Contra la uniformización (sic) cultural neoliberal

Tlahui-Politic 9 I/2000. Información enviada a Mario Rojas, Director de Tlahui. Cuba, a 26 de Febrero, 2000. CUBA: "Contra la uniformización cultural neoliberal", por Sergio Ramírez.

Una de las batallas que libra el pueblo cubano y su dirección revolucionaria es defender la diversidad cultural frente a todos los signos de hegemonismo que desarrollan los procesos de globalización. Esta defensa no sólo tiene una expresión interna. Se proyecta más allá de sus fronteras, pese al cerco y bloqueo norteamericano, en un diálogo abierto que permita continuar identificando áreas de interés común con los pueblos del mundo para un mutuo apoyo a las culturas de los pueblos.

Una de las expresiones de la política cultural del Estado cubano es el desarrollo del folklore, como expresión popular o búsqueda histórica. En efecto, en la historia de la cultura cubana hay un nexo muy peculiar entre la llamadas expresiones cultas y las expresiones populares. Incluso, cuando tienen la necesidad de abordar académicamente este tema, tienen presente que hay un condicionamiento histórico que ha permeado absolutamente las expresiones técnicamente más elevadas de un profundo contenido popular. Eso se observa en todas las expresiones. Por otro lado, las manifestaciones más elaboradas van cada vez conquistando públicos más diversos y, por ende, más populares. Expresiones clásicas que en otras latitudes son de acceso a elites, en Cuba tienen auditorium (sic) populares. Las giras del Ballet Nacional, la Opera o de la Sinfónica concitan interés y respeto en salas, por ejemplo, de los ingenios azucareros. Es decir, se da una permeabilidad, una comunicación, entre las distintas manifestaciones de las artes. Su música sinfónica contemporánea, por ejemplo, tiene un profundo acento originario de las fuentes de la música popular.

La explicación de este fenómeno se encuentra en la Revolución misma. Desde hace más de 40 años han accedido a las escuelas de arte en Cuba jóvenes de hogares humildes, que no buscan el arte como un adorno sino como interés del verdadero talento y la verdadera fuerza creadora. La Revolución creó tempranamente, ya en 1961, un sistema de enseñanza artística. Es la generación que hoy lidera en todas las expresiones artísticas. Y vienen nuevas generaciones a relevarla. Es decir, lo popular adquiere estirpe académica, y hay una Revolución que concibe el arte para todo el público y un compromiso del artista con su pueblo. El arte se realiza en el disfrute de un público, y es muy difícil apreciar en abstracto el valor de una obra artística si no se le coloca en relación con su referente de asimilación crítica. En Cuba, esto está marcado, más que por la lógica del comercio del arte o de la crítica académica -que por supuesto existe- por una confrontación permanente y natural con el público del pueblo de todas las capas sociales. El pueblo cubano siente el orgullo de ver que sus jóvenes son capaces de disfrutar distintas manifestaciones, desde una sala de concierto hasta una sala de baile. Sus festivales de cine tienen una masividad superior a muchas naciones. Quienes han acompañado a los cubanos en la Bienal de La Habana de las artes plásticas contemporáneas, se percatan que las galerías son auténticos centros de vida social y cultural, especialmente para los jóvenes. El movimiento teatral cubano actual desarrolla un proceso de búsqueda que despierta el interés del pueblo. En definitiva, se constata una comprensión muy alta del papel que juega el arte para mejorar la vida de las personas y la salud de la sociedad.

