En el Senado condicionan el Plan Colombia a la certificación de los DH

Tlahui-Politic 9 I/2000. Información enviada a Mario Rojas, Director de Tlahui. Colombia, a 28 de Mayo, 2000. Col/Usa - Comité del Senado propone condicionar el Plan Colombia a el cumplimiento de certificaciones sobre respeto a los Derechos Humanos. Equipo Nizkor, miembro del Serpaj Europa, Derechos Human Rights (USA) y del GILC (Global Internet Liberty Campaign). Información.

UN COMITÉ DEL SENADO NORTEAMERICANO CONDICIONA LOS DESEMBOLSOS DEL PLAN COLOMBIA A EL CUMPLIMIENTO DE CLÁUSULAS DE DERECHOS HUMANOS.

TEXTO COMPLETO.
LEY SOBRE ASIGNACIÓN PRESUPUESTARIA PARA OPERACIONES EXTRANJERAS, FINANCIACIÓN DE EXPORTACIONES Y PROGRAMAS CONEXOS PARA 2001.
11 de Mayo de 2000

El Comité toma nota de que si bien el Gobierno Colombiano ha destituido a algunos oficiales del ejército por su vinculación con grupos paramilitares, ninguno de estos oficiales ha sido procesado. Durante el debate sobre la solicitud suplementaria, el Comité ha escuchado testimonios sobre los persistentes y extendidos vínculos entre el personal militar del Ejército colombiano y los grupos paramilitares. La Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (UNHCHR) ha informado del notable incremento de las masacres a manos de grupos paramilitares a lo largo de 1999. El Comité está al corriente de las promesas públicas efectuadas por los oficiales colombianos en el sentido de proteger los derechos humanos y procesar en los tribunales civiles ordinarios a los miembros de las fuerzas armadas responsables de violaciones a los mismos y del apoyo, ayuda o encubrimiento a grupos paramilitares.

Sin embargo, al Comité le preocupa el hecho de que el Gobierno colombiano no haya otorgado prioridad suficiente a la cuestión de los derechos humanos. En 1997 el Tribunal Constitucional de Colombia dictaminó que las violaciones graves contra los derechos humanos debieran ser enjuiciadas por tribunales civiles, pero sin embargo, el ejército colombiano ha intentado regularmente y conseguido que tales casos sean transferidos a los tribunales militares en los que ha menudo languidecen indefinidamente. El Comité advierte que, en cambio, la Policía Nacional colombiana ha sido más contundente a la hora de destituir a aquellos miembros de la misma implicados en violaciones a los Derechos Humanos, corrupción y tráfico de drogas.

La solicitud de la administración incluye financiación para programas relacionados con los derechos humanos, la administración de justicia y programas para la paz. El Comité apoya estas actividades y ha provisto de financiación adicional para las mismas.

Sin embargo, el sistema judicial colombiano es corrupto e ineficaz, y cientos de investigadores y fiscales de derechos humanos han tenido que abandonar el país por motivos de las amenazas de muerte. Llevará años conseguir que el estado de derecho prevalezca en Colombia. Dados los persistentes y extendidos problemas de derechos humanos existentes en Colombia, el Comité considera que las cantidades substanciales en asistencia para las fuerzas armadas colombianas previstas en esta Ley deben ser supeditadas a la protección eficaz de los derechos humanos y al castigo de los individuos que los violan. El Comité ha incluido tales condiciones, las cuales son coherentes con las promesas de los oficiales colombianos. Además, el Comité encarga al Secretario de Estado que presente un informe a los Comités presupuestarios del Congreso, que ha de contemplar lo siguiente:

1. Una descripción del alcance en que las Fuerzas Armadas colombianas hayan procedido a suspender a miembros de las mismas sobre los que existan acusaciones fundamentadas de haber cometido graves violaciones a los derechos humanos, y si estos han sido puestos a disposición de la justicia civil colombiana, incluyendo una descripción de los cargos que se les imputan y el estado de tales casos.

