Acuerdo de la Mesa de Diálogo sin participan organismos de derechos humanos

Tlahui-Politic 9 I/2000. Información enviada a Mario Rojas, Director de Tlahui. Chile, a 14 de Junio, 2000. Chl - Se hace público el acuerdo de la Mesa de Diálogo en la que no participa ningún organismo de derechos humanos. Equipo Nizkor. Derechos Human Rights. Serpaj Europa. Información.

UNA NEGOCIACIÓN ENTRE EL GOBIERNO Y EL EJÉRCITO PERMITIÓ ACELERAR LA FIRMA; LAGOS FUE EL GRAN IMPULSOR DEL PACTO

La firma del documento de la mesa de diálogo comenzó a ser posible el lunes 2 de junio. Ese día, el Presidente almorzó con los cuatro comandantes en jefe en el Diego Portales, y juntos acordaron impulsar el mecanismo que había planteado la abogada Pamela Pereira.

El histórico acuerdo que la madrugada del 12 lunes firmaron los 24 integrantes de la mesa de diálogo se había cuajado en sólo tres días, y dos semanas atrás. El pacto tuvo tres grandes protagonistas: el Presidente Ricardo Lagos; el comandante en jefe del Ejército, general Ricardo Izurieta; y la abogada de derechos humanos Pamela Pereira.

Ellos tres sellaron el primer acuerdo sobre derechos humanos que logra ver la luz en 10 años de transición. El jueves 29 de mayo, Pamela Pereira se reunió con el mandatario en La Moneda. En sus manos llevaba una propuesta propia para encontrar la información que permitiera dar con el paradero de los detenidos desaparecidos. Fuentes de gobierno aseguran que la relación entre Lagos y la abogada es estrecha, que el mandatario le tiene aprecio y que en vista de eso Pereira decidió recurrir personalmente al Presidente. La mesa de diálogo estaba a punto de fracasar, y quería tantear su propio mecanismo antes de que fuera demasiado tarde.

Lagos leyó el documento y percibió que con él era viable negociar un acuerdo con las Fuerzas Armadas. El ministro de Defensa, Mario Fernández, realizaba una visita oficial a Estados Unidos, y volvió recién el domingo 1 de junio a Chile. Ese día Lagos lo llamó, y le dijo que creía en la posibilidad de cerrar la mesa. Un día después, el lunes 2, el Presidente almorzó en el piso 22 del edificio Diego Portales junto a Fernández y los cuatro comandantes en jefe de las Fuerzas Armadas: el general Ricardo Izurieta (Ejército), el almirante Jorge Arancibia (Armada), el general Patricio Ríos (Fach) y el general Manuel Ugarte (Carabineros).

En ese encuentro, Lagos reseñó ante los jefes castrenses el documento que le había llevado Pereira, y les dijo que sólo a través de la ubicación de los cuerpos podría aplicarse la amnistía para los militares procesados por casos de derechos humanos. Los generales se mostraron dispuestos a discutir el proyecto, que en rigor ya conocían: el viernes anterior, y en el ministerio de Defensa, Pamela Pereira se había reunido con los cuatro representantes uniformados de la instancia para presentarles su propuesta.

Fernández decidió así citar, para el miércoles 7, a una sesión de urgencia de la mesa de diálogo. La instancia tenía dos temas en tabla: discutir una nueva propuesta planteada por el comité redactor de la mesa, presidido por el científico Claudio Teitelboim y el asesor del ministerio de Defensa, Luciano Fouilloux; y evaluar la propuesta que Pamela Pereira haría dentro de la instancia. Tras la exposición de ambos documentos, los uniformados dijeron estar inclinados a aprobar la propuesta de la abogada.

Los integrantes civiles de la instancia, que dudaban ya de la repentina disposición de los militares por esa nueva propuesta, elevaron sus críticas. Los más duros fueron el historiador Gonzalo Vial y el abogado José Zalaquet, que consideraron extremadamente débil la fórmula. El primero, incluso, no firmaría el lunes siguiente el acuerdo, tras retirarse sólo media hora después de que comenzara la última sesión.

