son la genisteína, la daidzeina, la luteolina, la quercetina y la apigenina, siendo los dos primeros de carácter isoflavonoide.

Bioflavonoides y cáncer

Las isoflavonas genisteína y daidzeína además de tener propiedades estrógenicas (8) son capaces de inhibir las células cancerosas a través de múltiples mecanismos; por ejemplo: inhiben enzimas como la cinasa de residuos de tirosina (PKT), la proteína cinasa C (PKC), la ciclooxigenasa y la lipooxigensas y otras que participan en las vias de transducción de señales y que interfieren con la activación del factor de transcripción nuclear kappa B (NF-kB), aunque hace falta aún estudiar la farmacocinética de estos metabolitos y su modo de acción (8).

Numerosos estudios arrojan resultados positivos contra la implantación, desarrollo o metástasis de tumores malignos en animales. Pocos estudios se han hecho a nivel clínico aún, los resultados prometedores no sólo han desatado un intenso trabajo de investigación con estos compuestos, sino también utilizando preparados de frijol soya (leguminosa) como fuente de estos compuestos. Esto puede apreciarse claramente, por la gran publicidad que actualmente se da al consumo de soya y sus derivados y al alto costo de preparaciones galénicas con extractos de soya.

El frijol común, pertenece a la misma familia de leguminosas, así que posee las mismas rutas biosintéticas que el frijol soya, por lo que es natural que contenga también altas cantidades de isoflavonoides. De ahí que fácilmente pueden asumirse todas las evidencias obtenidas con los isoflavonoides de soya, para proponer que algunas de las actividades terapéuticas del frijol común provienen de esa identidad bioquímica. Más aún, los datos referidos a propiedades anticancerígenos de las isoflavonas, pueden abocarse para el frijol común como lo mencionan ya algunos autores (9).

Por lo que el uso de esta planta como medicina, aumenta grandemente su importancia no sólo para consumo de nuestro pueblo mexicano por su valor nutricional, sino como fuente de preparados con valor terapéuticos. Estas preparaciones ricas en isoflavonoides podrían dar un valor agregado con usos en medicina tradicional, a este cultivo de origen prehispánico.

Referencias

1.- Towle, M.A. 1961. The Ethnobotany of Pre-Columbian Peru. Aldine Pub.Co., Chicago,U.S.A.
2.- Solorzano-Vega, E. 1994. El cultivo de frijol (Phaseolus vulgaris L.). Ed. Univ. De Chapingo, México.
3.- Kaplan, L. 1956. The cultivated beans of the prehistoric southwest. Ann. Mo. Bot. Gard. 43: 189-251.
4.- Kaplan, L. y MacNeish, R.S. 1960. Prehistoric bean remains from Ocampo Caves in the region of Tamaulipas, Mexico. Bot. Mus. Leafl. Har. Univ. 19: 33-56.
5.- Gepts, P. y Debouck, D. 1991. Origin, domestication and evolution of the common bean (Phaseolus vulgaris). In: Common beans Research for Crop Improvement. Schoonhoven and Voysest eds. CAB International in Association with CIAT. pp.7-53.
6.- Hernández, X. F., Ramos, R. y Martínez, M. A. 1979. Etnobotánica. En: Contribución al Conocimiento del frijol (Phaseolus vulgaris L) en México. M. E. Engleman eds. Colegio de Posgraduados de Chapingo, México.
7.- Blumenthal M., Busse WR., Goldberg A., Grenwald J., Hall T., Riggins CW., Rister RS. (1998) The Complete German Comission E Monographs-Therapeutic Guide to Herbal Medicines. Ed.American Botanical Council.Pub. Integrative Medicine Communications, Boston. Mass. USA. Pp 157.
8.- Boik J. (2001). Natural Compounds in Cancer Therapy. Oregon Medical Press, LLC. Princeton, Minnesota USA. Pp 251-267.
9.- Duke JA., Bogenschutz-Godwin MJ., du Cellier J., Duke PK. 2002. Handbook of Medicinal Herbs. 2a. Ed. CRC Press New York, USA.
10.-Weiss RF., Fintelmann V.(2000). Herbal Medicine. 2a. ed. Pub. Thieme Stuttgart, New Cork, USA. Pp 128-129.
11.- Father´s Nature Pharmacy online (www.ars-grin-gov/duke.
12.- Watt,J.M. y Breyer-Brandwijk, M.G.(1962).The Medicinal and Poisonous Plants of Southern Africa, E.&S. Livingston, Ltd., Edinburg & London.
13.- Fleming, T. (1998). Physician Desk Referente for Herbal Medicine, 1st ed., Medical Economics Co., Montvale, NJ. U.S.A.
14.- Indian Council of Medical Research(1987). Medicinal Plants of India, vol.2, Cambridge Printing Works, New Delhi.
15.- Duke, J.A. (1985). Handbook of Medicinal Herbs, CRC Press, Boca Ratón, Florida.
16.- Jain S, K. y de Fillips, R. (1991).Medicinal Plants of India, Reference Publications, Algonac, MI.
17.- Duke, J.A. y Ayensa, E.S. (1985). Medicinal Plants of China. Reference Publications, Algonac, MI.
18.- Allen,O. y Allen,E.(1981).The Leguminosae. A source book of characteristics, uses and nodulation. University of Wisconsin Press, USA. pp 812.
19.- Soriano-Bello, E.L. (2001). Heredamos siglos de sabiduría en una semilla de frijol. Revista Divulga. Coordinación de la Investigación Científica. U.M.S.N.H. Num.1: 9-12.

Datos de la autora

La autora es egresada de la Escuela Nacional de Ciencias Biológicas-IPN, con maestría en Biología Celular por el CINVESTAV-IPN, y con doctorado en ciencias en Bioquímica Vegetal por la Universidad de Gales, U.K.
Adscrita actualmente al Instituto de Investigaciones Químico Biológicas de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo como profesor titular "C", tiene 23 años de experiencia en docencia e investigación en Bioquímica de plantas.
Egresada del diplomado de Medicina Tradicional Mexicana y sus Plantas Medicinales de Tlahui, 2006.


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