Declaración final del Sexto Congreso Indígena de Antioquia

Información enviada a Mario Rojas, Director de Tlahui. Colombia, a 22 de Julio, 2000. Col - Declaración final del Sexto Congreso Indígena de Antioquia. Equipo Nizkor, miembro del Serpaj Europa, Derechos Human Rights (USA) y del GILC (Global Internet Liberty Campaign). Información.

DECLARACIÓN DE LA COMISIÓN HUMANITARIA "PARA QUE EMBERA VIVA" DEL SEXTO CONGRESO INDÍGENA DE ANTIOQUIA.

La madre tierra no quiere más violencia, ella nos parió sanos y está cansada de recibir cadáveres sembrados a las malas. (Pensamiento indígena).

El departamento de Antioquia está ubicado en el noroccidente de Colombia, su extensión es de 62.800 kilómetros cuadrados y su población de cinco millones de habitantes. Por su importancia económica y política, es uno de los principales departamentos del país.

En Antioquia habitan cerca de 16 mil indígenas pertenecientes a cuatro grupos étnicos: Los Embera, los Chamí, los Tules y los Senúes, que ocupan cerca de trescientas mil hectáreas de tierra, en su gran mayoría bosque natural y selva. Estos territorios ricos en biodiversidad, agua y recursos minerales que forman una unidad de vida con los pueblos indígenas que los habitan, constituyen hoy zonas de disputa de los grupos armados, retaguardia de sus fuerzas y lugares de descanso y recuperación de heridos.

Los indígenas antioqueños están organizados alrededor de autoridades propias llamados Sailas entre los Tule, y Cabildos entre los demás grupos. Desde hace quince años, estas autoridades están agrupadas en la Organización Indígena de Antioquia -OIA-, la cual a su ves hace parte de la Organización Nacional Indígena de Colombia-ONIC- y del movimiento popular y democrático colombiano.

La lucha de los indígenas de Antioquia ha estado enmarcada en el programa nacional de los indígenas colombianos resumido en la defensa de la Unidad, la Tierra, la Cultura y la Autonomía; en sus conquistas constitucionales y legales y en los derechos reconocidos por instrumentos internacionales como el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos y el Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo-OIT-.

En desarrollo del principio de Autonomía, esto es, de darse sus propias formas de gobierno acordes con sus normas y costumbres, aplicar justicia, definir su desarrollo y participar libremente en la vida política del país, los indígenas de Antioquia determinaron desde 1994, que no harían parte del conflicto armado: "Las comunidades indígenas de Antioquia nos declaramos Neutrales frente al conflicto armado. Esto quiere decir que no aceptamos el reclutamiento fuerza armada. Ni el ejército, ni la guerrilla, ni los paramilitares encontrarán información en nosotros".

A pesar de la firme voluntad de la organización indígena, los actores de la guerra insisten en sus agresiones contra las comunidades indígenas y en particular contra el pueblo Emberá. Así lo corroboran los testimonios que hemos conocido y los datos recogidos por la OIA, los cuales dan cuenta del robo de bienes, enseres, cosechas y animales comunitarios y familiares; de la imposibilidad de realizar las actividades de sobrevivencia diaria como abastecerse de víveres, sembrar, cosechar, pescar y cazar; del desplazamiento de comunidades enteras que se han visto obligadas a dejar sus territorios tradicionales; de la imposición de decisiones que obligan a algunos indígenas a involucrarse en el conflicto o dan aliento a rivalidades comunitarias para imponer su hegemonía militar y romper la cohesión de las comunidades; y la amenaza y silenciamiento de las autoridades, maestros, promotores de salud y líderes indígenas.

Como consecuencia de lo anterior, los niveles de desnutrición han aumentado considerablemente, la atención médica se ha hecho imposible y las enfermedades están causando graves estragos, sobre todo en la población infantil; las amenazas y presiones mantienen a las comunidades en permanente zozobra; las actividades organizativas y la implementación de los planes de vida acordados por las comunidades se han obstaculizado; y lo más grave, a la fecha han sido asesinados 63 indígenas y desplazadas 18 comunidades.

A lo anterior se suma la desidia estatal que en la práctica ha suspendido la titulación de tierras y el saneamiento de los territorios indígenas, promueve grandes proyectos y obras de infraestructura sin consultarlas con los pueblos interesados, impulsa desarrollos legales en contravía de los derechos constitucionales indígenas y no avanza en la lucha contra la impunidad de los violadores de los derechos humanos.

