Un Partido Ciudadano y de Izquierda Democrática

Tlahui-Politic 10 II/2000. Información enviada a Mario Rojas, Director de Tlahui. México, a 13 de Julio, 2000. Compañero Mario Rojas: Te envío el documento que presente en la reunión de la REDIR del día 8 de julio. Las tesis están bastante sintetizadas sobre todo lo que se refiere al problema de la democracia; habría que revisar cuestiones de fondo y que tienen que ver con elementos históricos de larga duración, en particular me refiero al asunto de la modernidad. Ojalá en otra ocasión tuviéramos oportunidad de platicar mas detenidamente sobre estos asuntos, cuestión que tanta falta le hace al partido. Puedes usarla sin ninguna restricción. Espero te sea util. Carlos Sifuentes Martínez.

UN PARTIDO CIUDADANO Y DE IZQUIERDA DEMOCRÁTICA PARA LUCHAR POR UNA SOCIEDAD DEMOCRÁTICA, UNA ENCOMIA PRODUCTIVA Y EL PROGRESO SOCIAL

La jornada electoral del 2 de julio arroja como resultados un triunfo avasallador del PAN, una derrota histórica para el PRI y un grave retroceso para el PRD. Para el PAN, al obtener la presidencia de la república y alrededor del 40% de los representantes populares en las dos cámaras que integran el congreso, su reto consistirá en conducir la reforma democrática del Estado y continuar la reforma económica con redistribución del ingreso. Para el PRI su reto consiste en transformarse de un partido de estado a un partido político. Para el PRD el reto está en transformarse en un partido de ciudadanos y de izquierda democrática, en un partido moderno de izquierda.

Para la sociedad mexicana la tarea del periodo sigue siendo la constitución de un Estado democrático, sustentando en una economía productiva con desarrollo social. El nuevo panorama político resultante del proceso electoral coloca a cada una de las tres principales fuerzas políticas en condiciones distintas y con retos diferenciados en el contexto de las tareas que tiene enfrente la sociedad mexicana al iniciar el siglo XXI. De su capacidad de resolver sus retos específicos, inscribiéndose y contribuyendo en el logro de las tareas políticas, económicas y sociales de nuestro país, dependerá su futuro. Así mismo, el futuro de nuestra sociedad depende de la capacidad, conceptual y metodológica, de sus fuerzas sociales organizadas y de sus organizaciones políticas, para avanzar sustancialmente en lo objetivos señalados.

Planteadas así las cuestiones, el punto de partida es la clarificación y precisión del programa de desarrollo que defina los objetivos de nuestra nación para el presente periodo histórico, y que de manera sintética enunciamos como la construcción de un Estado democrático con una economía productiva y con desarrollo social. Así como la definición de la estrategia congruente con dichos objetivos, que no puede ser otra que el desarrollo de una vida y cultura democrática que envuelva y permé a la sociedad mexicana en todas sus expresiones y dimensiones.

Los partidos políticos, desde sus diferentes referentes ideológicos y tradiciones deben de asumir las características programáticas, estratégicas y organizativas que sean congruentes con los retos históricos de nuestra sociedad. El PRD se inscribe en una tradición de izquierda, nacionalista y popular, pero un tanto distante y ajena a tradiciones democráticas y liberales. La izquierda se ha caracterizado por poner en el centro de sus preocupaciones la justicia social y la defensa de la nación, sustentando estos propósitos en el desarrollo de las organizaciones sociales, relegando a un segundo término el desarrollo democrático y la libertad de los individuos. Este descuido explica la frecuencia con que las prácticas autoritarias y corporativas, caudillescas y mesiánicas, patrimonialistas y clientelares, excluyentes e intolerantes, han acompañado a la acciones políticas de la izquierda mexicana.

Los grandes proyectos sociales fracasaron porque aplastaron la democracia y la libertad individual y colectiva, con ello cerraron las posibilidades de una economía productiva y de un desarrollo social equitativo. La sociedad y el Estado democrático posible para el siglo XXI, y su economía productiva y con desarrollo social, tienen como condición fundamental de viabilidad la recuperación de la democracia y en ella de la libertad individual y colectiva, un Estado democrático que permita el desarrollo de individuos libres en condiciones de equidad social.

Un partido de izquierda moderno, tiene que ser un partido democrático constituido por hombres libres, por ciudadanos libres. Solo un partido con una amplia vida democrática a su interior y conformado como la asociación libre y voluntaria de sus miembros puede superar autoritarismos y corporativismos, patrimonialismos y clientelismos, caudillismo, exclusiones e intolerancias; y puede contribuir a que estas prácticas políticas premodernas sean superadas en el conjunto de la sociedad, promoviendo el desarrollo de la cultura democrática en la sociedad y en las instituciones de gobierno.