2. Un informe de evaluación de los esfuerzos realizados por las Fuerzas Armadas colombianas, la Policía Nacional y el Fiscal General para desmantelar los grupos paramilitares, incluyendo los nombres del personal de las Fuerzas Armadas colombianas puestos a disposición de la justicia por apoyar y encubrir a grupos paramilitares y los nombres de los líderes y miembros de estos grupos que han sido imputados, arrestados y enjuiciados.

3. Una descripción del alcance de la cooperación de las Fuerzas Armadas colombianas con las autoridades civiles en materia de investigación y persecución jurídica de las violaciones de los derechos humanos cometidas por su personal, incluyendo el número de su personal que está siendo investigado por violaciones a los derechos humanos y que ha sido suspendido de sus obligaciones por ello.

4. Una descripción del alcance en que se está investigando los ataques contra defensores de los derechos humanos, fiscales e investigadores gubernamentales, y oficiales del sistema de justicia civil en Colombia, así como aquellos perpetradores de estos actos que hayan sido puestos a disposición de la justicia.

5. Una estimación del número de civiles colombianos desplazados como consecuencia de la "estrategia en el sur de Colombia", y las acciones que se hayan tomado para satisfacer las necesidades sociales y económicas de estas personas.

6. Una descripción de las medidas adoptadas por los Estados Unidos para promover y apoyar un acuerdo negociado entre las partes del conflicto colombiano. Este informe ha de ser presentado a los 60 días de la fecha de promulgación de la Ley, y a partir de entonces, cada 180 días durante el tiempo dure la provisión de recursos presupuestarios contemplada por esta Ley.

NIÑOS SOLDADOS.

El Comité reconoce el serio problema de los niños soldados enrolados por todas las partes del conflicto en Colombia. El uso de los niños soldados continúa siendo generalizado no sólo a manos de los militares, sino también de los grupos paramilitares y guerrilleros. Hay miles de niños menores de 18 años que están sirviendo en las Fuerzas Armadas colombianas. Hasta el 50 por cien de algunas unidades paramilitares se componen de niños cuya edad llega incluso a los ocho años.

Los tres mayores grupos colombianos reclutan niños, y algunas unidades de la milicia están formadas por hasta un 85 por ciento de niños, muchos de ellos por debajo de los quince años. El Comité ordena al Secretario de Estado que transfiera 5 millones de dólares al Departamento de Trabajo para la rehabilitación y desmovilización de niños soldados. El Comité reconoce el importante trabajo en materia de rehabilitación de niños soldados que está siendo llevado a cabo en Colombia por organizaciones no gubernamentales, entres ellas, la Coalición Colombiana contra el Uso de Niños Soldados, Justapaz, Asoda, Ceda Vida y Defensa de los Niños Internacional. El Comité urge al Departamento de Trabajo para que coopere con estos y otros grupos similares en el desarrollo y la financiación de programas encaminados a la asesoría, educación y servicios de reintegración a ex niños soldados.

SEC. 6101. CONDICIONES PARA LA AYUDA A COLOMBIA.

(a) CONDICIONES

(1) CERTIFICACIONES REQUERIDAS- La ayuda prevista en este epígrafe puede ser suministrada a Colombia en los ejercicios fiscales 2000 y 2001 solamente si el Secretario de Estado certifica a los Comités del Congreso sobre asignaciones presupuestarias antes de que la disposición efectiva de los fondos se lleva a cabo para cada uno de esos años fiscales, que:

(A)(i) el Presidente de Colombia ordene por escrito que el personal de las Fuerzas Armadas colombiana sobre el que pesen acusaciones fundadas de haber cometido graves violaciones a los derechos humanos será puesto a disposición de la justicia civil, de conformidad con la Sentencia de 1997 del Tribunal Constitucional de Colombia relativa a las jurisdicción de los Tribunales civiles en materia de Derechos Humanos, y

(ii) que el Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas colombianas procesada a suspender de su cargo inmediatamente a todos los miembros de las Fuerzas Armadas colombianas sobre los que pese acusaciones fundadas de haber cometido graves violaciones a los derechos humanos o de haber ayudado o encubierto a grupos paramilitares, y

