El desafío imperioso del movimiento ciudadano mundial

Tlahui-Politic 9 I/2000. Información enviada a Mario Rojas, Director de Tlahui. Suiza, a 12 de Junio, 2000. El desafío imperioso del movimiento ciudadano mundial.

"FORTALECER LA CONVERGENCIA CONTRA EL SISTEMA"

Diálogo con François Houtart, director de *Alternativas Sur*
Por Sergio Ferrari, desde Suiza

Dentro de pocos días, en la última semana de junio, las Naciones Unidas realizarán en Ginebra, Suiza, la segunda Cumbre Mundial Social " Copenhague + 5 " para evaluar los " progresos " logrados desde la cita anterior en la capital danesa hace cinco años.

Anticipando ese evento, los más dinámicos movimientos populares del Norte y del Sur, redes de Organismos no-gubernamentales, sectores activos del sindicalismo internacional, y grupos ciudadanos y de iglesias, animarán entre el 22 y el 25 la "Cumbre Social Alternativa". Llamada a constituirse, según sus organizadores, en la principal movilización europea contra el neo-liberalismo después de Seattle (diciembre 1999 en Estados Unidos).

Momento de la coyuntura planetaria propicio para reflexionar e intercambiar con François Houtart, director de la presitigosa publicación " Alternativas Sur " - editada por el Centro Tricontinental de Lovaina la Nueva en Bélgica - sobre los retos de fondo a los que se confrontan los nuevos actores sociales.

" Tenemos frente a nosotros desafíos claves para el movimiento popular mundial " enfatiza Houtart aceptando el diálogo amplio y sin censura sobre temas complejos. Hombre de reflexión y de práctica, profesor universitario, profundo estudioso de los mecanismos de relación Norte-Sur; especialista en los procesos de transición (China, Vietnam, Cuba etc) Houtart es hoy un punto de referencia del pensamiento alternativo en construcción.

Militante comprometido en la década de los ochenta con los movimientos sociales centroamericanos, su opinión enriquece un debate pendiente y aporta a la reconceptualización de la práctica, de los métodos y estrategias, de las formas organizativas y de la solidaridad planetaria.

Pregunta: En los últimos cinco o seis años se ha producido una verdadera explosión de movimientos sociales, redes, foros, tanto en el Norte como en el Sur. ¿Cuál es su valoración al respecto?

En un fenómeno importante que motiva una nueva dinámica de acción y reflexión. Moviliza a gente que se había desmovilizado en la última etapa e incorporar a otros que nunca se habían movilizado.

Algunos de estos movimientos tienen raíces en iniciativas que existían antes, otros son nuevos. Pienso, por ejemplo en ATTAC (Asociación a favor de la Tasa Tobin a las transacciones financieras a favor de los ciudadanos y las ciudadanas) o el Foro Mundial de Alternativas. Percibo, sobretodo, que vivimos un momento que si lo aprovechamos bien puede ser portador de esperanza.

¿Pero qué señal, qué mensaje, aportan estos nuevos actores en esta escena planetaria tan marcada por la rentabilidad y el individualismo a ultranza?

Me vienen a la mente tres niveles de reflexión. En primer lugar, constatar que impactó mucho lo que pasó en Seattle (ndr diciembre 1999). Las grandes instituciones del mundo capitalista deben considerar este hecho. Antes tenían mucha fuerza para recuperar o, incluso, ignorar al movimiento social. Ahora -y se nota incluso en los medios de prensa- esas instituciones, *triunfantes* desde la caída del Muro de Berlín, empiezan a tener que justificarse. Y perciben que son vigiladas por los nuevos movimientos. Esto es muy importante.

En segundo lugar, percibir que va ganando fuerza la iniciativa por deslegitimar el actual proyecto de organización mundial de la economía. Es fundamental. Aunque no basta para cambiar todo, es una etapa esencial. Vale como parámetro lo que pasó durante la guerra de Vietnam. Si bien es cierto que el fin de la misma se debió esencialmente a la lucha del pueblo vietnamita, tuvo un impacto clave en el desenlace la deslegitimación de la guerra en la misma sociedad norteamericana.

Hoy también estamos en un momento histórico donde debemos promover con argumentos sólidos - y no sólo con sentimientos- la deslegitimación del sistema capitalista que siempre se presentó como el más eficiente de la historia.

