Consejo de Diálogo Social y Movimiento Sindical

Tlahui-Politic 9 I/2000. Información enviada a Mario Rojas, Director de Tlahui. Chile, a 20 de Abril, 2000. CHILE: Consejo de Diálogo Social y Movimiento Sindical. Por Sergio Ramírez.

Ante la proximidad del Primero de Mayo, los trabajadores chilenos tienen el imperioso desafío de analizar el significado y trascendencia de la Central Unitaria de Trabajadores (CUT) y del movimiento sindical en general en la vida político-económica y fundamentalmente, por su carácter inmediato, en la real situación de la fuerza laboral, con millones de trabajadores que viven de un salario, mayoritariamente insuficiente, para atender sus necesidades básicas.

En tal análisis debe estar presente que la existencia de una organización sindical se debe evaluar adecuadamente, más allá de su actual debilitada representatividad, por las condiciones que ha tenido que enfrentar en las últimas décadas. En efecto, las acciones contra el movimiento sindical en tiempos de dictadura son incontables: persecusiones, ilegalidad, asesinatos y exilio de dirigentes, confiscación de sus bienes, terror empresarial, legislación laboral represiva, etc. Mientras que en la década de gobierno de la Concertación ha sido objeto de permanentes intentos de división y cooptación pra insertarlo en una supuesta modernidad, definida por las transnacionales, o someterlo a políticas que consolidan y profundizan la herencia dictatorial. Lamentablemente, los esfuerzos desplegados para enfrentar y superar tales acciones y sus propios propios errores y falencias ideológicas no logran impedir constatar, al hacer un balance desde el período dictatorial al presente (973-2000), que se han producido serios retrocesos que afectan al conjunto del movimiento sindical y que inciden en la situación y destino de millones de trabajadores y sus familias, que dependen de la venta de su fuerza de trabajo.

La afiliación sindical ha disminuido significativamente. En 1992 el total de los militantes sindicales era de 724. 065, mientras que 6 años después (1998) alcanzaban a 611535. Es decir, una disminución de un 15,5% (112. 530 afiliados). Cifras que representan una evolución negativa desde un 22,4% de afiliación sindical de toda la fuerza laboral en 1991, a sólo un 16,3% en 1998. Además, incluyendo a las organizaciones de funcionarios públicos (creadas en 1994), se mantiene la tendencia regresiva. En efecto, en 1995 los sindicalizados eran un 21% de la totalidad de los trabajadores y 3 años después (1998) representaban sólo un 19,9% de la masa total. Tal disminución contrasta con los niveles de sindicalización logrados durante el gobierno de Salvador Allende, y es inversamente proporcional con el número de organizaciones sindicales: en 1992 existían 10. 756 sindicatos y en 1998 habían aumentado a 14. 276. Es decir, mientras disminuye el número de afiliados, aumenta la cantidad de entidades gremiales.

Hecho singular que provoca que el número promedio de afiliados por sindicato disminuya de 67,3 a 42,8 en el período indicado, debilitando también su capacidad de negociación. Hechos que se reflejan en la disminución del número de trabajadores que participan en procesos de negociación colectiva contemplados en el Código de Trabajo: en 1989 alcanzaba a 343. 809 trabajadores y que en 1997 llega a un poco más del 50% (186. 411). Tal tendencia regresiva se refleja también en los reajustes de salarios reales. Así, en 1989 los reajustes fueron de un 4,06% como promedio nacional, para llegar a 1998 a sólo 1,40%, de acuerdo a informes oficiales. Además, cada uno de los antecedentes anteriores se expresan en la disminución de sus ingresos en relación con la productividad media de la economía del país. En efecto, en 1989 la productividad media fue de un 4,7% y los reajustes reales de remuneraciones fueron, alcanzaron a un 4,06%; y en 1996 la relación fue de un 5,9% de aumento de la productividad y un 1,37% en las remuneraciones. Es decir, los aumentos salariales han sido cada vez más inferiores al aumento de la productividad de los mismos trabajadores. Esto explica el constante crecimiento del porcentaje de trabajadores que perciben remuneraciones inferiores al ingreso mínimo legal. Así lo certifican antecedentes del Ministerio de Planificación. Ellos señalan que en 1990, un 5,6% del total de asalariados tenían remuneraciones por debajo de tal mínimo, y que en 1996 dicho porcentaje creció a un 8,0%, siendo en la actualidad más elevado.

