FUNA contra periodista de El Mercurio

Tlahui-Politic 10 II/2000. Información enviada a Mario Rojas, Director de Tlahui. Chile, a 23 de Julio, 2000.

FUNA CONTRA PERIODISTA DE EL MERCURIO
LA ODEP A LOS COMPAÑEROS DE LA SOLIDARIDAD INTERNACIONALISTA:
SI NO HAY JUSTICIA HAY FUNA

Ayer jueves 20 de julio, a las 18 hrs. hubo FUNA y la ODEP, como siempre, estuvo allí.

Durante la dictadura militar hubo periodistas que se prestaron para trabajar en la terrorífica política comunicacional que justificaba sus crímenes. Profesionales pagados por los servicios de seguridad se prestaron para ocultar los atroces crímenes que estos perpetraban. Beatriz Undurraga, periodista de El Mercurio y amiga del siniestro Manuel Contreras, fue una de ellas. Participó en el montaje periodístico que justificó la muerte de Marta Ugarte como un crimen pasional. Marta Ugarte, activa militante comunista, fue detenida en 1976 y conducida al centro de torturas de Villa Grimaldi, muriendo bajo las brutales torturas a las cuales fue sometida y su cuerpo fue arrojado al mar en Los Molles.

A seguir encontrarán la Editorial del último Boletín de la Comisión Funa. Fraternalmente, ODEP

Del Boletín LA FUNA, publicado por la Comisión Funa N° 2 Año 1

EDITORIAL

Como han venido denunciando distintas voces, los acuerdos suscritos por la Mesa de Diálogo, que desesperadamente quieren ser impuestos a la sociedad como el inicio de un camino de justicia y reconciliación, no son sino una infamia. A los desaparecidos se los pretende hacer desaparecer una vez más, desde que se reduce todo su drama a un asunto antropológico: ubicar y encontrar unos cuantos restos. Sabemos que la ubicación de restos, en los marcos legales actuales, no puede terminar más que en la aplicación de la amnistía y el cierre de los procesos que han logrado abrirse. Sólo por ello, la Mesa se muestra a sí misma como lo que es: una concertación para intentar (una vez más) consagrar la impunidad de torturadores y asesinos. El triunfo de "la justicia en la medida de lo posible": la no-justicia.

Sin embargo, otros hechos son más graves aún. Primero, la reducción del genocidio social realizado por la dictadura al asunto de los desaparecidos, olvidando en el camino los cientos de ejecutados, los cientos de miles de torturados, exonerados, proscritos, los millones de exiliados y desarraigados. Todos ellos también claman por verdad y justicia.. Luego, el nuevo intento por disfrazar al terrorismo de Estado de acciones individuales, de vulgares crímenes "de algunos agentes de organismos del Estado", para salvar así las responsabilidades institucionales y políticas de los militares y civiles que transformaron el terror y el crimen en programa sistemático y cotidiano. Como complemento (y aquí está para nosotros el fondo de la cuestión), esta operación de impunidad apura la escritura de la historia como historia oficial, o sea, como verdad del poder y de los vencedores, como silenciamiento y novedad de la voz de los vencidos.

Esta historia oficial dice que todos fuimos culpables, que el golpe y el terrorismo de Estado se produjeron porque no nos portamos bien, porque no hicimos caso de las enseñanzas de nuestra "tradición democrática" y quisimos tomar lo que no se podía tomar. Para ella es igual la violencia terrorista del Estado genocida y la resistencia popular, ejercida por lo demás en condiciones durísimas, heroicas. Es necesario insistir una y otra vez en que la construcción de tal narrativa oficial como única verdad tiene dos sentidos profundos y complementarios. Por un lado, travestir lo que fue el proyecto del poder y las clases dominantes -proyecto de destrucción de aquellos sujetos populares autoconstituidos como una fuerza capaz de transformar la sociedad de raíz en beneficio de todos y en contra de sus intereses-, en una responsabilidad de toda la sociedad. En esta metamorfosis se silencian las complicidades de los civiles que le soplaban la oreja a los militares (incluidos muchos que hoy se presentan como demócratas), se calla el que los militares operaron como el brazo armado de la restauración de la hegemonía de las clases dominantes, y se demoniza y responsabiliza de paso a los militantes populares. Es claro que en las luchas del campo popular hubo errores e inconsistencias serias, cuyo debate riguroso es una condición para las luchas de hoy, pero el piso mínimo de veracidad de ese debate es lo que venimos planteando aquí, y la reivindicación del sentido de aquellas luchas. Por debajo de ese piso sólo hay discursos del poder o mero pensamiento de la derrota.