¿Estos nuevos actores pueden realmente cambiar la lógica actual dominante?

No debemos ser ingenuos. Tal vez se logra cambiar el discurso de la Banca Mundial, del Fondo Monetario Internacional, eventualmente de la Organización Mundial del Comercio o de la Comunidad Europea. Son instancias, poderes, lo suficientemente inteligentes y estructurados como para adaptar el discurso. E incluso para proponer un diálogo con las nuevas fuerzas *contra-corriente* que se manifiestan con más ímpetu.

Pero es una propuesta en la que no debemos caer. Porque si este nuevo movimiento ciudadano a nivel mundial cae en la trampa del diálogo, esta actitud implica un primer paso hacia su auto-destrucción. No se trata de diálogo sino de confrontación. No significa, necesariamente, con violencia en las calles... Pero sí, una confrontación que permita establecer otra relación mundial de fuerzas.

¿Entonces, no-diálogo y deslegitimación con argumento sólidos?

Así es. Lo que se percibe con estas reacciones contestatarias que se dan en el Norte, Sur y Este, es que se empieza a dudar de la misma eficacia económica del sistema. Y vuelvo a insistir en lo que decía antes: el valor de la deslegitimación, que si bien conlleva una actitud ética y moral, debe ser, sin embargo, primero que nada, económica.

Un punto clave: si se define la economía como la actividad humana que permite construir las bases materiales que aseguran la vida física y cultural de la humanidad, podemos afirmar sin miedo a equivocarnos que el sistema capitalista es lo más contradictorio con esa definición. Y lo más ineficaz de toda la historia de la humanidad, en un planeta donde las dos terceras partes de sus habitantes pasan hambre o viven en la miseria.

Esa deslegitimación exige argumentos bien estructurados. No es fácil enfrentar al sistema capitalista y su cultura de consumo. Se debe mostrar al mundo entero como este sistema permite la producción de bienes que más que satisfacer las necesidades básicas de todos están pensados para dar respuesta a los deseos de una parte ínfima del planeta.

No es fácil confrontar a un sistema que expresa continuamente su complejo de superioridad y que tiene toda una estructuración sólida para mostrar al mundo que no existen otras alternativas y que eso queda probado, según él, con la derrota del socialismo real europeo. Y, por lo tanto, que es el único sistema posible.

Vuelvo a su punto de partida. Usted habló de tres niveles de análisis...Nos falta uno.

En efecto. La tercera constatación, que constituye un aspecto nuevo, es la convergencia de estos movimientos tan diferentes los unos de los otros. A partir de la caída del socialismo real en el Este de Europa hemos aprendido que hoy no se trata de construir un partido único de vanguardia, que tendría la tarea única y exclusiva de dirigir el movimiento revolucionario. No! Constatamos que existen fuerzas muy numerosas cuya existencia depende de la evolución misma del sistema.

Nuevas expresiones de resistencia, desde los movimientos indígenas, hasta los de mujeres, pasando por Chiapas, por los grupos ecológicos o la contestación de los "dalit", los oprimidos, en India... Y centenas de otras manifestaciones contestatarias que escapan a formas y contenidos *tradicionales*.

¿Según su interpretación, entonces, esas nuevas formas organizativas expresan la inviabilidad del actual sistema?.

Evidentemente. Pero es necesario introducir dos elementos adicionales. En primer lugar, que las convergencias son imprescindibles. Y segundo, que no todas estas nuevas formas de resistencias son realmente anti-sistema. No todas están conscientes que deben luchar contra un sistema económico fundamental.

Decía antes que no bastan los discursos para el cambio...¿Pero entonces, en su análisis, existe una posibilidad real de cambio?

Sí. A condición que se construya una convergencia consciente del carácter anti-sistema que se debe promover. Implica la construcción de una nueva conciencia y la definición de una nueva estrategia. Seattle es interesante porque se juntaron movimientos y organizaciones que hasta ese momento se miraban con recelos.

¿Converger con algunos acuerdos programáticos mínimos?

