36 Años Por La Paz Y La Soberanía Nacional

Tlahui-Politic 9 I/2000. Información enviada a Mario Rojas, Director de Tlahui. Colombia, a 31 de Mayo, 2000. COLOMBIA: FARC-EP: 36 Años Por La Paz Y La Soberanía Nacional.

El 27 de mayo de 1964, las Fuerzas Militares de Colombia con la orientación y asesoría directa de los Estados Unidos de Norteamérica, iniciaron la mayor operación militar de cerco y exterminio conocida hasta entonces.

Objetivo: erradicar el foco subversivo que ponía en peligro su "seguridad nacional" y la "democracia occidental".

"Foco subversivo" compuesto por campesinos asentados en la región de Marquetalia, departamento del Tolima, después de haber vivido las calamidades de la guerra partidaria, pobres liberales contra pobres conservadores, auspiciada por los dirigentes de tales partidos en su disputa por el poder. Dedicados al trabajo agrícola en aras de su propio bienestar y el de la comunidad que conformaban, al Estado solo le demandaban vías para sacar sus productos, escuelas para educación de los hijos y garantías contra la acción de los paramilitares de entonces, "los pájaros".

Transcurría el periodo presidencial de Guillermo León Valencia. Las instituciones del Estado, comenzando por el ejecutivo, estaban en manos de la elite liberal - conservadora en forma equitativa, como resultado del llamado frente nacional. Fue el parlamento, integrado por liberales y conservadores, bajo la batuta de Álvaro Gómez Hurtado, el encargado de generar el ambiente en el ámbito nacional e internacional para justificar semejante exabrupto, impuesto por una potencia extranjera, calificando a Marquetalia de Republica Independiente, macartizando a sus habitantes de (bandoleros, cuatreros, avanzada del comunismo internacional, etc.) y argumentando que eran otro Estado dentro del Estado.

Ante la evidencia de la agresión sus habitantes no escatimaron esfuerzos para acudir a cuanta institución u organización había, susceptibles de motivar, para buscar una salida distinta, incluido el parlamento, la iglesia y la comunidad internacional para que sobre el terreno palparan la realidad de aquella región. Sólo se escucho un pronunciamiento de solidaridad de los intelectuales franceses y el intento del sacerdote Camilo Torres por ingresar a la zona siendo obstaculizado por el ejército.

El presidente, en representación de liberales y conservadores y siguiendo las orientaciones gringas, dio vía libre al alto mando militar. Comienza la operación Marquetalia: 16.000 hombres apoyados en los medios técnicos más modernos, asesorados por oficiales del Pentágono y respaldados por la gran prensa inician la "patriótica misión" de acabar en tres semanas con aquel grupo de colombianos. Utilizaron todos los métodos a su alcance: bombardeos, ametrallamientos, desembarcos, cercos de exterminio, guerra bacteriológica, torturas, ejecuciones sumarias, compra de conciencias, sobornos, además de encarcelar y atropellar a quienes se solidarizaban con la "Resistencia de Marquetalia".

48 hombres mal armados y sin recursos suficientes, bajo la conducción y orientación del Camarada Manuel Marulanda Vélez, se convierten en un núcleo revolucionario armado resumiéndose en ellos la tradición de lucha de nuestro pueblo que recoge la resistencia de los indígenas y las negritudes frente a los métodos violentos y sanguinarios que usaron los españoles cuando arribaron a estas tierras, pasando por la insurrección de los comuneros en 1780 encabezada por José Antonio Galán; el valor, el coraje y el sentido de dignidad de aquellos que entre 1810 y 1819 liberaron nuestra patria de la colonización española e izando las banderas del antiimperialismo, la justicia social y la unidad latinoamericana enarboladas por el libertador Simón Bolívar que se encontraban arriadas y mancilladas por la clase política criolla; recogiendo el eco de dolor y rabia de los masacrados el 6 de diciembre de 1928 en la zona bananera y haciendo suyas las sentidas aspiraciones de la clase obrera y el pueblo trabajador.

En el transcurrir de la confrontación surgen las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia - Ejército del Pueblo FARC-EP, con un programa revolucionario convocante de todos los ciudadanos que sueñan a Colombia para los colombianos, donde haya igualdad de oportunidades, repartición equilibrada de la riqueza y podamos entre todos construir la Paz con equidad social y soberanía.

En estos 36 años, en todas las áreas de nuestros frentes, hemos enfrentado distintos operativos militares que con nombres rimbombantes a lanzando el ejército oficial (operación Colombia, operación Exterminio, Tenaza, Destructor, etc.)

Al calor del combate se han forjado millares de guerrilleros inspirados en el espíritu de sacrificio y en el legado de los fundadores de las FARC-EP, dispuestos a darlo todo, incluso la vida, para materializar los sueños de igualdad y de justicia que inspiran nuestra lucha.