Las organizaciones indígenas, la iglesia católica, las agencias de cooperación, las organizaciones no gubernamentales, los organismos humanitarios y defensa de los Derechos Humanos y las instituciones oficiales presentes en el Sexto Congreso Indígena de Antioquia, reunidas en la Comisión "Para que Embera Viva", durante el día 21 de junio de 2000, declaramos y nos comprometemos a lo siguiente:

1. Manifestamos nuestra profunda preocupación por la difícil situación en la que el conflicto armado ha colocado a la población indígena de Antioquia, en particular al pueblo Embera. Las agresiones, amenazas, atropellos y muerte de que son víctimas sus comunidades, coloca en grave peligro su sobrevivencia física, cultural, política y organizativa. Estas acciones, bien pueden configurar un genocidio contra el pueblo Emberá.

2. Condenamos y exigimos el cese de los asesinatos, amenazas, agresiones y presiones que contra las comunidades indígenas de Antioquia vienen realizando los distintos actores involucrados en el conflicto armado.

3. Apoyamos y reclamamos como propio, el derecho de los indígenas antioqueños a no ser parte del conflicto armado y llamamos a los bandos en conflicto a reconocer y respetar esta decisión mediante manifestaciones expresas y firma de acuerdos humanitarios con la organización y autoridades indígenas de Antioquia.

La Organización Indígena de Antioquia reclama y merece poder desarrollar sin obstáculo alguno sus actividades organizativas y las comunidades el derecho inalienable a definir su propio desarrollo acorde con los "Planes de Vida" que han elaborado. Que el conflicto no condene al pueblo indígena a la marginalidad y la pobreza.

4. Rechazamos, porque generan violencia, la utilización de los territorios indígenas para la explotación de minerales y la construcción de grandes proyectos y obras de infraestructura, sin la consulta y aprobación previas de los pueblos indígenas.

5. Exigimos al Estado Colombiano el respeto a los derechos humanos y colectivos de los pueblos indígenas de Colombia y llamamos a que sus iniciativas estén acordes con la obligación constitucional de reconocer y proteger la diversidad étnica y cultural de nuestra nación.

6. Exhortamos a la comunidad internacional, a las demás organizaciones humanitarias y no gubernamentales, al movimiento ambiental, iglesias, partidos políticos, gobiernos y a las personas demócratas y progresistas de Colombia y el mundo, a pronunciarse en apoyo de los indígenas de Antioquia en particular, a reclamar el respeto por su decisión de no ser parte activa de la guerra.

6. Nos comprometemos a apoyar, por los medios que nos sean posibles, la campaña permanente "Para que Embera Viva", como instrumento de difusión, apoyo y canalización de ayudas para la defensa del pueblo Embera de Antioquia. Manifestamos nuestra disposición de respaldar las acciones humanitarias que se nos han propuesto, tales como la implementación de un sistema de alerta temprana de posibles acciones contra los derechos colectivos e individuales de los indígenas de Antioquia, la participación en comisiones humanitarias y la puesta en marcha de una propuesta de acompañamiento a las tareas de la organización indígena en aquellos sitios que se requiera.

7. Reclamamos la no criminalización de la protesta social y exigimos la solución política negociada al conflicto armado, insistiendo en la necesidad de avanzar en los diálogos de paz, ampliarlos, e involucrar en ellos de manera decidida a la sociedad civil mediante mecanismos como las zonas de diálogo; abocando de manera urgente y prioritaria, la discusión e implementación del cese al fuego, la devolución de retenidos, secuestrados y desaparecidos y la definición de acuerdos humanitarios entre las partes.

8. Expresamos nuestra solidaridad con las comunidades víctimas del desplazamiento, y condenamos la desaparición del indigenista Jairo Bedoya Hoyos y reclamamos su devolución sano y salvo. Así mismo

DETENER EL ETNOCIDIO DEL PUEBLO EMBERA DE ANTIOQUIA! RESPETAR EL DERECHO DE LOS PUEBLOS INDÍGENAS A NO SER PARTE DE LA GUERRA! PAZ ENTRE NOSOTROS Y DE TODOS Y TODAS CON LA NATURALEZA!

Para constancia se suscribe en Medellín, a los 21 días del mes de junio de 2000.

