Jefe militar denuncia las causass de la violencia en Colombia
Información enviada a Mario Rojas, Director de Tlahui. Colombia, a 31 de Octubre, 2000. Col - En un acto oficial castrense un jefe militar denuncia las causas
de la violencia en Colombia.
Equipo Nizkor, miembro del Serpaj Europa, Derechos Human Rights (USA) y del GILC (Global Internet Liberty Campaign).
Información.
EN UN HECHO INSÓLITO UN OFICIAL DEL EJÉRCITO REALIZA UNA CLARA DENUNCIA DE LAS
CAUSAS DE LA VIOLENCIA EN COLOMBIA.
El Tte Cnel Guillermo Lora pronunció un discurso ante los altos mandos del
Ejército en pleno, con ocasión del juramento de bandera de los cadetes de las
Escuelas Militares. En el momento en que estaba diciendo: "la corrupción de los
dirigentes", el canal estatal Señal Colombia, que estaba transmitiendo el acto,
lo cortó y comenzó a transmitir propaganda del Ejército hasta que Lora terminó
su intervención. Esto ocurrió el pasado 28oct00 y hemos considerado oportuno
difundir el discurso completo de este insólito hecho.
Equipo Nizkor, UE 30oct00
JURAR BANDERA ES JURAR LEALTAD AL PUEBLO
por el Teniente Coronel Guillermo Lora
Cuando en el día de hoy, vosotros alumnos de los Colegios Militares, habéis
jurado bandera, teneis la opción de trascender los límites de una ceremonia
formal para convertir este acto en una convocatoria histórica que reúna - como
vanguardia y sin exclusiones - a los jóvenes de Colombia, hombro a hombro con
los mayores que, aquí presentes o en cualquier rincón de la Patria, quieran
acompañaros para encaminarnos hacia la redención de nuestra Patria por vías que
nuestros dirigentes tradicionales no han sabido o, mejor, no han querido
trazarnos.
Esta propuesta implica una revisión de nuestra historia, para colocar en primera
fila de nuestra admiración y nuestro afecto, a quienes lucharon por la redención
de los oprimidos y marginados de todos los tiempos: los humildes, los
explotados, los sin tierra, los sin poder, los sin voz, los sin futuro, cuya
condición, en lugar de mejorar ha empeorado, llegando hoy nuestra patria a los
extremos de la mas lacerante y crítica situación.
La falta de credibilidad de los colombianos en todas las instituciones del
estado, la injusticia social, la desigualdad de oportunidades, la corrupción de
los dirigentes, el desempleo, la crisis económica, la inseguridad, la percepción
de que nadie tiene idea para donde va el país y una guerra que parece no tener
fin, son males que desde hace mucho tiempo atrás vienen socavando nuestro
sistema de vida y el Estado de Derecho de que hace gala nuestra Constitución.
En secuencia diabólica que ha venido taladrando nuestro espíritu y horadando
nuestras esperanzas, día a día nos vemos bombardeados por noticias que nos
agreden y nos conmueven a todos por igual, El pueblo colombiano necesita un
cambio radical en todos los campos y es a la juventud, en primer lugar, a la que
le corresponde impulsar esta tarea de renovación.
Hay que darle al pueblo algo mas que pronunciamientos condenatorios, mas que
palabras de aliento, algo mas que palabras como libertad y democracia en
términos abstractos. Es obligación de todos construir una existencia decorosa
para cada colombiano.
El pueblo todo, nosotros todos, debemos comprometernos. El pueblo colombiano
debe asumir su propio liderazgo, porque solo el pueblo tiene en sus manos los
medios adecuados para buscar sus derechos y hacerlos respetar. El pueblo tiene
derecho a su legítima defensa. Nadie está autorizado para tomarse su nombre y a
nombre de él traer muerte y destrucción.
El país no puede seguir de rodillas implorando milagros y esperando un Mesías
que lo redima. No podemos permanecer inmóviles aguardando que otros hagan lo que
nos corresponde enfrentar a nosotros mismos. Los problemas de nuestra patria
solo tienen solución si nos decidimos, nosotros mismos, a luchar por ella.