SIN GRANDES DIFERENCIAS CON RESPECTO A LA DICTADURA

A pesar de haber transcurrido más de 10 años de gobierno de la Concertación, los trabajadores no visualizan modificaciones sustanciales en sus condiciones de vida y trabajo con respecto a la dictadura. Los cambios son insignificantes: no tienen libertad de expresión, de organización y viven en condiciones paupérrimas, con ingresos miserables en comparación con los que perciben sus empleadores. Más de 3 millones de asalariados carecen de organización sindical y están impedidos de plantear sus reivindicaciones en procesos de negociación colectiva. Tal situación no presenta perspectivas de cambiar. En efecto, con un total desencuentro entre trabajadores y empresarios en materia de seguro de desempleo, concluyó la jornada del "Consejo de Diálogo Social" dedicada al tema.

Los empresarios rechazan contribuir con el 2,9% al financiamiento del seguro. Tal contribución se desglosa en un 1,9% que sería un anticipo de la indemnización por años de servicio, a lo cual se añade un 1% adicional. Para los trabajadores es inaceptable que se pretenda cubrir este aporte con cargo a las indemnizaciones por años de servicio, derecho adquirido tras duras luchas. Como ha señalado la CUT, se vulnera una conquista que ya se redujo drásticamente en los años de dictadura, estableciendo además un límite de 11 años para ser beneficiados con el pago de la indemnización. Además, la propuesta del gobierno incrementa el nivel de ahorro forzoso de los trabajadores en un 0,6% adicional de su remuneración bruta. Actualmente, sus ingresos brutos destinados a ahorro forzoso o impuestos indirectos disminuyen sensiblemente su capacidad adquisitiva. De cada $100. 000 sólo pueden destinar a consumo $65. 600, debido al ahorro forzoso y la casi totalidad de ese miserable ingreso es gravada por el IVA. Mientras que los niveles de ingreso que establece el seguro de desempleo contemplan un piso de 50 mil pesos no cubre las necesidades de una persona y, por cierto, menos las de un hogar. Tal monto irá decreciendo en 5% cada 30 días en los 5 meses que dura su vigencia, de modo que al quinto mes alcanzará a sólo $40. 000 ($1. 333 diarios). A su vez, el techo se ubicará en $140. 000, cubriendo en muchos casos un porcentaje muy bajo de la remuneración obtenida antes de quedar desocupado.

La diferente interpretación del papel que debe jugar el seguro de cesantía es para empresarios y trabajadores un importante punto de contradicción. Los primeros lo necesitan para la flexibilización del "mercado del trabajo", factor fundamental en la sustentación del modelo que busca "preservar la competitividad de las empresas", reduciendo los costos salariales. En tanto, para los trabajadores es cuestión de dignidad. Estos requieren de un subsidio que brinde un auxilio suficiente a quienes pierdan su fuente de trabajo. Este es un punto que, más allá de las cifras, confronta intereses de clases. La determinación del presidente Lagos a enviar al Parlamento un proyecto de ley sin el acuerdo de los "dialogantes", devela el real sentido de la instancia que creara, toda vez que enfatiza su derecho a proponer leyes aun cuando las discrepancias dentro del Consejo no hayan sido superadas. El aporte estatal para financiar el Fondo será de 10 a 12 millones de dólares anuales, obtenidos en base a la política de "restricción presupuestaria" definida por el Ejecutivo. Es decir. no se contempla variación alguna en la estructura tributaria, que pudiera generar nuevos recursos para cubrir sus requerimientos. Sin embargo, se asignan cientos de millones de dólares para otorgar subsidio al fondo de estabilización del petróleo, que beneficia principalmente a quienes lo consumen en mayor cantidad. Además, se cubre con cargo al presupuesto fiscal el déficit previsional de las FF. AA y Carabineros, que alcanza a los US$1. 100 millones anuales, es decir 110 veces más la suma establecida en el proyecto de seguro. Estas sumas equivalen a un tercio del gasto militar total, que correspondería a US$3. 000 millones. Por lo cual, la pretensión del gobierno al impulsar mecanismos de diálogo es dar un nuevo rostro al sistema imperante. Pero, su funcionamiento debería apuntar a los objetivos reales para los que han sido concebidos. No basta el enunciado con que pueda encubrir los verdaderos propósitos de poderosos empresariados. El gobierno no irá en contra de lo que esto se aspiren, cuando ya existen acuerdos preliminares con él. Por lo cual, los trabajadores deberán estar concientes de que no tendrán expectativas de éxito si no se encuentran organizados y dispuestos a movilizarse tras sus demandas.

