Los EUA privatiza la ayuda militar y subcontrata a la MPRI
Tlahui-Politic 11 I/2001. Información enviada a Mario Rojas, Director de Tlahui. Colombia, a 19 de Enero, 2001. Col - La administración norteamericana privatiza la
ayuda militar y subcontrata a la MPRI.
Equipo Nizkor, miembro del Serpaj Europa, Derechos Human Rights (USA) y del GILC (Global Internet Liberty Campaign). Información,
18ene01
PARA NO DIRIGIR UNA GUERRA POR PODERES COMO EN VIETNAM Y EL SALVADOR, LA
ADMINISTRACIÓN U.S.A. ENVÍA MERCENARIOS SUBCONTRATADOS.
WASHINGTON - Mientras aumenta la ayuda de Estados Unidos a una Colombia cansada
por la guerra, la administración de Clinton presenta la participación militar
americana en ésta como simplemente una ayuda básica para la lucha contra la
droga.
Perseguidos por las sombras de Vietnam y El Salvador, los oficiales de la
administración dan su palabra de evitar dirigir otra guerra por poderes en un
país extranjero.
La verdad, no obstante, no está tan claramente delimitada.
El personal militar americano alistado en Colombia, cuya media es de 250 en un
día cualquiera, tiene órdenes de llevar a cabo sólo actividades en la lucha
contra la droga, incluyendo el entrenamiento de tres batallones anti-droga.
Pero la administración de Clinton, de forma silenciosa, ha contratado un grupo
de alto nivel formado por antiguo personal militar de Estados Unidos, cuyo
trabajo excede el simple objetivo de la lucha contra la droga y cuya intención
es convertir las fuerzas militares de Colombia en una máquina de guerra de
primera clase capaz de vencer a la insurrección izquierdista de varias décadas.
Estos asesores militares se mantienen en estrecho contacto con los oficiales del
Pentágono a la vez que asesoran a los colombianos sobre acciones dirigidas a
mejorar el ejército de Colombia, e incluso asesoran en la aprobación de nuevas
leyes que ayuden a una mayor profesionalización y eficacia de las fuerzas
militares colombianas. Además, los asesores están ayudando a reorganizar la
Policía Nacional, que tradicionalmente ha sido la encargada de llevar a cabo la
lucha contra la droga en Colombia.
La contratación de expertos militares - en este caso, Recursos Militares
Profesionales Inc. (en adelante MPRI), una empresa con sede central en
Alexandria, Virginia, dirigida principalmente por altos mandos militares
americanos ya retirados - es una práctica relativamente novedosa en el marco de
los programas estadounidenses de ayuda militar exterior.
Los críticos dicen que la práctica, conocida como "outsourcing", tiene como
objetivo eludir la supervisión del Congreso y proporcionar cobertura política a
la Casa Blanca si algo sale mal. El MPRI ha llevado a cabo otros trabajos para
Washington alrededor del mundo, incluyendo los Balcanes.
"Estamos asistiendo a la contratación privada de la guerra de manera tal que
queden difuminadas las responsabilidades," dice Robin Kirk de Human Rights
Watch. Explica ésta que puesto que el ejército colombiano, conformado por una
fuerza de 130.000 militares, es notoriamente conocido por sus violaciones a los
derechos humanos, resulta esencial que los Estados Unidos proporcionen ayuda
"de acuerdo con el derecho internacional y de forma transparente - no en
secreto."
Los partidarios de empresas militares privadas, sin embargo, afirman que no sólo
son dichas empresas más eficientes en cuanto a costes que las fuerzas militares
de Estados Unidos, sino que también reducen la presión sobre las tropas
americanas, sobrecargadas de destinos en el extranjero, incluyendo las misiones
para el mantenimiento de la paz.
El MPRI está trabajando a tiempo completo en Colombia bajo un contrato de 6
millones de dólares. La empresa ha enviado 14 empleados a Bogotá bajo la
dirección de un general del Ejército en retiro.
Funcionarios de la administración dicen que el personal de la MPRI está haciendo
precisamente lo que los soldados uniformados americanos han hecho
tradicionalmente. Dicen que el MPRI fue contratado no porque tenga ninguna
pericia específica, sino porque el Comando Sur de Estados Unidos en Miami, que
se encarga de supervisar las operaciones militares americanas en Latinoamérica,
no puede permitirse enviar 14 hombres a Colombia.
"¿Qué estamos haciendo con la MPRI que no pueda hacer el Comando del Sur o
cualquier otro? En teoría nada," afirmó Brian Sheridan, alto funcionario del
Pentágono que supervisa el trabajo de la MPRI, en su testimonio ante el congreso
en marzo.