Exactamente. Y es la principal debilidad del momento. Hay numerosas resistencias que convergen. Pero también, sigue existiendo una diversidad enorme. Es fundamental acumular fuerzas y un mínimo de programa de consenso. No sólo sobre lo que hay que deslegitimar, sino también sobre lo que debemos construir. Aquí surge todo el tema de la formulación de alternativas y la construcción de fuerzas capaces de llevarlas adelante. Debemos reflexionar sobre la convergencia de estos movimientos y sobre un proyecto político. Y es claro que los puntos de vista pueden ser muy diferentes.

Por otra parte, es importante, ver en perspectiva de futuro. Distingo dos grandes líneas de pensamiento: la neo-capitalista (neo-keynesianismo) y la pos-capitalista. La primera intenta mejorar y humanizar el sistema. Ahí, por ejemplo se ubican la socialdemocracia, la democracia cristiana, la " tercera vía ". La otra, que se opone frontalmente al sistema y propone cambiarlo. Sabiendo que ese cambio puede llevar siglos. Basta recordar que el capitalismo demoró cuatro siglos para construir su base material que le permitiera reproducirse.

Por otra parte, no es fácil distinguir siempre las fronteras de esas formas de pensamiento. Por ejemplo: con respecto a la Tasa Tobin, los dos pueden estar de acuerdo, aún con filosofías muy opuestas. Unos para mejorar el sistema. Otros, entendiendo que son pasos para un cambio de fondo que, insisto, puede ser largo.

Reflexión tan conceptual como apasionante... Vuelvo a la tierra para confrontarnos con pasos concretos. Se realizará dentro de muy poco la Cumbre Social Alternativa en Ginebra. ¿Cómo hacer para que se dé, aunque sea, un paso chiquito adelante? ¿Es correcto impulsar la idea de avanzar en la definición de una verdadera agenda social de los pueblos?

Pienso que sí en la medida en que puede permitir traducir todo a prácticas reales. Normalmente las Cumbres de Naciones Unidas se quedan en niveles muy generales. Y es importante en los eventos del movimiento ciudadano que se hagan propuestas concretas. Entendiendo que el pensamiento teórico no va a avanzar sin propuestas concretas y viceversa. En un todo muy dialéctico!

Me quedan tres preocupaciones. La primera: a pesar de existir una explosión de nuevos movimientos en el planeta, muchos de ellos están dirigidos por las mismas cabezas que conducían otras formas organizativas en los setenta y ochenta. No se percibe realmente una renovación total de liderazgo...

Vale la pena analizar a fondo este fenómeno para saber realmente qué significa. Puede implicar que el liderazgo antiguo ha entendido el cambio de momento histórico y es capaz de transformar sus propuestas. Pero lo que me interesa más es que en estos movimientos hay también gente nueva. Y muchos jóvenes, que son el futuro de un nuevo liderazgo. Surge, entonces, un reto fundamental: armar a la nueva generación de instrumentos de análisis teórico y estratégico para que el movimiento no sea pasajero.

La segunda preocupación pendiente: ¿cuándo hablaba de la crisis del concepto de *partido de vanguardia* se refería al Norte o también al Sur?

Es totalmente válido tanto para el Norte como para el Sur. Significa que la definición de la utopía y de la estrategia no va a ser dada de una vez para siempre, de forma única y permanente. Se deben construir en conjunto a partir de convergencias de todos esos sectores que crean en el cambio del sistema.

Afirmación tajante para alguien que ha tenido una estrecha relación con partidos-vanguardias, en las décadas pasadas, en Centroamérica. ¿Eso significa que, por ejemplo, el Frente Sandinista de Liberación Nacional en Nicaragua o el FMLN salvadoreño son experiencias agotadas?

Agotados en el sentido en que la historia no se repite. Si se definen de manera cerrada, sin apertura a las nuevas perspectivas, serán movimientos históricos que han cumplido, justamente, con la historia pero que desaparecerán. Pero si tienen fuerzas vivas a su interior que pueden entender los nuevos desafíos, las nuevas necesidades, entonces podrán jugar un papel.

Todo esto nos lleva a una reflexión muy actual: el carácter futuro de la solidaridad internacional ¿Es necesario redimensionar y redefinirla?

Evidentemente. Sobretodo porque la construcción de convergencias es algo nuevo. Y si se quieren establecer, realmente, relaciones de convergencia, esto implica todo lo contrario a dependencias de una y otra parte. Y obliga a repensar la solidaridad en todas sus esferas y sentidos.

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