SE DEBEN APLICAR LOS CONVENIOS INTERNACIONALES

El gobierno enviará uno o varios proyectos de ley de reformas laborales en septiembre y no antes del 21 de mayo como se comprometió el Presidente Lagos, ya que privilegiará la "política de los consensos", según expresó el 13 de marzo: "Mi propósito es que se pueda enviar un proyecto de ley sobre las reformas laborales antes del 21 de mayo (...) lo más consensuado posible. En aquellos lugares donde no haya consenso, el Presidente decide". En tal perspectiva, concordó recientemente con los representantes de los empresarios y de la CUT una agenda de trabajo con seis puntos básicos para debatir las reformas laborales. El debate continuará con el propósito de convenir acuerdos que se puedan traducir en uno o varios proyectos de ley que el Ejecutivo enviaría al Congreso Los temas son derechos laborales; las relaciones colectivas de trabajo donde hay elementos como libertad sindical, negociación colectiva. Tal determinación nace días antes de la elección presidencial (12 de diciembre 1999) Frei repuso el proyecto de Reforma Laboral, que había permanecido archivado por más de 5 años y que en su momento había sido rechazado incluso por la CUT dado que sus indicaciones no fueron consideradas. Tal proyecto que tiene su origen en el llamado Acuerdo Social suscrito entre el gobierno de Aylwin y la CUT, presidida por Manuel Bustos (DC), se convirtió en elemento propagandístico de la candidatura de Lagos. Posteriormente fue rechazado por la derecha en el Senador. Ahora será un tema principal durante el primer período de gobierno de Lagos, y definirá las relaciones que se establecerán entre el Ejecutivo y los trabajadores.

En la reunión de Lagos con la directiva de la CUT, quedó en evidencia que existen diferencias en como perfeccionar la normativa legal que regula las relaciones laborales. El presidente formuló la necesidad de impulsar un "nuevo proyecto de Reformas laborales". No estaba de acuerdo con la propuesta de Frei. Concordaba más con las expresiones de Steve Terni, Presidente de la Cámara Chileno-Norteamericana y de la compañía minera Disputada de las Condes, que sostenía que"... desde su inicio tuve objeciones con el proyecto anterior, principalmente algunos aspectos como la negociación colectiva por ramas, no contratar reemplazantes durante la huelga, el involucramiento del gobierno en la mesa de negociación, la obligación de compartir información privilegiada, que eran muy inconvenientes en el proyecto del gobierno... ". Ambos planteamientos no consideran el pensamiento de los trabajadores de que más que una Reforma Laboral, se tienen que aplicar los convenios 87 y 98 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), que se refieren a la libertad sindical y la negociación colectiva, derechos conculcados por la dictadura militar y que durante 10 años los gobiernos de la Concertación no han intentado realmente reponerlos. En efecto. la dictadura impuso el Código Laboral actual en 1980, que terminó con el marco jurídico laboral que los trabajadores habían conquistado tras décadas de lucha. Mientras que en los últimos 10 años, cualquier trámite legislativo laboral ha durado 5 años. Por eso, para los trabajadores, la falta de libertad sindical y de negociación colectiva no pasa por un nuevo proyecto de reformas laborales, sino por aplicar los convenios internacionales 87 y 98, ratificados por el gobierno de Frei en febrero de 1999.