Se trata de una opción impuesta al pueblo colombiano por la clase dirigente siguiendo la orientación del gobierno de los Estados Unidos de Norte América. No hacemos la guerra por la guerra. Fieles al ideario marquetaliano, cada que se han abierto posibilidades de buscar caminos distintos a los de la confrontación, se ha puesto todo en aras de una salida política que abra los cauces hacia la reconciliación y reconstrucción que siente, las bases para la Nueva Colombia. Pero invariablemente nos hemos encontrado con la testarudez y la intransigencia de una clase dirigente que solo piensa en aprovechar esos espacios para que doblemos la rodilla.

En 1984, en la administración de Belisario Betancurt, después de sortear los escollos y zancadillas de los militaristas, llegamos a la firma de los "Acuerdos de La Uribe". Estos debían ser desarrollados e implementados por el Congreso de la República, de mayorías liberales y conservadoras. Nunca se apersonaron de lo acordado y prefirieron seguir legislando en función de los intereses de sus amos, los dueños del poder económico, y de su maquinaria de guerra.

En este marco nos constituimos en plataforma de lanzamiento de un nuevo movimiento político, la Unión Patriótica, alternativa distinta a la de los partidos tradicionales en la búsqueda de caminos diferentes a los de la guerra. Una vez más el Estado recurre al asesinato para sacar del medio a quienes se oponen a sus intereses, barriendo literalmente a plomo a la UP del escenario. Miles de compatriotas pagaron con su vida la osadía de buscar una alternativa distinta para crear las condiciones que permitieran el reencuentro de los colombianos en una Colombia digna y soberana con pan, techo, salud y educación.

¿Dónde estaban los que hoy se rompen las vestiduras en actitudes histriónicas y teatrales descalificándonos y calumniándonos? ¿Dónde se encontraban los Sabas Pretel, Los Visbal Martelo, Los Franciscos Santos o los Pinedo Vidal del momento?. Lo más seguro en algún cóctel brindado por la estabilidad del régimen ante cada muerto de la Unión Patriótica.

Recogiendo esta dolorosa experiencia le hemos propuesto de nuevo al pueblo colombiano la conformación del Movimiento Bolivariano por la Nueva Colombia "como organización que bajo la dirección de las FARC-EP aglutinará a todos quienes busquen el fin del terrorismo del Estado, de las injusticias, de las desigualdades, de la indignidad ante el imperio y del desempleo por las vías de la acción política y desde las trincheras de la clandestinidad, que los proteja de la barbarie paramilitar".

A 36 años de nuestro surgimiento nos hallamos en un proceso de diálogo con el gobierno, encaminado a crear las condiciones para que no sea el enfrentamiento armado el único recurso posible para zanjar las grandes desigualdades económicas, sociales, culturales, étnicas y políticas generadas a lo largo de más de 150 años en que han estado en el poder liberales y conservadores al servicio de los que detentan la hegemonía económica obtenida a través de expropiación violenta de la tierra y de explotación inmisericorde de los trabajadores. Proceso al que hemos llegado no por la benevolencia ni el altruismo de la clase dirigente, si no, fruto de 36 años de dura confrontación entre el pueblo y el Estado, que han forjado al calor del combate y fertilizado con la sangre de sus mártires el verdadero Ejército bolivariano cada día más integrado con las luchas cotidianas de nuestro pueblo.

Pero, al igual que en Casa Verde, Caracas y Tlaxcala, esa excluyente minoría que usurpa el poder económico y político han querido aprovechar la ocasión para, a través del embuste, la inexactitud y la fábula colocarnos como los enemigos de la Paz y desacreditarnos ante la comunidad nacional e internacional. Si se presentan combates "es muestra de la falta de voluntad para la paz", si no hay confrontación "es señal de debilidad." Ponen el grito en el cielo cuando informamos a la opinión los criterios que hemos elaborado colectivamente para la recolección de recursos, olvidando de paso sus aplausos a las medidas de guerra integral acompañadas del impuesto para la guerra implementadas durante el nefasto cuatrienio de César Gaviria y complementadas por sus sucesores.

Hasta hace poco nos descalificaban con el cuento de que éramos personeros de ideas foráneas y financiados por el oro de Moscú. Al derrumbarse el campo socialista y quedar sin asideros para seguir sustentando semejante falacia, en el colmo del cinismo y de la desvergüenza tratan de explicar el desarrollo y afianzamiento del movimiento guerrillero como fruto del narcotráfico. Apoyándose en los medios de información que tienen a su servicio practican la máxima fascista de que una mentira repetida mil veces se convierte en verdad: "Si no hubiera narcotráfico no existiría la guerrilla."

"El narcotráfico es un fenómeno del capitalismo globalizado y de los gringos en primer lugar. No es el problema de las FARC. Nosotros rechazamos el narcotráfico. Pero como el gobierno norteamericano pretexta su criminal acción contra el pueblo colombiano en la existencia del narcotráfico lo exhortamos a legalizar el consumo de narcóticos. Así se suprimen de raíz las altas rentas producidas por la ilegalidad de este comercio, así se controla el consumo, se atiende clínicamente a los farmacodepedientes y liquidan definitivamente este cáncer. A grandes enfermedades grandes remedios."