La justicia social, la equidad social, la redistribución del ingreso a favor de los mas empobrecidos hoy es un elemento condicionante y constituyente de una sociedad democrática integrada por hombre y mujeres libres; no es posible la justicia social sacrificando la democracia y la libertad de individuos y grupos, como no son posibles estas sin garantizar a todos los miembros de la sociedad los bienes básicos de la cultura.

El gran retroceso electoral del PRD tiene como uno de sus factores determinantes el no poder constituirse y presentarse ante la sociedad como un partido ciudadano de izquierda democrática, capaz de gobernar con eficacia y eficiencia.

El predominio de las corporaciones en su vida interna, el peso que estas tienen en la definición de sus políticas, de sus cuadros de dirección, de sus candidatos a puestos de elección y hasta de los funcionarios que conforman las administraciones de lo gobiernos perredistas, es manifiesto reiteradamente ante la sociedad; el caudillismo y clientelismo, compañeros inseparable del corporativismo, ha sido repetidamente denunciado y evidenciado ante la opinión pública.

Ciudadanizar al PRD es aún tarea pendiente y requisito básico para su modernización, lo que implica reformas organizativas y estatutarias que definan y delimiten con claridad las relaciones del partido con las organizaciones sociales y sus dirigentes. Los dirigentes de las organizaciones sociales no pueden ser a la vez dirigentes del partido, y no pueden competir por, ni ocupar puestos de elección popular; todo dirigente de una organización social que quiera competir por o ocupar un puesto de dirección partidaria, debe renunciar a su puesto en la organización social; la misma condicionante debe existir para aquellos dirigentes de organizaciones sociales que quieran competir por o ocupar puestos de elección popular.

En cuanto a vida democrática el PRD también ha dejado mucho que desear, baste mencionar las últimas elecciones de su dirección nacional que tuvieron que ser anuladas por el uso generalizado de métodos fraudulentos: rasurado de los padrones, acarreo de votantes, relleno de urnas, robo de urnas, alteración de actas, cambio de ubicación de casillas, compra de votos, parcialidad de órganos electorales. El resurgimiento de la cultura política priista al interior del PRD; en la prensa nacional ha sido ampliamente documentado por los propios miembros del partido este fenómeno. A lo anterior hay que agregar la distribución de puestos y candidaturas como reparto de cuotas entre las corrientes, independientemente de los perfiles políticos que se requieren para tener dirigencias partidarias y fracciones parlamentarias de un altor nivel político; la constitución de corrientes, no como corrientes políticas, sino como grupos de presión para participar en el reparto de cuotas; la transferencia de decisiones a la burocracia del partido en demérito de los órganos de representación directa de las bases (la designación del 50% de la lista plurinominal por parte de los consejos políticos, dejando el otro 50% a las convenciones electorales); la toma de decisiones centralizadas suprimiendo la autonomía de los órganos locales del partido (la imposición de candidatos por parte del Consejo Político Nacional); la aplicación flexible de la normatividad que limita la reelección en puestos de dirección, etc., etc.

El PRD no ha construido las condiciones organizativas para desarrollar una vida democrática a su interior: no existe un padrón de afiliados confiable, ni existen órganos electorales imparciales. En este contexto, abrir sus procesos electorales a la sociedad ha devenido en terreno fértil para que florezcan toda clase de mapacherías; lo mas conveniente es que la elección de sus dirigentes y candidatos sea prerrogativa exclusiva de sus miembros en base a un padrón de afiliados verificado mediante auditorías por distintos órganos de dentro y de fuera del partido; aparte de esta razón pragmática, existe una razón de principio, el partido es una asociación libre y voluntaria de ciudadanos que se unen para proponer a la sociedad programas y candidaturas a puestos de elección popular, por tanto, debe ser prerrogativa de los miembros del partido el decidir que se propone y a quien se propone, los ciudadanos en general deciden sobre las propuestas de los partidos en la elecciones generales y no en las internas del partido; la apertura de las elecciones del partido a la sociedad en general, no ha contribuido a que sus propuestas tengan un mayor apoyo social, como lo demuestra con toda claridad el último proceso electoral federal. Se requiere trabajar para integrar órganos electorales imparciales, eligiendo a personas de reconocida neutralidad, y no como distribución de cuotas en los órganos electorales entre las corrientes.

El PRD ha dejado mucho que desear en su ejercicio como gobierno, la promesa fácil de resolver problemas estructurales en el corto plazo ha actuado en su contra, la integración de los equipos de gobierno a partir de la distribución de espacios entre las corrientes y corporaciones ha producido desempeños gubernamentales deficientes, y ha obstaculizado la conformación de equipos de gobierno a partir de criterios de perfiles profesionales requeridos para ocupar los puestos. Los diputados y senadores surgidos a partir del reparto de las candidaturas entre corrientes y corporaciones, o a través de alianzas pragmáticas, independientemente de los perfiles políticos y profesionales, ha tenido como consecuencia fracciones parlamentarias sin los perfiles requeridos, con pobre participación parlamentaria y, en ocasiones, participaciones que rayan en el ridículo, evidenciando y desprestigiando al partido ante la opinión pública y los electores. Se hace necesario que en los estatutos se establezcan requisitos de capacidades parlamentarias y profesionales para el ejercicio de funciones públicas.