DIVERSIDAD Y MOVIMIENTO ARTÍSTICO CRÍTICO

En las artes cubanas se expresa un movimiento artístico crítico, que desmiente todas las calumnias, tergiversaciones y falacias sobre una "dictadura cultural". Hay un discurso muy beligerante en las artes cubanas, que asume los retos del ser humano contemporáneo. En ese sentido es un arte crítico, que demanda atención sobre los verdaderos problemas, tanto de contexto nacional como universal. Desde los problemas éticos de mayor preocupación universal, confrontados a la sociedad que se viene encima, signada por la globalización, hasta los que tienen que ver con las contradicciones de la lucha por hacer una sociedad mejor, como el propio caso cubano. Otra peculiaridad de su movimiento cultural es su amplia diversidad formal. Afortunadamente, en sus escuelas nunca se impuso la concepción de que existía una tendencia formal que debía enmarcar las expresiones del arte, ni siquiera en los momentos de mayor confrontación a escala universal. Tuvieron siempre una gran apertura estética, como lo indica la permanente realización de muestras y la visita de grandes artistas, que no sólo fueron a entregar su arte sino también a plantear interrogantes. Esta concepción del pueblo cubano es propia de su desarrollo histórico, que tiene su origen en el siglo XIX. Se puede afirmar que ha bebido de todas las fuentes y hecho una apropiación crítica de muchas tendencias, escuelas y técnicas.

Una de las preocupaciones centrales frente a la cultura es lograr desarrollar, aún más, su descentralización en oposición a la imposición globalizadora de padrones únicos y universales. En tal sentido, cuentan con una riqueza regional cultural y, la vez, son suficientemente pequeños para que no les sea ajeno nada de la producción artística en Cuba. La dimensión de lo cubano asume su propia diversidad, que no sólo se explica por razones geográficas sino también por culturas diversas que se amalgamaron en Cuba. En este sentido, terminaron el Atlas Etnográfico de Cuba, un material académico que les ha aportado muchas elementos para entender su propia cultura.

Es una investigación monumental que les permite ver la enorme riqueza cultural de su pueblo, desde la gastronomía hasta las expresiones artísticas y religiosas. Se puede seguir la ruta artística de las concentraciones sociales provenientes de Africa o de Canarias, por ejemplo, y cómo fueron generando sus improntas, contribuyendo a este gran mestizaje cultural. Lo importante es que el cubano puede estar más cerca de una que de otra, pero puede disfrutar de todas y reconocerse en esa diversidad. Por eso, hoy desarrollan esfuerzos para que esa riqueza y diversidad se siga proyectando, resistiendo el impacto de los intentos de uniformar la cultura bajo pretendidos patrones universales. Esta es una de las batallas más significativas y, a la vez, más urgentes que asumen quienes trabajan en el campo cultural. En tal sentido, éstos se expresan contrarios a los intentos pretenciosos de ls globalización capitalista de la uniformidad de valores, que por lo demás no son la expresión superior de lo conquistado por el género humano. Sus concepciones de diversidad cultural son elementos de su lucha contra esa cultura que se sustenta única y exclusivamente en el monopolio de los medios de comunicación y no en su real valor artístico. Su mensaje es de lucha contra la pretensión de imponer la valoración del ser humano por paradigmas externos. En el caso cubano, se afanan por defender las raíces culturales. Y no como un elemento retórico, folklorista, y menos para negar las formas y expresiones más modernas, sino para que exista la posibilidad real de disfrute de esa diversidad y riqueza.

UNIFORMIZACIÓN CULTURAL Y UNIDAD

Cuba plantea la necesidad de luchar contra la uniformización cultural. Ante la duda de por qué vale la pena mantener una identidad nacional, la respuesta del pensamiento cubano es concreta. Está basada en el convencimiento de que el ser humano tiene un sentido intrínseco de superarse a sí mismo. El proyecto cubano asume esta legítima aspiración y confianza. Es una responsabilidad del ser humano también frente a la humanidad: luchar por su mejoramiento. Lo que la globalización propone uniformar no es algo que mejore como personas y/o como sociedad, que los haga superarse. La historia de la humanidad es suficientemente compleja para mostrarnos cómo se han contrapuesto valores, concepciones, culturas. Si consideramos sólo los últimos dos mil años, es evidente la cantidad de conflictos no resueltos, en esencia étnicos; culturales. Es cierto que la mayor parte de las veces esos conflictos han sido desencadenados desde otros intereses, económicos y políticos, pero sin duda tienen un profundo origen cultural. Cuando la humanidad ha querido soslayar esa diversidad ha cometido errores históricos, con saldos muy lamentables. Por eso, estiman, es necesario respetar y aceptar las historias de cada comunidad.