Hace 16 años, el 28 de mayo de 1984, como resultado de los Acuerdos de La Uribe, se dio inicio por primera vez en la historia reciente de Colombia a un cese de fuegos bilateral, entre el gobierno y las FARC-EP, desembocando luego en la Tregua. De inmediato, los altos mandos de las fuerzas armadas oficiales, azuzados por los militaristas, comenzaron a impartir circulares a todas sus unidades advirtiéndoles que por ningún motivo podían dejar de cumplir su "deber constitucional de resguardar la honra y bienes de los ciudadanos". En los archivos de la comisión de verificación designada para velar por el cumplimiento de lo pactado en esa época, deben de reposar las múltiples denuncias que presentamos sobre las violaciones sistemáticas de parte de las fuerzas de seguridad del Estado, incluido el asesinato de 22 guerrilleros de las FARC-EP en el Uraba, el famoso Plan Cóndor y la captura y desaparición de más de un centenar de activistas del movimiento político.

En momentos en que el tema del cese de fuegos esta en discusión dentro del actual proceso de diálogo, bien vale la pena recoger esta experiencia.

Igualmente debemos definir con mucha claridad el significado y la diferencia entre un cese de fuegos y la Paz. De no hacerlo, lo más seguro es que se llevara el actual proceso a un callejón sin salida que puede conducirnos a otra frustración más.

La Paz no puede entenderse únicamente como el enmudecimiento de los fusiles mientras se mantienen las garantías para que los poderosos sigan esquilmando a los trabajadores, continúe creciendo el desempleo, el costo de la vida aumente sin tregua, entretanto los salarios pierden mayor poder adquisitivo, amplíen la concentración de la tierra al tiempo que llegan centenares de miles de desplazados del campo a la ciudad y los sueños de vivienda propia sean solo eso, un sueño. Simultáneamente cierran los hospitales públicos y hacen de la salud un negocio rentable donde la enfermedad del pobre no tiene espacio, la educación cada vez más elitista a la vez que privatizan las empresas de los sectores estratégicos de la economía y ensanchan las cuentas bancarias de quienes desde posiciones del poder ejecutivo, legislativo y judicial lo consienten, autorizan y refrendan, a la par que modernizan, reentrenan y especializan los aparatos represivos mendigando recursos, léase Plan Colombia, a costa de la perdida de la soberanía nacional.

Mención aparte merece el paramilitarismo, herramienta cruel y sanguinaria que utiliza el Estado en su afán de liquidar cualquier manifestación de inconformidad. Comenzó a implementarse, en su nueva modalidad, a partir de los 80 y se incrementa cuando se formalizaron los acuerdos de La Uribe tomando como centro de experimentación el Magdalena Medio, financiado por narcotraficantes, ganaderos y latifundistas; entrenados por mercenarios Israelíes con todo el apoyo logístico, de inteligencia y de seguridad brindado por el alto mando de las fuerzas armadas oficiales y el apoyo político de sectores de la clase dirigente y empresarial, trazándose como objetivo erradicar en menos de 10 años toda expresión de lucha popular que existiera en la región..

A pesar de que van para 20 años y en el Magdalena Medio no han erradicado la guerrilla ni intimidado a sus pobladores, la clase gobernante sigue jugando esa carta, no obstante el compromiso de Andrés Pastrana de desplegar todos los instrumentos a su alcance para erradicar el paramilitarismo como política de Estado, concertado con nuestro comandante en jefe Manuel Marulanda Vélez en las dos entrevistas que han tenido.

Para tender una cortina de humo, restarle protagonismo a la mesa del diálogo y distraer la atención de las masas inconformes frente a la agudización de la actual crisis que carcome todas las estructuras del Estado, Pastrana convoca a un referendo tramposo y amañado apoyándose en la indignación generada por el destape de uno de los tantos chanchullos que se cocinan en las instituciones del Estado. La corrupción es un fenómeno consustancial al sistema capitalista y sin su existencia no podría sobrevivir. Cuando los puestos para la administración de la cosa pública se den por meritos y no por compadrazgo, los contratos se les den a las empresas por su idoneidad y no por la cuota que ofrecen al contratante y las comunidades tengan autonomía y mecanismos democráticos para incidir en el destino de los recursos, estaremos construyendo un nuevo país.

Convocamos a todos los colombianos a continuar redoblando esfuerzos para que a través de la movilización y la lucha consolidemos el actual proceso de diálogo que nos permita entre todos trazar los derroteros de la Colombia del siglo XXI.

Por nuestro lado continuaremos leales al ideario marquetaliano manteniendo vivo el pensamiento de nuestro comandante Jacobo Arenas y de los camaradas que han ofrendado sus vidas y su libertad "construyendo los caminos hacia la Nueva Colombia".

Secretariado del Estado Mayor Central
FARC Ejército del Pueblo.
Montañas de Colombia, Mayo del 2000

Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia
Ejército del Pueblo. FARC-EP
Comisión Internacional
E-mail: elbarcino@laneta.apc.org

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