Esta es tarea que no solo le compete a los civiles sino también, tomando como
ejemplo al General Bolívar, a quienes, como militares, debemos asumir una
posición decidida ante el destino de nuestra patria. Nuestro deber y nuestra
responsabilidad es comprometernos en la liberación de Colombia llevando en mente
el juramento de Bolívar cuando exclamó: "No daré reposo a mi brazo, ni paz al
espíritu hasta que haya libertado de las cadenas de la esclavitud a los pueblos
oprimidos de América".
Esa Colombia liberada por Bolívar ha visto frustrado su destino histórico por la
corrupción, la injusticia y la ceguera de nuestros dirigentes, cuyo pensamiento
ha volado siempre a ras de tierra. Es por eso que debemos tomar decisiones
drásticas.
Como colombiano, como militar, como nacionalista, os invito a todos, militares y
civiles, a conformar una sola fuerza, un equipo dispuesto a realizar lo que sea
necesario para sacar adelante nuestro país. Estamos en la obligación patriótica
de constituirnos en fuerza capaz de conmover, inspirar y movilizar a las masas
populares, para actuar conjuntamente en la búsqueda de un solo objetivo:
construir nuestra propia patria.
Esta propuesta de asumir directamente nuestro propio destino en el camino de la
liberación, significa bajar de su pedestal a aquellos ídolos de barro
convertidos, por obra y gracia de los linotipos al servicio de la clase
dominante, en próceres y padres de la Patria, cuando en realidad de verdad están
al origen de esta sociedad clasista y excluyente, como lo es hoy Colombia, en la
que se benefician unos pocos en detrimento de la gran mayoría.
Esta propuesta, que está al alcance de vosotros, jóvenes cadetes, implica no
solo reestudiar el papel de nuestros héroes nacionales sino, además y con igual
empeño, revisar el sentido y proyección de nuestros símbolos patrios. Tenemos
una bandera que nos legaron las luchas liberadoras de nuestros antepasados ante
la cual hoy juráis lealtad y consagración a los ideales de la Patria. Pero este
juramento debe contener un aliento de renovación y de restauración de los
valores libertarios que nos legó Bolívar.
No podemos olvidar que el Libertador Simón Bolívar, en el año de 1813, en nota
al general Arismendi, gobernador de la isla Margarita, escrita un 28 de octubre,
como hoy, anotó: "El pabellón que la victoria ha enarbolado y que debe adoptar
toda la nación es el mismo que se usaba en la primera época, esto es el de los
tres colores: azul, amarillo y encarnado!". Y es que los colores son longitudes
de onda que impactan nuestro organismo, lo exaltan o lo aquietan, según los
micrones que conforman lo que identificamos como colores. Estos pueden ser de
sincronía rítmica, cuando siguen la distribución armoniosa del arco iris o,
cuando rompen esta gradación, pueden convertirse en fuente de sutil pero no
menos contundente perturbación. Es lo que sucede con nuestra bandera tricolor.
La sucesión de colores que va del amarillo, pasando por el azul para llegar al
rojo, forma un espectro alterado que rompe la armonía.. Por esta razón es que os
propongo, en esta tarea de encontrar un camino de armonía para Colombia, que nos
propongamos buscar la recuperación del orden que tenían los colores de la
bandera que se izó durante la heroica resistencia en Cartagena en 1815: azul,
amarillo y rojo, secuencia que armoniza con la vibración natural de los colores
del arco iris primario y que hizo exclamar a nuestro Libertador el 13 de octubre
de 1822: "Yo venía cobijado por el manto de iris".
Esta recuperación de un pasado, que no solo se refiere a las acciones de los
hombres sino a la simbología patria, la hemos encontrado en ese maravilloso
medio de comunicación que es Internet, medio que servirá a la globalización de
la solidaridad humana y a proyectar, como nunca antes, el sueño de unidad
latinoamericana de Bolívar.
Pero algo mas vais a encontrar en esta secuencia armónica de los colores
patrios. Cuando el amarillo, que simboliza nuestras riquezas, o mejor, las de
ellos, las de quienes las han acaparado y monopolizado, esté en el medio de
nuestra bandera, ya no lo veréis predominando por encima del rojo y el azul
que, además de representar la sangre derramada por nuestros héroes, los cielos
que nos cubren y los mares que nos rodean, nos recuerda también la
identificación de los partidos en los cuales se ha pretendido dividir
secularmente al pueblo para enfrentarlo entre sí, debilitándolo y manipulándolo.