(iii) que las Fuerzas Armadas colombianas y su Comandante en Jefe den pleno cumplimiento a los puntos (A)(i) y (ii); y

(B) que las Fuerzas Armadas de Colombia cooperen plenamente con las autoridades civiles en la investigación, enjuiciamiento y castigo por los Tribunales civiles del personal de las Fuerzas Armadas de Colombia sobre el que pese acusaciones fundadas de haber cometidos graves violaciones a los derechos humanos; y

(C) que el Gobierno de Colombia persiga vigorosamente en los Tribunales civiles a los líderes y miembros de los grupos paramilitares y al personal de las Fuerzas Armadas de Colombia que está ayudando o encubriendo a tales grupos.

(2) PROCESO CONSULTATIVO- El Secretario de Estado consultará a las organizaciones de derechos humanos internacionalmente reconocidas en relación con los progresos del gobierno de Colombia a la hora de satisfacer las condiciones contenidas en el parágrafo (1), con anterioridad a la emisión del Certificado requerido bajo el parágrafo (1)

(3) APLICACIÓN DE LAS LEYES EXISTENTES- Las mismas restricciones contenidas en la sección 564 de la Ley de Asignaciones Presupuestarias para operaciones en el extranjero, financiación de exportaciones y programas conexos, referida al año 2000 (Public Law 106-113), y la sección 8098 de la Ley de Asignaciones presupuestarias del Departamento de Defensa, referida al año 2000 (Public Law 106-79), serán de aplicación a la disponibilidad de fondos bajo este epígrafe.

(b) DEFINICIONES- En esta sección:

(1) AYUDAR O ENCUBRIR- El término "ayudar o encubrir" significa apoyo directo o indirecto a los grupos paramilitares, incluyendo la conspiración para permitir, facilitar, o promover las actividades de tales grupos.

(3) GRUPOS PARAMILITARES- El término "Grupos Paramilitares", se refiere a los grupos ilegales de Autodefensa y las Cooperativas de Seguridad. [Nota documenta: Traduccción del original en inglés realizada por el Equipo Nizkor]

MISIÓN INTERNACIONAL DE JUSTICIA Y PAZ DE EUROPA A COLOMBIA.

El presente comunicado es emitido por la delegación de la Conferencia de Comisiones Justicia y Paz de Europa, que ha estado en Colombia del 4 al 15 de mayo. La delegación ha estado compuesta por representantes de Justicia y Paz de Austria, Bélgica, España, Francia y Holanda.

El objeto de esta visita ha sido conocer la realidad de las víctimas del desplazamiento por razón de la violencia. Nos hemos encontrado con la comunidad de paz de San José de Apartadó y con las comunidades en retorno al Cacarica, Autodeterminación, Vida y Dignidad. Visitamos a los desplazados que aún están en Turbo y a los de Bogotá. Asimismo, nos entrevistamos con los familiares de las víctimas de Trujillo (Valle).

Las comunidades del Cacarica y de San José de Apartadó reciben apoyo de la Comisión Intercongregacional Justicia y Paz de Colombia. En ellas hemos visto la fuerza y la decisión de sus miembros para retornar a sus tierras, después de varios años en condiciones de vida inhumana. En un contexto de guerra, nos ha impresionado el poder de organización y conciencia para crear un clima de convivencia comunitaria y defender un espacio de neutralidad frente a todos los actores armados.

Hemos constatado cómo, una vez más, la población civil ajena a los conflictos armados es quien sufre principalmente las atrocidades de la guerra, comunidades pequeñas que semanalmente ven a miembros de sus familias asesinatos brutalmente.

Hemos observado cómo las comunidades del Cacarica, después de dos meses de camino tras su primera fase de retorno realizada el 28 de febrero, gracias a las pautas marcadas por la propia comunidad, están haciendo que renazca la esperanza. Se han limpiado los terrenos de cultivo, se han practicado las primeras plantaciones, y, por otra parte, las actitudes de la población para el mantenimiento del ecosistema son una muestra concreta de la vitalidad de estas comunidades. Pero junto a esto, y a pesar de haber recibido una pequeña parte del dinero pactado con el Gobierno, vemos con preocupación el incumplimiento de los acuerdos para la vida diaria y la seguridad de las personas.