Pueblos Hermanos Lazos Visibles; Agencia Española de Cooperación. Internacional-AECI-; Educación Sin Fronteras; Alianza Social Indígena -ASÍ-; Fundación Suiza para la Cooperación Internacional-Swissaid-; Asamblea Permanente de la Sociedad Civil por la Paz; Corporación Cultural y Ambiental Penca de Sábila; Organización Nacional Indígena de Colombia-ONIC-, Arquidiócesis de Santa Fe de Antioquia, Diócesis de Apartadó, Comunidad Religiosa de la Madre Laura, Cristiand Aid., Consejo Regional Indígena del Cauca-CRIC-, Consejo Regional Indígena de Risaralda-CRIR-, Consejo Regional Indígena de Caldas-CRIDEC-, Organización Regional Embera Waunan-OREWA-, Cabildo Mayor U'wa, Cabildo Chibcariwac de Medellín, Eulalia Yagarí, Alonso Tobón y Hector Jaime Guerra León, Diputados Asamblea Departamental de Antioquia; Jesús Piñacué Achicué, Senador de la República; Francisco Rojas Birry, Senador de la República; Central Unitaria de Trabajadores -CUT- Antioquia.

DECLARACIÓN FINAL DEL SEXTO CONGRESO INDÍGENA DE ANTIOQUIA, EN MEMORIA DE HERNANDO JESÚS BAILARÍN BAILARÌN Y POR EL RETORNO VIVO DE JAIRO BEDOYA HOYOS.

NO A LA NUEVA CONQUISTA. RESISTIR EN EL CONFLICTO, MANTENER LA ORGANIZACIÓN Y DEFENDER NUESTROS DERECHOS

Cuando la guerra volvió a nuestros territorios llegaron con ella la tristeza, la humillación, la muerte y el dolor.

Como si fuera poco lo que durante cinco siglos hemos padecido, ahora los nuevos señores de la guerra quieren completar la obra inconclusa del español, quizá porque el espíritu de conquistador sigue vivo en sus corazones.

La nueva conquista de que somos víctimas la están ejecutando guerrilleros y paramilitares en complicidad con la fuerza pública y amparados por la desidia del Gobierno. Si a la violencia de ayer respondimos hasta la muerte, hoy solo nos queda la voz y la solidaridad para seguir viviendo.

Sesenta y tres indígenas asesinados y desaparecidos en los últimos seis años. Gobernadores, miembros del Comité Ejecutivo, promotores de salud, profesores y líderes se encuentran entre ellos. La escasa gente que a fuerza de años y sacrificios hemos logrado formar, son las víctimas preferidas de los nuevos asesinos.

Ayer la codicia por el oro disfrazada en la mentira de la "civilización". Hoy la ambición por nuestros territorios y recursos naturales, con la excusa del desarrollo.

Cuando el Español llegó perdimos nuestras mejores tierras para convertirnos en agregados y peones en ellas. Muchos de los que sobrevivimos terminamos en los parajes más escarpados y remotos, en los nacimientos de quebradas y en las selvas impenetrables.

Esos lugares que fueron nuestro refugio y por los cuales luchamos para que se nos reconocieran como resguardos, hoy son nuestras cárceles. Los grupos armados no nos permiten circular por nuestras tierras ni salir a los centros de población, nos impiden cazar, pescar y ser visitados por nuestros familiares.

Las tierras adquiridas para ampliar y sanear nuestros resguardos, fruto de nuestras luchas, nos son expropiadas, y como si fuera poco, los proyectos productivos que constituyen nuestra seguridad alimentaria, también los quieren para que sirvan a su guerra.

Encorralados en nuestro territorio y vueltos siervos de los guerreros, la encomienda de ayer es el campo de concentración de hoy.

Ahora también nos desplazan para apoderarse de nuestra Madre Tierra. Setecientos compañeros de cinco comunidades de Mutatá tuvieron que cambiar sus tambos por cambuches de plástico negro. Los unos que no trabajamos, que somos perezosos, que el Gobierno nos regala todo, que necesitan la tierra para sus milicianos. Los otros, que somos auxiliares, que escondemos la guerrilla, que entonces tenemos que abandonar nuestro territorio.

Que nuestro gobierno no sirve, que lo único que vale es el fusil, que los Cabildos no mandan y que ellos son la autoridad, los que pueden matarnos cuando quieren, los que nos castigan como quieran, los que nos reúnen para escucharlos a la fuerza y ahora, los que resuelven hasta nuestros conflictos familiares. Resulta que nuestras autoridades nos los han cambiado por los comandantes y el consejo de los mayores por el miedo.