Pero el amarillo no solo está representando nuestras riquezas sino que, de
acuerdo a la definición de nuestro poeta William Ospina, es la "franja amarilla"
que simboliza a quienes, sobre todo en las nuevas generaciones, no han tomado
partido por ninguno de los dos grupos en que tradicional y mayoritariamente
venían dividiéndose nuestros compatriotas.
Podríamos decir que allí, en la "franja amarilla", se nos puede situar a la
oficialidad que no comulga ni quiere estar al servicio de un sistema
inequitativo orientado por quienes, al amparo de apegos atávicos, utilizan la
política para beneficio personal y egoísta.
No es que la oficialidad joven a la que me refiero, a la que he querido colocar
en la franja amarilla de nuestra simbología nacional, sea indiferente a la
política. ¡No! Bien sabemos que la guerra - al decir de Carlos von Clausewitz -
es la política por otros medios y que hoy Colombia está en guerra. Por ello
somos conscientes de que, quienes batallamos aquí y ahora, estamos haciendo
política. Pero también sabemos que la guerra se gana en dos frentes, en el
político y en el militar.
La victoria que buscamos, que es la victoria que os propongo que busquéis,
jóvenes alumnos, en este proyecto de aliento nacional, no pone todo su énfasis
en el triunfo militar - del cual estamos convencidos de ser los vencedores -
pero donde a la postre todos perderemos. Porque, aún con nuestra victoria, lo
que lograremos será a costa de las vidas de muchos compatriotas.
Es por eso que el triunfo que buscamos lo queremos lograr fundamentalmente en el
campo de lo político, entendiendo este logro como un proyecto de unidad nacional
en la búsqueda de una Colombia con justicia social, equidad económica,
democracia real - que sustituya la democracia formal -, respeto a los derechos
humanos, defensa del ecosistema y solidaridad con los pueblos del mundo que se
han propuesto luchar, como nosotros, por eliminar de la faz de la tierra el
predominio de quienes promueven el desarrollo económico a costa del hambre, la
muerte y la desolación para los mas.
Nuestra tarea no se puede delegar ni postergar sin condenar a Colombia al caos y
al abismo. Cualquier pueblo del mundo está obligado a luchar por su
supervivencia, incluso si el precio, a veces, es demasiado alto.
Esta realidad no es grata, pero es inevitable. Por todo lo que Colombia ha
vivido, la tarea que debemos iniciar es ardua, tanto como lo requiere uno de los
momentos mas cruciales de la historia.
Combatiremos decididamente a quienes han llevado a nuestro pueblo a la ruina y
al desamparo. No lo haremos con odio ni rencor, pero si en forma resuelta por
los actos que cometen y que nuestro ideal no considera benéficos para el país.
¡Compatriotas!, ¡jóvenes!, con este juramento y emulando a Bolívar, os invito a
no dar descanso a vuestro espíritu hasta que liberemos a Colombia del yugo de la
desigualdad y la violencia. Os invito a que tomemos conciencia, conciencia
política.
De la conciencia política de hombres como ustedes depende que se mitigue y
termine esta violencia, esta guerra. El futuro de nuestra sufrida Colombia está
en nuestras manos. Preparémonos y actuemos.
Que la fortaleza, el tesón y la inteligencia que se anidan con reciedumbre en
nuestro espíritu sea la salida que alimente la esperanza de la paz y del
progreso para nuestros compatriotas.
Recibid estas palabras, jóvenes que hoy juráis bandera, como un pacto con
ustedes de quienes, desde las filas del Ejército, estamos comprometidos con
Colombia y con su pueblo - que es el verdadero soberano a quien debemos lealtad
- para ganar la batalla contra el hambre, contra la muerte, contra la
explotación y la desigualdad, única guerra que queremos ganar.
Bogotá, D.C., octubre 28 de 2000
From: Editor Equipo Nizkor nizkor@teleline.es
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