En el caso cubano, que debe resistir el asedio permanente y sistemático de Estados Unidos, no es contradictorio pronunciarse por la diversidad cultural, a pesar de que se pudiera pensar que esta concepción pudiera debilitar la unidad para enfrentar las agresiones del imperio. En efecto, el pueblo cubano aboga por la unidad, precisamente, porque se confronta con la nación que más medios y riquezas ha acumulado en la historia de la humanidad y que ha dado suficientes pruebas de su voracidad y deseos de dominar al mundo a su antojo y en función de los intereses de sus transnacionales. Sin duda, la unidad es un elemento que deben cuidar, pero esa unidad no tiene nada que ver con la uniformidad. Incluso, en el ámbito de la política, ya no de la cultura, esa unidad debe ser enriquecida por la capacidad de los cubanos. Ellos han decidido tener una nación independiente. Por lo cual han asumido -siguiendo a José Martí- que deben unir su destino, echar su suerte, con los pobres de la tierra. Eso, lo asumen sobre la base de ser un conglomerado de seres humanos que piensan con cabeza propia, que tienen sentimientos individuales y particulares, que tienen capacidades singulares de aportar a la unidad. Su proceso revolucionario se tiene que alimentar de esa mezcla poderosa para gestar esa unidad. Una unidad monocorde, pauteada, que pretenda confundirse con una unanimidad amorfa y fatua, no podría resistir el asedio que sufre Cuba. La unidad que es eficiente es aquella que se levanta desde la diversidad, de la confrontación franca de ideas, que reconoce que es una unidad de hombres concretos. Esa unidad puede y debe vencer.

SE DEFINE POR SU PROFUNDO HUMANISMO

En Cuba no se intentó imponer una estética única como política de Estado. Si algunos individuos o grupos lo intentaron, fracasaron rotundamente ante el desarrollo de la propia Revolución y de sus ideas más profundas. En efecto, la Revolución cubana que se define por su profundo humanismo y que, gracias a ello, pudo comprenderse en el legado de Martí, permitió al pueblo entender que ese proceso debía ser capaz de resolver los problemas materiales, pero también espirituales del ser humano y entroncar con el pensamiento socialista. Es una maduración y no un cambio de posición. Basta leer al Che Guevara y cómo planteaba la necesidad de que la Revolución partiera desde los seres humanos concretos. Es decir, no están ahora articulando ideas y creando un formato ideológico que les explique desde hoy qué ha pasado en su Patria. Si han logrado sobrevivir en Cuba, sobrepasando el proclamado "fin de la historia", es porque abrazaron una concepción que se basa en la defensa de la soberanía de su país, y que lo hacen para bien del ser humano y de la humanidad. Nunca se plantearon un proyecto nacionalista sesgado a sus fronteras. Nunca se plantearon un proyecto burocrático centrado en una dogmática noción estatista. Esas son las claves para entender por qué Cuba existe hoy como un proyecto de sociedad auténtico, en medio de un panorama mundial complicado para el socialismo, después del derrumbe del denominado "socialismo real" europeo.

En Cuba se está de acuerdo en caracterizar en lo cultural al modelo neoliberal como estructuralmente atentatorio de las identidades. La realidad imperante hoy en el mundo ratifica tal pensamiento. Verdaderamente, al analizar los modelos neoliberales en sus distintas aplicaciones, no se puede mostrar ningún progreso significativo en el campo de la espiritualidad y de la cultura. Para garantizar la eficiencia económica y los indicadores macroeconómicos, los modelos neoliberales no han dudado en sacrificar la cultura y el arte, además de afectar servicios sociales. No han titubeado los gobiernos neoliberales en imponer la ley del sálvese el que pueda, en contradicción con las grandes conquistas de la humanidad en el plano de lo espiritual, como, por ejemplo, el valor superior de la solidaridad. Es decir, con el neoliberalismo se está retrocediendo a escalas inferiores de la evolución humana. Por eso, en el campo de la cultura es necesario elevar la solidaridad con la Revolución Cubana y celebrar cualquiera voz que en los estrechos márgenes que deja el modelo de dominación se levanta o da un paso que pueda servir de referente de progreso.

From: Comité Internacionalista Arco Iris ale.ramon@numerica.it
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