Los convenios son tratados tripartitos, aprobados por los gobiernos, trabajadores y empresarios que conforman la Asamblea General de la OIT. El Convenio 87 se refiere al tema de la libertad sindical y la protección del derecho de sindicalización. En él se sostiene que "los trabajadores y los empleadores, sin ninguna distinción, tienen el derecho de construir las organizaciones que estimen convenientes, y de afiliarse a organizaciones de su propia elección, con el objeto de promover y defender sus respectivos intereses". Además, señala que tales organizaciones tienen el derecho de redactar sus propios reglamentos, elegir sus representantes, organizar su administración y formulas sus programas de acción, y que las autoridades públicas deben abstenerse de toda intervención que pueda limitar ese derecho o entorpecer su ejercicio legal. Agrega que ellas no pueden disolverse por vía administrativa y que las organizaciones compuestas (federaciones, confederaciones, etc) gozan de las mismas garantías que las organizaciones primarias (sindicatos bases). Mientras que el Convenio 98 se refiere al derecho de sindicalización y negociación colectiva. Establece que los trabajadores deben gozar de protección contra toda discriminación de la libertad sindical y que deben estar protegidos contra la posibilidad de que se rechace su contratación por su afiliación o participación en actividades sindicales. Tal protección debe alcanzar a los trabajadores contra el despido y a los actos destinados a favorecer la dominación, la financiación y el control de organizaciones gremiales por los empleadores; y se deben crear organismos para garantizar el derecho a la sindicalización. Porlo cual, una democrática política laboral se expresa en cómo y cuándo poner en vigencia estos convenios y cómo resolver sus contradicciones con el actual Código Laboral. En efecto, ambos convenios fueron legalmente ratificados. Es decir, deberían ser parte de la normativa legal chilena, debido a que se trata de normas supralegales, que estarían sobre la ley común (Código del Trabajo). Ante esta situación, los convenios 87 y 98 están en vigencia desde el 1o de Febrero de este año, ya que "un estado no puede invocar frente a otro estado su propia constitución para sustraerse de las obligaciones que impone el Derecho Internacional a los tratados vigentes", según señala la Convención de Ginebra. Este principio obliga al gobierno de Chile a poner en vigencia los citados convenios, sin que haga necesario trámite legislativo alguno ni su publicación en el Diario Oficial. En consecuencia, lo que corresponde es que todo el articulado del Código Laboral chileno que entra en contradicción con los convenios 87 y 98 sea derogado automáticamente y por trámite simple del ejecutivo. Formar Consejos de Diálogo Social es tratar de eludir el cumplimiento de las normas internacionales citadas mediantes un contubernio contra los trabajadores.

A MANERA DE CONCLUSIONES

De la situación descrita se desprenden varias conclusiones. En relación a las organizaciones laborales y a los resultados de sus reivindicaciones, se puede sostener que no se puede seguir con las orientaciones que han determinado el quehacer sindical hasta el presente. Los resultados reseñados demuestran el fracaso de una visión conciliadora con las políticas laborales y económicas neoliberales, producto de inconsecuencias ideológicas o de subordinación a concepciones políticas, que buscan instrumentalizar su acción a posiciones coyunturales marcadas por el oportunismo y la traición a los intereses de clases. Por lo cual, una política de búsqueda de acuerdos que no inciden en las causas fundamentales de la regresiva situación actual, o que se autolímite a mantener espacios de subsistencia para controlar pequeñas cuotas de poder sindical, no revertirá las tendencias al deterioro creciente de las condiciones de existencia de los trabajadores. Aceptar nuevamente una política de diálogos con empresarios y gobierno, ambos partidarios del neoliberalismo, sin que se eliminen los obstáculos institucionales que limitan el pleno ejercicio de las libertades de sindicalización y negociación colectiva aparece como un retroceso en el desarrollo de una política independiente del sindicalismo chileno. Es cierto que los tiempos han cambiado y mucho, pero la esencia del proceso productivo en la economía todavía descansa en el trabajo de multitudes. Una verdad sencilla, pero omitida en las negociaciones.

From: Comité Internacionalista Arco Iris ale.Ramón@numerica.it
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