Internan a una mujer que no soportó el informe de las FFAA
Los peritos controlaron todos los informes psiquiátricos de Pinochet
Tlahui-Politic 11 I/2001. Información enviada a Mario Rojas, Director de Tlahui. Chile, a 19 de Enero, 2001. Chl - Internan a una mujer que no soportó el informe
de las FFAA y los peritos controlaron todos los informes psiquiátricos.
Equipo Nizkor, miembro del Serpaj Europa, Derechos Human Rights (USA) y del GILC (Global Internet Liberty Campaign). Información,
19ene01
i) UNA MADRE DE CINCO EJECUTADOS NO SOPORTA LAS MENTIRAS DE LAS FUERZAS ARMADAS.
CUANDO LA MENTIRA SE CONVIERTE EN DOLOR.
Al cierre de esta edición se encontraba internada en grave estado en el Hospital
José Joaquín Aguirre la señora Otilia Vargas,
madre de los cinco hermanos Pérez Vargas, militantes del MIR, asesinados por la
dictadura militar, dos de ellos detenidos
desaparecidos y otro, Dagoberto, sepultado quizás dónde, arrojado al mar o
exhumado y triturado por un bulldozer,
quién sabe.
La Otilia, una maestra primaria que el próximo 15 de abril cumpliría 76 años,
está muriéndose del "mal de Chile", ese azote
que empezó el 11 de septiembre de 1973 y que ha golpeado a miles de familiares
de detenidos desaparecidos y ejecutados
políticos. Por eso, cuando escribo de ella, rogando con fervor al Dios de mi
infancia que no se nos muera, pienso también en
todas las mujeres chilenas que sufren el mismo horror de ver burladas sus
esperanzas. O en las que ya murieron sin recibir un
gesto humanitario de los que saben y callan, de los que mandaron matar y ocultan
su vergüenza detrás de rostros
impenetrables. Por ahí andan paseándose monstruos de inhumanidad como Marcelo
Moren Brito, "El Coronta" o "El
Ronco", que disfrutaba pasándole una camioneta sobre las piernas a los
detenidos, o Miguel Krasnoff Marchenko, "Capitán
Miguel", el más duro entre los criminales de la DINA, o Arellano Stark, el jefe
de la Caravana de la Muerte, o Augusto
Pinochet, el capo de la mafia.
Todos altos oficiales de un ejército que se envileció celebrando como heroicas
batallas lo que no fueron sino asesinatos de miles de hombres y mujeres,
ancianos y niños, en su mayoría inermes y con las manos arriba. O los que
murieron en el horror de la parrilla, el submarino, el teléfono, el "pau de
arara" y las violaciones por la vagina y por el ano en cuarteles de la DINA y la
CNI atendidos por elegantes oficiales del Ejército, la Armada, la Fuerza Aérea y
Carabineros que después de la "jornada de trabajo" se iban con sus familias a
sus clubes de campo o a emborracharse en los casinos de sus unidades.
Otilia Vargas ha sido siempre animosa, de físico frágil -"en la escuela nadie
podía creer que yo había tenido seis hijos",
contaba-. Pero es de carácter fuerte y tiene un sutil sentido del humor. Está
casi ciega y aunque no puede leer siempre está
atenta a las noticias en la radio y la televisión. Con Flora, mi mujer, fuimos a
tomar onces a su casa el sábado 6 de enero.
Había estado unos días en cama porque sentía agudos dolores en una pierna. Pero
ya podía levantarse aunque con ayuda y
caminó apoyada en un bastón la corta distancia entre su cama y la mesa del
comedor. Es una casa pequeña -que parece más
grande desde que murió su esposo, don Osvaldo Pérez-, donde Otilia vive con su
hija Patricia. Alguna vez a esa casa
llegaban otros cinco hijos, Dagoberto, Aldo, Carlos, Iván y Mireya, todos
asesinados por la dictadura militar. Ese día la
encontramos muy desmejorada y deprimida -lo que no es natural en ella-, sobre
todo muy agitada y tensa. La tenían así los
anuncios de que las FF.AA. y Carabineros, por fin, habían decidido hacer lo que
hacen los hombres: decir la verdad y afrontar
la justicia. Otilia esperaba con angustia el discurso que la noche del domingo
haría el presidente Ricardo Lagos para informar
qué pasó con los detenidos desaparecidos y dónde están sus restos. Como miles de
madres, esposas y hermanas, ella quería
saber. Pero se debatía en una terrible contradicción: "No sé qué voy hacer si me
llama de La Moneda la María Luisa
Sepúlveda y me dice dónde están mis hijos. A veces pienso que no quiero ver esos
huesos y que me digan: estos son sus hijos.