Queremos fijar nuestra atención en las comunidades negras del Cacarica que han vuelto a sus lugares de origen sin el drenaje y limpieza de los caños de los afluentes del río Atrato, lo que las deja incomunicadas económicamente y a merced de cualquier acto violento. La promesa de creación de la Casa de Justicia con presencia de la Fiscalía y de la Procuraduría es otra de las peticiones pendientes. En el aspecto educativo, las comunidades aún no tienen maestros para que los niños puedan ejercer el derecho fundamental de ser escolarizados.

Podernos también mencionar la dificultad en que se encuentra la comunidad de San José de Apartadó, incomunicada al tener su única carretera cortada por un derrumbe. Estos son unos pocos ejemplos de lo que la población desplazada en Colombia padece al intentar volver a su casa, aunque, desgraciadamente, la mayoría de los casi dos millones de personas desplazadas por la guerra no se pueden ni plantear el regreso.

La delegación de la Conferencia de Comisiones de Justicia y Paz de Europa se ha entrevistado con algunas de las principales autoridades nacionales: la Fiscalía General de la Nación, la Red de Solidaridad, y la Procuraduría General de la Nación, para plantear las dificultades con que se encuentra la población desplazada. Vemos con preocupación la sensación de impotencia que nos transmitía la Fiscalía para poder ejercer sus funciones, puesto que las amenazas y la inseguridad que padecen sus funcionarios no ayudan a la aplicación de la justicia. En la Red de Solidaridad se apreciaron las peticiones efectuadas, aunque no hubo respuestas concretas; y, en todo caso, fueron delegadas las responsabilidades a otras instancias administrativas. Finalmente, la visita a la Procuraduría fue la más desalentadora.

Animamos el trabajo valiente y constante de acompañamiento a las comunidades de desplazados que realiza el equipo de la Comisión Intercongregacional Justicia y Paz de Colombia, apoyo que realiza frente a una fuerte presión y corriendo un gran riesgo las vidas de los componentes de dicha comisión.

Somos conscientes de que nuestras experiencias de estos días en Colombia han sido limitadas. Pero, por muy limitadas que sean, son representativas del problema del desplazamiento forzado en el ámbito nacional. El último informe de la oficina del Alto Comisionado de la ONU dice al respecto: "El desplazamiento forzado de la población civil provocado por los actores armados en el conflicto se ha incrementado en el transcurso del año, convirtiéndose en una de las principales estrategias de guerra adoptadas tanto por parte de los paramilitares como por parte de la guerrilla" (cf. págs. 9-23).

El desplazamiento forzado refleja una situación problemática más amplia. En efecto, nos damos cuenta de que, junto a la violencia, en Colombia subyace el grave problema de la injusticia social y la desigual distribución de la riqueza.

Queremos aquí referirnos tan solo a los llamados derechos fundamentales.

La experiencia de estos días en Colombia y los múltiples testimonios de las víctimas de la violación de los derechos humanos nos impulsan a dirigirnos, en primer lugar, a todos los actores en el conflicto pidiéndoles enfáticamente que respeten el Derecho Internacional Humanitario.

A la vez que comprendemos las limitaciones y presiones que condicionan en una situación de guerra la realización de la justicia, queremos insistir en la necesidad que el Estado Colombiano dé pruebas fehacientes de la puesta en práctica de su voluntad, tantas veces expresada, de poner fin a la impunidad generalizada que reina en el país. Durante una visita a Trujillo hemos podido comprobar in situ cómo la impunidad causa un profundo dolor en los familiares de las víctimas y quita toda credibilidad a un Estado que no cumple su deber de ejercer la justicia.

Corno representantes de las Comisiones Justicia y Paz, que formamos parte de la Iglesia universal, nos dirigimos a la Iglesia colombiana.