En términos de su oferta de gobierno, esto es de su programa, la parte que se refiere a la reforma política democrática del Estado, es la que más se ha desarrollado por el Partido, por los partidos que venían actuando como oposición al PRI, y en general por la sociedad. En el terreno del programa político los reclamos al PRD están mas en el terreno de sus incongruencias que en su falta de propuestas. La situación se presenta diferente en lo que se refiere al programa económico. Las propuestas aparece en términos negativos: no al TLC, no a la privatización, no a la desregulación; o bien en términos generales: defensa de la soberanía , defensa de la educación pública, defensa del petróleo, defensa del campo; no queda claro a la sociedad qué propone el PRD para recuperar el crecimiento de la economía, incrementar las inversiones, generar más empleo, elevar los salarios, incrementar la competitividad de nuestros productos en el mercado mundial, aumentar los recursos fiscales, etc., etc., y cómo se propone lograrlo. Similar cosa se presenta con el programa social: qué propone para elevar la calidad de la educación pública y de los servicios de salud pública, y cómo piensa alcanzarlo, para mencionar dos ejemplos. El corporativismo, eufemísticamente llamado entre nosotros como movimientos y organizaciones sociales, se aparece como un lastre que traba la posibilidad de plantear propuestas concretas, ya que estas las mas de las veces implican el desmontaje de estructuras corporativas y clientelares, costosas e ineficientes, que usufructuando privilegios que se presentan como conquistas laborales, muchas de las cuales solo benefician a las burocracias, gravitan pesadamente sobre los diversos sectores de la producción y los servicios impidiendo elevar su productividad y la calidad de sus bienes y servicios.

En relación a la estrategia del partido, la crítica generalizada es por las alianzas pragmáticas; el retroceso en Zacatecas, Tlaxcala y el D.F. va arrojando luz sobre su verdadero alcance. El problema no está en hacer alianzas con expriistas o con panistas sino en el contenido de esas alianzas que se ha centrado en los candidatos mas que en los programas, se acepta una alianza por el perfil triunfador del candidato o se rechaza por querer mantener la candidatura para el partido (el fracaso de la alianza opositora apareció ante la sociedad como desacuerdo por candidatos mas que desacuerdo por programas), se asumen candidaturas de lideres (caudillos) de movimientos y organizaciones sociales, léase corporaciones, porque se piensa que van a traer votos independientemente de sus perfiles políticos y profesionales. El partido requiere avanzar firmemente en una línea de alianzas estratégicas fundadas sólidamente en un programa por una sociedad democrática con una economía en crecimiento y con progreso social.

Los resultados electorales del 2 de julio, sin duda introducen cambios sustantivos en la vida política nacional, el partido debe mantenerse como una oposición democrática y de izquierda al gobierno foxista, pero dadas las grandes expectativas que se han creado en la población ante la alternancia en el ejecutivo y ante el nuevo gobierno, no parece lo más pertinente la actitud de oposición beligerante y falta de autocrítica que viene desplegando el partido por boca de sus principales voceros y dirigentes, tácticamente una oposición propositiva y autocrítica pudiera rendirle mejores frutos al partido para mantener contacto con los sectores de la población que hoy mayoritariamente se volcaron por el voto panista, y no encerrarse y aislarse en el voto duro perredista. Fundar la táctica en lo que se piensa que va hacer el gobierno foxista y no en lo que está haciendo puede conducir al partido a un mayor aislamiento del conjunto de la sociedad.

A mi entender el reto que tenemos enfrente, como corriente política, no está entre una izquierda revolucionaria y una izquierda reformista, como lo fue en la década de los setenta y ochenta; sino, a partir del 88 con toda claridad, la disyuntiva esta entre una izquierda democrática y civilizada o una izquierda autoritaria y violenta. Esta disyuntiva es congruente con la que se le presenta a nuestra sociedad en este principio de siglo: o se moderniza en forma civilizada y democrática, lo que no se debe entender como exenta de conflictos, o se polariza y se desliza hacia la confrontación violenta entre los grupos sociales y hacia la instauración de un régimen autoritario, de cualquier signo. La Historia no es fatalidad ni está preescrita como pensábamos, la Historia la hacemos las mujeres y los hombres libres de nuestro México.

POR UNA IZQUIERDA DEMOCRÁTICA.
Atizapán de Zaragoza, Estado de México, a 8 de julio del 2000.

From: Carlos Sifuentes simc@prodigy.net.mx
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