No sé si quiero saberlo, no sé". Otilia de alguna manera ya ha pasado por esa
experiencia. Sus hijos caídos ocupan una página completa del Informe Rettig. Los
mellizos Iván y Mireya, estudiantes universitarios de 21 años, asesinados en
febrero de 1976, descansan en el Memorial del Cementerio General. Pero los
restos del hijo mayor, Dagoberto, sociólogo de 27 años, que cayó enfrentando un
allanamiento de la DINA en una parcela de Malloco en octubre de 1975, no han
aparecido. Mientras Carlos, publicista de 25 años, y Aldo, estudiante de 23
años, son detenidos desaparecidos desde septiembre de 1974.
La propia Otilia y su hija Patricia tuvieron que pasar a la clandestinidad antes
de lograr refugiarse en Cuba donde las esperaba
don Osvaldo Pérez. La traumática experiencia de huir de la DINA durante meses
causó un daño psiquiátrico irreversible a la
joven Patricia. Le dije a Otilia que no se hiciera muchas esperanzas, que
seguramente los "valientes soldados" entregarían unos
pocos nombres de detenidos desaparecidos para seguir negociando la impunidad;
que todavía pasaría mucho tiempo antes de
saber la verdad verdadera. Sin embargo, me di cuenta que ella tenía una enorme
esperanza en el discurso del presidente
Lagos.
Estaba perfectamente al tanto del procedimiento que seguirían para notificar a
los familiares "sorteados" por el arrebato de
sinceridad y honor que parecían experimentar las FF.AA. y Carabineros, empeñados
en salvar la mesa de diálogo. Pasó el discurso de Lagos del 7 de enero, y nada.
No mencionó nombres. Y Otilia se puso peor. El lunes la llamé y me preguntó si
"sabía algo". Era una manera de decir: "¿han dado algún nombre, sabes algo de
mis hijos?" El martes 9 apareció en
"La Nación" la lista de los 200 detenidos desaparecidos presuntamente arrojados
al mar o sepultados en fosas que todavía no
se pueden ubicar.
Pero en la lista no estaban los hijos de Otilia como casi ningún mirista,
excepto los hermanos Mario y Nilda Peña Solari, estudiantes de 21 y 23 años,
secuestrados en diciembre de 1974 y torturados hasta morir en La Venda Sexy y en
la Clínica Santa Lucía del general Contreras y sus rufianes.
Ese día hablamos de nuevo con Otilia que no sabía lo publicado en "La Nación" y
se lo dijimos con René Valenzuela,
un amigo de muchos años. Otilia no hizo comentarios. Simplemente se hundió en su
dolor. Tres días después hubo que
trasladarla en ambulancia al servicio de urgencia del Hospital J. J. Aguirre.
Presentaba fiebre, deshidratación y una hemorragia
digestiva alta. Los exámenes acusaron después un tumor en la vesícula que
obligará a intervenir a los cirujanos. La insidiosa
enfermedad, opinan los médicos, pudo haber sido detonada por un factor
sicosomático como su profunda depresión.
Fieles amigas están preocupándose de ella, haciéndole sentir su afecto y
preocupándose de solucionar los agobiantes
problemas económicos que crean las hospitalizaciones a las familias modestas.
Lo importante ahora es que Otilia vuelva a sentir interés por vivir para que
afronte la operación en buenas condiciones.
Su caso es el de muchos familiares de detenidos desaparecidos, cuya tragedia se
ha visto agudizada por esta nueva crueldad a
que se les ha sometido. Esta burla sangrienta debería impulsar con más fuerza la
demanda de verdad y justicia. Convocar a
amplios sectores sociales y políticos como se hizo en la lucha contra la
dictadura, para retomar ese impulso democratizador
que se quedó en el camino. Es la mejor manera de solidarizar con mujeres como
Otilia Vargas, que algún día serán honradas
por la Patria como ejemplos de coraje,
MANUEL CABIESES DONOSO
(Editorial publicado en Punto Final No. 488, 19 de enero-2001)
ii) TODOS LOS PERITOS SIGUIERON LAS PRUEBAS PSIQUIÁTRICAS REALIZADAS A PINOCHET.
El general (R) se mostró colaborador y hasta bromista con los peritos durante el
proceso realizado la semana pasada.
Además, intentó mostrar que no se agota fácilmente. "Señorita: un soldado nunca
se cansa", le dijo a una especialista.
Poco antes de que Augusto Pinochet finalizara su entrevista siquiátrica el
pasado jueves 11 de enero -en una de las pruebas
que resultarán clave en su destino judicial-, el general (R) preguntó
espontáneamente a sus examinadores por qué lo
juzgaban."Me preguntan por cosas que no recuerdo, porque estaba preocupado de
traer pan para Chile y poner en marcha las
industrias. No había pan, no había harina", dijo el desaforado senador en una
de las salas del Hospital Militar.
Tal reacción de Pinochet no estará consignada en el informe médico de 20 páginas
que a partir de hoy tendrá el juez Juan
Guzmán, pero sí formará parte de la serie de entretelones del proceso de
examinación realizado al ex comandante en jefe en el
marco del caso Caravana de la Muerte, test que el ministro tendrá en cuenta
cuando interrogue este martes 23 al general (R)
en La Dehesa.