Al día siguiente, y cuando el documento de la abogada ya se había impuesto, se comenzó a redactar el primer borrador. El trabajo, sin embargo, se fue demorando, y los miembros se entramparon en párrafos puntuales. La idea de Mario Fernández era sacar adelante el acuerdo a toda costa ese día, para anunciarlo el viernes a las 16 horas. Pero la sesión no dio frutos, y se decidió continuar al día siguiente.

El ministro, al darse cuenta de que las discrepancias eran mucho más profundas, decidió suspender la misma mañana del viernes la sesión fijada para esa tarde, y optar por una neuva fórmula de trabajo: establecer un nuevo comité redactor que se encargara del documento. Así, durante toda la tarde del viernes el abogado de derechos humanos, Héctor Salazar; el enviado de los "civiles", José Zalaquet; el subsecretario de marina, Ángel Flisfisch; y el representante de la Fach, Ignacio Concha, afinaron párrafo a párrafo el texto.

A las 21 horas de ese día, el comité redactor envió a los restantes miembros de la mesa el borrador, para que lo analizaran durante el fin de semana. El temor, sin embargo, cundió: se temía que en esos dos días los contenidos se filtraran, y bloquearan un acuerdo. El propio Presidente, desde su parcela en Caleu, se mantuvo al tanto de las discusiones, y así se llegó al lunes, y a la última sesión de la mesa.

A partir de las 16 horas, la integrantes comenzaron a discutir, palabra por palabra, el texto. Por turnos, fueron planteando sus reparos para luego consensarlos. A las 0. 30 horas de la madrugada del martes, el documento estaba a sólo pasos de firmarse.

El representante del Ejército, general Juan Carlos Salgado, se levantó de su asiento y pronunció un discurso patriótico llamando a la mesa a no desaprovechar la oportunidad para solucionar el tema de los desaparecidos y dar consuelo a las víctimas. Las palabras del uniformado emocionaron a los presentes, y en ese ánimo se fueron a un receso. l Entonces abandonaron la sala el ministro Fernández y los cuatro uniformados. Subieron juntos en el ascensor con la misma misión. El primero informó al Presidente de los contenidos del acuerdo. Los representantes castrenses hicieron lo propio con sus respectivos comandantes en jefe, quienes establecieron una nueva exigencia: que se retirara del texto la frase "desapariciones, asesinatos y torturas en que incurrieron órganos y agentes del Estado durante el gobierno militar", porque implicaba el reconocimiento de la responsabilidad institucional de las Fuerzas Armadas de las violaciones de los derechos humanos".

Las últimas dos horas de la mesa se usaron en consensar ese conflicto. Finalmente, los uniformados impusieron los términos: la frase que quedó habla de "graves violaciones a los derechos humanos, en que incurrieron agentes de organizaciones del Estado durante el régimen militar".

Con esa impasse resuelta, sólo quedaba un sólo punto por superar: Que del documento final se retirara la expresión "la mesa de diálogo hace plena fe" de la afirmación de los mandos de las Fuerzas Armadas y Carabineros en el sentido de que sus respectivas instituciones no cuentan actualmente con esa información.

Esa exigencia fue planteada por los abogados de derechos humanos, porque consideraban que era dar por como cierto un hecho que ellos sólo utilizaban como hipótesis. [Fuente: Diario La Tercera, Santiago de Chile, 14jun00]

EN EL PACTO DE LA MESA DEL DIÁLOGO NO PARTICIPA NINGÚN ORGANISMO DE DERECHOS HUMANOS CHILENO.

El acuerdo final sobre derechos humanos no sorprende por su contenido, ya que sus tesis habían sido ampliamente debatidas en la última década. La gran hazaña consiste en el respaldo de los principales sectores políticos y sociales del país.