"Es una cuestión de mano de obra", dijo Brian Sheridan.
No obstante, los expertos en política entre Estados Unidos y Colombia afirman
que la utilización de empresas como la MPRI está dirigida principalmente a
limitar el riesgo de bajas militares estadounidenses allí.
"Es muy práctico tener un traje que no sea parte de las fuerzas armadas
estadounidenses, obviamente," dijo el anterior embajador de Estados Unidos en
Colombia, Myles Frechette. " Si alguien resulta muerto o lo que sea, siempre
puedes decir que no es un miembro de las fuerzas armadas. Nadie quiere ver a
militares americanos muertos."
Aunque la contratación de la MPRI fue aprobada por el Congreso, plantea algunas
cuestiones graves sobre la conveniencia de la intervención de Estados Unidos en
los asuntos de un estado soberano, sobre la participación de civiles
estadounidenses en una guerra extranjera, y sobre si los Estados Unidos pueden
garantizar que el ejército colombiano no va hacer un uso inapropiado de la ayuda
que reciba de la MPRI.
También plantea la cuestión sobre la privatización de la política exterior
estadounidense.
El Senador Patrick Leahy, D-Vt., miembro distinguido del Subcomité del Senado
para Asignaciones en Operaciones Exteriores, es el autor de los requisitos de
derechos humanos en el paquete de ayuda de un total de 1300 millones de dólares
que el Congreso aprobó en junio bajo el plan Colombia, un programa que requiere
un total de fondos, a nivel internacional, de 7500 millones de dólares y que
tiene un fuerte componente militar estadounidense diseñado para reforzar
Colombia frente al colapso.
Patrick Leahy también critica la utilización de empresas como la MPRI.
En palabras de Leahy "está llena de peligros, especialmente cuando los derechos
humanos están en juego."
"El Congreso no tiene muchas más opciones que la de confiar en el Pentágono para
supervisar a los contratantes, pero sucede demasiado a menudo que el Pentágono
no presta una atención rigurosa."
"No tenemos forma de saber si los contratantes están entrenando a estos soldados
colombianos de forma del todo coherente con la política, leyes y procedimientos
de los Estados Unidos."
Tanto la MPRI como el Pentágono se han negado a las peticiones del Times para
revisar el contrato de la MPRI, que es renovable anualmente. El portavoz de la
MPRI, Ed Soyster, un teniente general del ejército retirado y antiguo director
de la Agencia de Inteligencia de Defensa dentro del Departamento de Defensa,
comparó la necesidad de guardar secreto en Colombia con la necesidad de guardar
secreto en Vietnam.
"Cuando yo estaba en Vietnam, no querría haberles revelado mi operación", dijo
Ed Soyster. "Si el enemigo sabe algo sobre ella, puede contrarrestarla."
RESOLUCIONES ANALÍTICAS DEL PROBLEMA.
En testimonios ante el Congreso y en entrevistas, funcionarios colombianos y del
Pentágono- incluidos Sheridan; el comandante del Comando Sur, General (RE)
Charles Wilhem; y el embajador de Colombia en Estados Unidos, Luis Alberto
Moreno - han caracterizado al personal de la MPRI como "hombres en trajes de
negocios" que valoran los problemas dentro del Ministerio de Defensa de Colombia
y presentan soluciones a través de un análisis detallado que Colombia puede
aceptar o rechazar.
En este sentido, no son diferentes de los más ó menos 50 restantes contratantes
privados estadounidenses que proporcionan material o servicios con cargo a la
ayuda exterior de Estados Unidos para Colombia.
Los empleados de la MPRI pueden "ocasionalmente realizar una salida al terreno
para ver algo," se afirma desde el Pentágono, incluyendo las operaciones
militares colombianas, pero no participan en batallas contra las fuerzas
rebeldes.
Su misión, de acuerdo con los documentos internos de la MPRI, es asesorar al
Ministerio de Defensa "con un desarrollo continuo y una puesta en marcha de
medidas de reforma militar."
Específicamente, la MPRI está trabajando con las fuerzas armadas y la Policía
Nacional en las áreas de planificación, operaciones (incluyendo operaciones
psicológicas), entrenamiento, logística, inteligencia y gestión de personal.
Soyster, el portavoz de la MPRI, compara su empresa con otras empresas de los
Estados Unidos en el extranjero "como Coca-Cola".