El informe fue firmado ayer por los seis especialistas del Servicio Médico Legal
(SML) y de la Universidad de Chile que
examinaron a Pinochet, además de los dos peritos adjuntos nombrados por las
partes. Sólo falta la firma del médico de los
querellantes, Luis Fornazzari, quien regresó a su residencia en Canadá y
recibiría el informe por valija diplomática.
DEMENCIA VASCULAR
Aunque los exámenes mentales y neurológicos a Pinochet duraron cuatro días, ya a
la segunda jornada empezó a inclinarse la
balanza de los peritos para lo que sería el diagnóstico final, es decir, ningún
grado de locura o enajenación mental pero sí
"demencia subcortical de origen vascular de carácter leve a moderada", dolencia
derivada de los accidentes vasculares que el
general (R) padece desde 1997.
Si bien el diagnóstico fue unánime, la mayor discusión de los especialistas se
produjo el sábado 13, cuando analizaron si
Pinochet estaba en condiciones de ser interrogado y salió por primera vez a la
luz la tendencia política de cada uno, aseguró una fuente cercana al proceso.
Incluso Sergio Ferrer, el perito de la defensa, habló de la posibilidad de
establecer algún grado de Alzeheimer, basado en
estudios que señalan que los diabéticos propenden a esta enfermedad. Pero la
tesis no prosperó.
SU MEMORIA
Los test de memoria aplicados al general (R) demostraron un déficit en esta
área. Al responder algunas preguntas, se
detectaron "elementos fabulatorios de relleno", es decir, que contestó con
situaciones a las cuales les cambió la fecha. A la vez, su memoria remota no
presentó alteraciones, aunque le costó recodar fechas y algunos detalles. Pero
es su memoria reciente la que sufre algunas falencias.
Pese a que la mayoría de los test los contestó bien, en el que más erró fue el
Luria Nebraska, el más largo y complicado. En la
parte de proverbios obtuvo una puntuación "moderadamente baja" y en su capacidad
de abstracción, un "juicio de capacidad
abstracta conservada".
SU ENTREVISTA SIQUIÁTRICA
El jueves 11, Pinochet enfrentó una de sus pruebas clave: la entrevista
siquiátrica, en la que se le interrogó por sus datos
personales y hechos cruciales de su carrera militar, como por ejemplo el año de
ingreso a la Escuela Militar, los nombres de
los últimos Presidentes de Chile, pero no por hechos específicos de su gobierno.
Sólo tuvo algunas vacilaciones sobre
aspectos de su trayectoria en el Ejército, asegura un cercano a Pinochet.
Hay consenso entre los examinadores que durante el proceso el general (R)
siempre estuvo de excelente humor -hasta
bromeó-, en ningún momento se irritó y fue reacio a aceptar que estaba cansado.
Tanto es así que a una de las especialistas le
respondió en un momento: "Señorita, los soldados no nos cansamos".
A Fornazzari le dijo: "Usted es de Iquique. Yo conozco a sus tías, que eran muy
bonitas y muy buenas", ante lo cual el
neurólogo respondió: "Bueno, yo no me parezco mucho a ellas" y Pinochet añadió:
"Usted no se parece en nada a ellas" (ellas eran partidarias del régimen militar
y Fornazzari, exiliado).
En otro momento, al retirarse del Hospital Militar, Pinochet trastabilló.
Entonces, Fornazzari lo tomó del codo y le dijo "deje
que Iquique lo sujete". El general respondió: "‚Qué me va a sujetar Iquique! Yo
levanté a Iquique. Hice la Zona Franca, los
hoteles y las playas. No fue ese 'choro Soriá (Jorge, el alcalde de la ciudad),
que se cree la muerte y ahora me está atacando
diciendo que no hice nada".
Té y yogurt
Los test psiquiátricos a Pinochet comenzaron con una entrevista estandarizada
-Evaluación Clínica de Demencia- que aplicó
durante todo el miércoles 10 uno de los expertos de la Universidad de Chile. La
prueba incluía una serie de preguntas sobre el
pasado, presente y futuro; escribir y dibujar, y sirve para analizar su
capacidad de comprender el lenguaje escrito y hablado.
Tal prueba fue observada por todo el equipo de peritos. En los recesos, al
general (R) le llevaban yogurt, mientras que a los
especialistas tazas de té. Luego, Pinochet fue trasladado a la Clínica Las
Condes para su scanner helicoidal que detectó que
sus accidentes vasculares cerebrales habían aumentado en un año de tres a nueve
"manchas".
[Fuente: Cecilia Izurieta, Carmen Gloria Ramos y Ana María Sanhueza para el
diario La Tercera, Santiago de Chile, 19ene01]
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