Por una de esas ironías de la historia, en un martes 13 se firmó el acuerdo más buscado por los chilenos en la última década: un pacto sobre derechos humanos con la rubrica del Gobierno, de las Fuerzas Armadas, de los abogados defensores de las víctimas, de las principales instituciones religiosas y con la venia de los partidos de la Concertación y de la Alianza por Chile.

Antes de cumplir los 100 días de gobierno, ayer a las 13 horas, el Presidente Ricardo Lagos pudo reunir a representantes de todas esas entidades en La Moneda para anunciarle al país la noticia, generada en la misma madrugada del martes 13 por los miembros de la mesa de diálogo.

El pacto logrado no impresiona tanto por su contenido, ya que sus tesis habían sido discutidas en numerosas ocasiones a lo largo de la última década. Su valor está en el apoyo transversal a sus postulados. En síntesis, éstos son el compromiso de los militares de recabar información sobre los desaparecidos, manteniendo sigilo de las fuentes; el compromiso implícito de que se aplique la Ley de Amnistía una vez conocido el paradero o la fecha de defunción de los desaparecidos; y una condena al uso de la violencia política en todos sus géneros, entre otros puntos.

Por eso la ceremonia realizada ayer en La Moneda se caracterizó por la diversidad de los invitados, entre los que se incluyó al ex abanderado de la oposición, Joaquín Lavín, invitado por el ministro del Interior, José Miguel Insulza, cerca de las 11 de la mañana. Los ausentes fueron otros: los familiares de los detenidos desaparecidos que ya han manifestado su rechazo al acuerdo de la mesa y algunos personeros del PS, que en privado, han explicitado sus reparos.

LOS PERSONAJES CLAVE

Pero, en lo que se refiere a personajes, son tres los que tuvieron el principal protagonismo en lo que se considera el último capítulo de la transición iniciada tras la derrota del general Augusto Pinochet en 1988: el Presidente Ricardo Lagos, el comandante en jefe del Ejército, general Ricardo Izurieta, y la abogada de derechos humanos Pamela Pereira.

Lagos logró lo que sus dos antecesores no pudieron conseguir al hacer suya las tesis de Pamela Pereira, que prevalecieron en el acuerdo final, y -más importante aún- lograr que éstas fueran aceptadas por el general Ricardo Izurieta y los demás timoneles de las Fuerzas Armadas y de Orden.

Uno de los episodios decisivos para el desenlace ocurrió en el piso 22 del Ministerio de Defensa, el lunes 2 de junio, cuando almorzaron Lagos, Izurieta, el ministro de Defensa, Mario Fernández, el almirante Jorge Arancibia (Armada), el general Patricio Ríos (Fach) y el general Manuel Ugarte (Carabineros).

A la hora de los reconocimientos, Lagos incluyó una mención especial al ex ministro de Defensa Edmundo Pérez Yoma, creador de la mesa en el último semestre del año pasado, en medio de las tensiones provocadas por la prolongada detención de Pinochet en Londres.

Lagos le hizo justicia a Pérez Yoma por sobre el ex Presidente Eduardo Frei, a quien agradeció haber "aceptado crear la mesa de diálogo", una forma elegante de mostrar que no fue su obra. En realidad, se trató de un gesto generoso: la verdad histórica muestra que Pérez Yoma armó la mesa pese a la resistencia de Frei y su círculo más cercano. De hecho, el ex Mandatario sólo la legitimó varios días después.

La mención especial a Pérez Yoma también se justificaba porque, si bien abandonó la mesa de diálogo al traspasar el cargo a Mario Fernández, los grandes conductores de los trabajos fueron integrantes del equipo que formó durante su gestión en Defensa. El propio Fernández fue uno de ellos, además del ex subsecretario Luciano Fouillioux. En todo caso, la mesa produjo el histórico acuerdo cuando todo indicaba que terminaría sus labores sin resultados concretos. En las siguientes páginas, se relata paso a paso cómo se gestó el pacto, el papel de sus principales personajes, las claves del texto aprobado y análisis respecto de su impacto para el país. [Fuente: Diario La Tercera, Santiago de Chile, 14jun00]

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