Por otro lado, la historia oficial opera sobre el presente. Este, injusto, impotente y triste, por ser el producto mismo de la victoria del proyecto del poder, se trata de legitimar como lo único posible y deseable. Lo que nos dice sin decirlo es más siniestro: recuerden lo que puede pasar si se sacan los pies del plato, si hoy actuamos por fuera de lo que norma la "democracia" impotente. La historia oficial así construida actúa sobre el presente castrando las potencialidades de movilización y auto-organización, mediante el recurso permanente a la cadena del terror que dejó inscrita el genocidio en el cuerpo y la memoria de cada uno de nosotros. Tal es la miseria ética que se esconde debajo de la Mesa. Un presente de atomización, contradicción absoluta e incapacidad para siquiera pensar en cambiar para mejor nuestras vidas, se naturaliza, y la política que acepta esto como viene y se dedica sólo a gestionarlo (quizás con un rostro cordial o una sonrisa en los labios), se presenta como el único horizonte de actividad.

Frente -y contra- esta impotencia del pensamiento y la acción, proponemos que estamos condenados aceptarla. Contra la política del olvido, o de la memoria débil y meramente piadosa, proponemos la política de la memoria fuerte, del recuerdo de las capacidades populares a lo largo de nuestra historia. Frente a la demonización de los caídos, los rescatamos en su calidad humana y política como una fuerza material que actúa con nosotros. Contra la historia oficial, historia del poder y sus servidores, la producción colectiva de una historia alternativa, crítica, nuestra. Y no como historiografía cronológica, sino como práctica, como acción cuestionadora y transformadora del presente. Si pareciera que la única opción es resignarse o como mucho esperar aunque sea alguna cosita de los "menos malos", esos que votamos cada tanto con alguna esperanza (sentimiento que nos confía a un hipotético futuro mejor); autoproducirnos como sujetos críticos y activos. Frente a la espera y la pasividad, la actividad autónoma. Antes que representados, autogestores de nuestras propias necesidades y sueños. No esperar más lo que venga de arriba y organizarnos nosotros mismos por abajo.

Eso, modestamente pero con rigor, está intentando construir la FUNA, en la situación concreta en la que habita: la lucha contra la impunidad, por la verdad y la justicia, por la reconstrucción de la memoria histórica popular. Cuando decimos SI NO HAY JUSTICIA HAY FUNA, no se trata principalmente de que como no hay justicia en los tribunales salimos a establecer "al menos" una condena moral. En lo profundo, implica desconfianza absoluta de que en este "orden" (incluyendo el poder judicial y el derecho formal) sean posibles la verdad y la justicia reales. Y no es que nos "tomemos" la justicia en nuestras manos, sino que construimos otra forma de sentir y vivir la justicia, alternativa a la propuesta por el sistema (virtual y penitenciario). La justicia, como cualquier otro valor ético y político no es una cosa que se quite, se otorgue o se tome, sino una práctica que se vive o no se vive. Si vivo sin justicia, la construyo. Eso es lo que sentimos en la calle, todos juntos, en cada FUNA: la experiencia vital de la justicia y la satisfacción de la pequeña pero activa contribución a esas dos, tres, mil prácticas de transformación que hay que construir, que se construye, para habitar una sociedad en que la justicia y la libertad sean la naturaleza misma de la vida. Como siempre, las puertas están abiertas para que la FUNA seamos todos.

La FUNA son: Acción Verdad y Justicia - Comité 119 - SURDA - JJ. CC. - Maestranza - CC. TT. (Colectivo de Trabajadores) - Centro Cultural Casa América - Organización Libertaria JA - Colectivo Recuperando la Memoria (Villa Francia) - MPMR - Ejército Loco - Grupo CREA - Radio Mercado Negro - Feministas Autónomas - Y muchos compañeros y compañeras independientes.

From: Comité Internacionalista Arco Iris ale.ramon@numerica.it
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