Ahora somos siervos de la nueva encomienda en que han convertido nuestro territorios los ejércitos que los ocupan. Tenemos que comprarles sus abastecimientos, aún a riesgo de nuestra vida; tenemos que cargarles sus heridos y víveres; nos quieren carnetizar, censar y ya nos han marcado con el rótulo de sus enemigos, así legitimarán nuestra próxima muerte.

Y en esta cárcel, en este campo de concentración, en esta encomienda en que han transformado nuestros territorios, nos morimos de hambre, de desnutrición, de falta de vacunas y atención médica, de miedo, de incertidumbre y de soledad. En la guerra no solo las balas nos matan.

Esta guerra también se esta haciendo contra los pueblos indígenas, sus territorios y recursos naturales. En esta guerra los Embera son los más amenazados y contra ellos se esta cometiendo un genocidio.

Frente a la guerra el Sexto Congreso Indígena de Antioquia.

Resuelve:

Primero. La palabra frente al fusil. Dialogar con todos los grupos armados que ocupan nuestros territorios, hacerlo de cara al país y en ejercicio de nuestra autonomía y voluntad de no participar en la guerra, legitimados por los irrenunciables derechos que hemos conquistado con nuestras luchas y en el sufrimiento que durante siglos hemos soportado.

Segundo. Que el Estado cumpla. Exigimos al Estado Colombiano luchar decididamente contra la impunidad y el respeto por los derechos humanos y colectivos de los pueblos indígenas. Reclamamos que sus iniciativas estén acordes con la obligación constitucional de reconocer y proteger la diversidad étnica y cultural de nuestra Nación.

Tercero. Adecuarnos para resistir. Apoyar la solución política negociada del conflicto armado y encomendar al nuevo Comité Ejecutivo y a un delegado por cada una de las zonas y pueblos, la tarea de conformar una Comisión Permanente de Diálogo y Negociación, con la finalidad de buscar la firma de acuerdos humanitarios con los grupos armados, aminorar la violencia contra las comunidades indígenas y reclamar castigo y reparación por los asesinatos de nuestros hermanos. Esta Comisión coordinará con las comisiones zonales y por pueblo indígena que se conformen.

A partir de este Congreso, la "Campaña Para que Embera Viva" se institucionaliza como un programa permanente de la OIA, y se faculta al Comité Ejecutivo para nombrar un Coordinador. La Campaña tendrá como objeto canalizar la solidaridad e implementar todas las acciones orientadas a garantizar la sobrevivencia del pueblo Embera frente al conflicto armado.

Llamar a la Organización Nacional Indígena de Colombia para que asuma como tarea prioritaria la definición de la estrategia, los instrumentos y acciones para adelantar la resistencia indígena nacional frente a la guerra y la violación de nuestros derechos individuales y colectivos.

Cuarto. Apoyo humanitario para morirnos de viejos. Llamamos a las organizaciones hermanas, las ONG, las agencias internacionales, a los organismos humanitarios, a la Iglesia Católica, a los Gobiernos, a los partidos y movimientos políticos democráticos y a las personas de buena voluntad, para que no nos dejen solos y se sumen a la Comisión Humanitaria Permanente aprobada en este Congreso.

Rogamos el acompañamiento para que las tareas organizativas puedan continuar, para implementar un sistema de alertas tempranas, para que nos ayuden a levantar las Casas Humanitarias de Acompañamiento en las zonas más afectadas por el conflicto y para que los Planes de Vida de nuestras comunidades, puedan materializar nuestra propuesta de desarrollo para mejorar las condiciones de vida y asegurar la reproducción física, cultural, organizativa y política.

Quinto. La guerra no nos detendrá. Continuar trabajando para fortalecer nuestra identidad cultural, la organización comunitaria, el gobierno propio y la autonomía, atendiendo especialmente a mujeres y jóvenes. Hacer realidad el Instituto de Educación Indígena de Antioquia-INDEI-, ampliar y adecuar la cobertura en salud; fortalecer a las autoridades indígenas y a la organización regional; implementar la jurisdicción indígena, la elaboración de reglamentos y la aplicación de mecanismos propios de resolución de conflictos. Fortalecer e implementar los planes de vida por Comunidad como nuestro propio modelo de desarrollo.

No aceptamos decisiones políticas y económicas sobre nuestros territorios, sin nuestro consentimiento. La integridad de nuestra madre Tierra no es negociable.

Seguir luchando por un país en paz, con justicia social y respetuoso de la diferencia.
Medellín, junio 22 de 2000

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