En los contactos que hemos tenido con representantes de varios sectores de la Iglesia católica hemos podido comprobar la valiosa labor de la Iglesia a favor de la paz. Convencidos de que no hay paz sin justicia, como la Iglesia latinoamericana repetidas veces nos ha enseñado, querríamos animar a la Iglesia Colombiana a que no solamente acompañe a las víctimas de la violencia, sino que incremente sus esfuerzos para luchar contra la impunidad; y que, de forma inequívoca, denuncie los atropellos cometidos por quienquiera que sea contra la población civil.

Además, pedimos que redoble sus esfuerzos para difundir la doctrina social entre el clero y los laicos. Es el mismo Espíritu quien nos enseña a discernir los signos de los tiempos y nos da a conocer el Kairós, el momento oportuno para actuar y dar testimonio de una liberación integral, de la cual nos hablan las Asambleas Episcopales de Medellín y Puebla.

Solicitamos al Estado Colombiano que, en el contexto de las negociaciones de paz, cumpla con la declaración aprobada en el 56º período de sesiones de la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas y adopte un acuerdo global con todas las partes del conflicto armado sobre derechos humanos y derecho internacional humanitario. El respeto a los derechos humanos es el punto clave de un Estado de Derecho. Un estado que no respeta los derechos humanos no existe. Definimos los derechos humanos en la línea de la Conferencia Internacional de Viena de 1993. Y con ella reafirmamos que los derechos humanos son indivisibles, inalienables, universales e interdependientes.

Particularmente en Colombia, el control y respeto de este acuerdo y la lucha contra los autores de sus violaciones forman parte de los principios fundadores del Estado de derecho. En este sentido, pedimos al Gobierno Colombiano que ponga todos los medios para luchar contra la impunidad existente, controlar y prevenir las violaciones de los derechos humanos y asegurar el cumplimiento del derecho internacional humanitario.

Muchos testimonios particulares, confirmados en el Informe Internacional de la ONU y de la Comisión Interamericana de los Derechos Humanos y por ONG's internacionales, expresan los vínculos existentes entre las fuerzas de seguridad del Estado y los grupos paramilitares; en este sentido, solicitamos al Gobierno de Colombia que desmonte el paramilitarismo.

En la misma perspectiva, solicitamos al Gobierno colombiano que asegure la protección de los defensores de los derechos humanos, y particularmente que utilice los medios precisos para asegurar su integridad física y moral.

Además, en el contexto de las negociaciones de paz, pedimos que se dé oportunidad para que haya una alta y verdadera participación de la sociedad civil (entre otros, los desplazados y organizaciones acompañantes). No basta consultar a las partes, sino que deben ser integradas en los acuerdos resultantes. En atención a los desplazados, exigimos que se cumpla la ley 387 y los acuerdos firmados entre el Gobierno y las comunidades desplazadas.

Solicitamos a los gobiernos y a las instituciones europeos, en el contexto de los acuerdos entre Colombia y la Unión Europea (y particularmente ante las próximas negociaciones en relación con el llamado "Plan Colombia"), que se hagan corresponsables de los acuerdos globales sobre derechos humanos y derecho internacional humanitario. Cabe recordar aquí que 53 estados aprobaron la declaración del 56º periodo de sesiones de la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas.

Insistimos en que en estas negociaciones se ponga sobre la mesa la verdadera situación colombiana. Es decir, que no se pretenda adoptar soluciones fáciles ante la compleja situación del país (como podría ser el dar ayuda humanitaria y militar). Todas las relaciones económicas y políticas están condicionadas por el respeto de los derechos humanos y del derecho internacional humanitario.

Asimismo, comunicamos nuestra intención de seguir atentamente el desarrollo de los trabajos de la mesa de donantes que, en relación con el Plan Colombia antes mencionado, se habrá de reunir en Madrid el próximo mes de julio. Y procuraremos hacer llegar hasta esa mesa las voces de los desplazados de Colombia, que hemos podido escuchar directamente durante el cumplimiento de nuestra misión.
Santafé de Bogotá, 15 de mayo 2000.

From: Editor Equipo Nizkor nizkor@teleline.es
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