UE congela ayuda por considerar que el Plan Colombia incita conflicto militar
Información enviada a Mario Rojas, Director de Tlahui. Colombia, a 29 de Julio, 2000. Col - La UE creen que el Plan Colombia incita al escalamiento del
conflicto militar y congelan la ayuda a Colombia.
Equipo Nizkor, miembro del Serpaj Europa, Derechos Human Rights (USA) y del GILC (Global Internet Liberty Campaign).
Información.
EUROPA RECHAZA APOYAR EL PLAN DE PAZ EN COLOMBIA.
LOS QUINCE TEMEN QUE EL ASPECTO MILITAR DEL PLAN COLOMBIA PROVOQUE UNA ESCALADA
Y CONGELAN LA AYUDA ECONÓMICA ESPERADA POR BOGOTÁ.
El riesgo de una escalada en el conflicto armado en Colombia, que en el
transcurso de los tres últimas décadas ha provocado más de 120.000 muertos, se
presenta hoy como una posibilidad cierta. Así lo atestigua la multiplicación,
durante estas tres últimas semanas, de las ofensivas en los distintos frentes
por parte de los militares, paramilitare y las guerrillas de las FARC y el ELN,
que han causado más de 400 muertos. Sólo durante la jornada del lunes 24 de
julio, al menos 9 policías, 4 soldados y 12 guerrilleos han muerto en el
transcurso de distintos enfrentamientos a lo largo de todo el país, según han
anunciado las autoridades.
Sin embargo, los europeos no aprueban el plan de paz elaborado por el gobierno
colombiano, que solicita una ayuda financiera importante por parte de los
Quince. Ingenuamente, Bogota esperaba mucho de la reunión organizada el 7 de
julio en Madrid y destinada a recabar los apoyos financieros y a dotar de una
legitimación internacional a sus esfuerzos para terminar con el narcotráfico y
la violencia armada. Más allá de las declaraciones formales de satisfacción,
esta reunión ha sido un gran fracaso para la diplomacia colombiana, que no ha
sabido convencer a los Europeos, a excepción de los diplomáticos españoles, de
la pertinencia de sus demandas y de la justicia de los medios previstos por su
gobierno para conseguir sus objetivos.
Si bien el representante de los Quince, el español Javier Solana, ha expresado
hasta qué punto Europa estaba preocupada por la evolución de la situación, éste
ha indicado que el monto de la contribución de la Unión Europea no será
anunciado antes de septiembre al gobierno colombiano, con motivo de una nueva
reunión internacional. Esta declaración del jefe de la diplomacia europea ha
sido incluso considerada prematura, por los diplomáticos europeos; no debería
anunciarse nada hasta el término del primer semestre del 2001.
CONTINUAS TORPEZAS.
Esta situación pone de manifiesto las divergencia abismales entre la gran
mayoría de los europeos y Colombia en torno al plan de paz propuesto. Hasta el
momento, no es tanto la falta de financiación (Bogotá espera una ayuda europea
de alrededor de 1.500 millones de dólares para un coste total del plan de 7.500
millones de dólares) sino la dinámica rota en torno a este inquietante proyecto.
Además, las cantidades disponibles en Bruselas para el conjunto de América
Latina no superan los 350 millones de euros, y las torpezas sucesivas de Bogotá
no permiten augurar una decisión excepcional que podría aumentar estos fondos, o
afectarlos en su totalidad a Colombia. Por otra parte, los Europeos han juzgado
inoportuno la organización de esta reunión en Madrid, por la propensión de la
diplomacia española a atribuirse los méritos de los créditos europeos asignados
a América Latina, lo que irrita cada vez más a sus socios europeos. Pero el
principal error de Bogotá, según París, ha consistido en concebir su plan de paz
únicamente en el marco de una relación estricta y exclusiva con los Estados
Unidos, quienes tras meses de discusión han aceptado a principios de julio dotar
una ayuda excepcional para dos años. Los Quince no comparten la dimensión
militarista de este plan, y temen los riesgos de escalada en el conflicto a los
que este plan induce.
Finalmente, los Europeos se muestran escépticos sobre la gratuidad de la
contribución de Washington dado que el 70 por ciento de los 1.300 millones de
dólares son de uso estrictamente militar, con la compra de 60 helicópteros de
combate, la formación y el equipamiento de batallones del ejército
especializados en la lucha antidrogas, el suministro de materiales sofisticados
a los servicios de inteligencia colombianos y la destrucción de los cultivos
ilícitos de coca y amapola. De este modo, cerca de 900 millones de dólares del
"regalo" americano retornarán directamente a los Estados Unidos, ya sea a los
fabricantes de material de guerra, ya sea al Pentágono, que garantiza la
formación de los militares colombianos, o bien a las sociedades encargadas de
las operaciones de fumigación de las plantaciones afectadas.
El saldo restante se dedicará a la dimensión social del plan de paz (ayuda a las
poblaciones desplazadas por el conflicto, impulso al desarrollo de
infraestructuras de comunicaciones en ciertas regiones, puesta en marcha de
proyecto de cultivos alternativos, etc...), lo cual a los europeos se les ha
solicitado con uso de gran pompa. Las capitales europeas están visiblemente
irritadas por una situación que, según un diplomático francés, es igual "a lo
que pasa en Próximo Oriente, Washingtons elabora planes de paz a su medida y
pide a las demás naciones que los financien".
El plan colombiano, anunciado por el Presidente Pastrana en el otoño de 1999,
adolece de muchos otros puntos débiles, según los europeos. En primer lugar, las
FARC (principal grupo guerrillero del país con 15.000 hombres), su principal
socio en las negociaciones de paz, lo rechazan. Las FARC consideran que masiva
ayuda militar norteamericana constituye un acto hostil, y han declarado que se
opondrán militar y socialmente, movilizando sobre el terreno a los pequeños
campesinos cultivadores de coca. Ante esto los quince han solicitado, en vano
hasta el momento, a los colombianos que concedan mayor importancia a las
reformas políticas, sociales y económicas. Todas estas reservas cuentan con el
apoyo de numerosas organizaciones no gubernamentales, las cuales cuestionan el
hecho de que la opción militar signifique un aumento de la represión contra los
pequeños productores y deje sin atacar las causas estructurales del problema.
En efecto, el presidente Pastrana ha indicado claramente que la ayuda
internacional estaba "destinada a combatir el narcotráfico y a conseguir la
paz", y que los fondos recabados deben constituir la primera fase con vistas a
una "erradicación definitiva de la droga y la batalla final contra el
narcotráfico en el país". Lo que no ha dicho tan claramente, es que al atacar
este problema militarmente, con medios sin precedentes en Colombia, lo que busca
en realidad es debilitar la fuentes de financiación de los grupos guerrilleros y
de los paramilitares y ponerlos en situación de debilidad mientras negocian con
algunos de ellos.
LA FINANCIACIÓN.
La financiación del plan está lejos de estar garantizada ya que el costo del
Plan Colombia se estima en 7.500 millones de dólares (8.000 millones de euros)
por parte de la diplomacia colombiana, que ha previsto financiar cuatro. El
resto se solicita a la comunidad internacional y son 3.500 millones de dólares.
Los Estados Unidos aprobaron al finales de junio una cantidad inicial de 1.300
millones de dólares. El saldo restante (2.200 millones de dólares) debería haber
sido obtenido mediante una ayuda de aproximadamente mil millones de dólares
provistos por la Unión Europea y por la concurrencia de organismos financieros
internacionales o por medio de contribuciones bilaterales. Sin embargo, la
reunión de países donantes celebrada en Madrid el 7 de julio no ha permitido
obtener más que 120 millones de dólares (de los que España aportará 100 y
Noruega 20), además de una contribución de la ONU de 131 millones. El Banco
Interamericano de Desarrollo ha concedido 300 millones y Japón 70, ambas
cantidades en forma de préstamos. Los 250 millones anunciados en esta ocasión
por los Estados Unidos están incluidos en la financiación de los 1.300 millones
de dólares aprobados.
[Fuente: Alain Abellard, Diario Le Monde, París, Francia, 26jul00]
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