Pero, en su mayor parte, los oficiales de la MPRI operan fuera de la vista
pública, y ni el Pentágono ni los oficiales de la MPRI hablarán con mucho
detalle sobre las actividades de la empresa.
La función declarada de la MPRI en Colombia es similar, de forma llamativa, a su
función declarada en los Balcanes.
En enero de 1996, de acuerdo con la información publicada en la edición europea
de la revista especializada "Jane's Intelligence Review", Croacia y la MPRI
firmaron un Programa de Gestión de Largo Plazo diseñado para ayudar a los
croatas a "establecer la arquitectura, estructura, organización y sistema para
llevar a cabo funciones de planificación, programación y presupuesto para el
Ministerio de Defensa croata."
La MPRI insistió en que su trabajo en Croacia se limitaba a enseñanzas en clase
y nunca implicó ningún entrenamiento en tácticas o en utilización de armamento.
Pero se levantaron sospechas después de que Croacia lanzara dos ofensivas
militares con éxito en 1995, meses después de que comenzaran los contratos con
la MPRI.
Las operaciones "demostraron que el ejército croata era ahora capaz de coordinar
ataques con tanques y de infantería, apoyados por amplias fuerzas de artillería,
y era capaz de dominar nuevas técnicas de comunicaciones," según el informe de
Jane's. "Y lo que es más importante, la actuación de los croatas no se parecía a
las tácticas militares usuales y anticuadas del Pacto de Varsovia."
Oficialmente, la ayuda de Estados Unidos a Colombia está dirigida a la lucha
contra la droga, no a la guerra de los rebeldes que ha asestado al país durante
casi 40 años.
Pero incluso los oficiales de la administración de más antigüedad, incluyendo el
director de la Oficina para la Política Nacional de Control de Drogas (conocido
como el zar antidrogas) Barry McCaffrey, reconocen que la línea entre la lucha
contra la droga y la guerrilla se ha difuminado considerablemente debido a la
participación de los rebeldes en el comercio de la droga.
Efectivamente, los oficiales militares estadounidenses familiarizados con el
programa de 18 semanas de entrenamiento de batallones anti-droga en Colombia
dicen que la capacitación suministrada por las Fuerzas Especiales, inluyendo
entrenamiento de francotiradores, son transferibles a la lucha contra los
rebeldes marxistas.
INFLUENCIA DE MAYOR ALCANCE.
Dentro de las partes que más llaman la atención en la misión de la MPRI están
los planes de la misma para recomendar legislación, estatutos y decretos a
Colombia en relación con proyectos militares, el estatuto del soldado
profesional, concesión de derechos a oficiales y reformas de la ley sanitaria.
"Nos están utilizando para llevar a cabo la política exterior norteamericana,"
declaró Soyster, portavoz de la MPRI. "Es cierto que no determinamos la política
exterior, pero podemos ser parte del Gobierno de los Estados Unidos al llevar a
cabo la ejecución de la misma"
Es tal lo delicado del trabajo de la MPRI en Colombia que funcionarios del
Departamento de Estado dicen que existe un debate interno constante dentro de la
administración de Clinton sobre para quién trabaja la MPRI, ¿para Estados Unidos
o Colombia?
Moreno, el embajador colombiano, dijo no ver problema alguno en el contrato. Los
Estados Unidos estaban pagando a la MPRI, pero Colombia era el receptor de sus
conocimientos militares.
"Colombia le dice a la MPRI que necesitamos ayuda o asesoramiento en un área
determinada."
Según Moreno, se ha reunido con el personal de la MPRI y su país recibe de buen
grado su ayuda.
Colombia, un país de 41 millones de personas, ha estado en guerra con los
rebeldes, una poderosa fuerza formada por 20.000 hombres, mujeres y niños, desde
1964. Alimentada en otro momento por la ideología marxista, la insurrección se
ve ahora alimentada por el comercio de la droga, según los críticos.
Una complicación en los esfuerzos por la paz, incluso promovidos por el
Gobierno, la constituyen las bandas errantes de escuadrones de la muerte
paramilitares, de ideología derechista, y financiadas por poderosos
terratenientes y por el comercio de la droga.
Con un número total de entre 5.000 y 10.000 miembros, los paramilitares han sido
relacionados a menudo con las fuerzas militares colombianas.
"Las fuerzas militares en Colombia deben ser muy profesionales y modernas si se
pretende la paz," según Moreno. "Cualquier tiempo empleado en la modernización
de las fuerzas militares colombianas es tiempo bien empleado."
Washington ha inyectado más dinero en Colombia porque cada vez está más
preocupado por la posibilidad de que la guerra de los rebeldes salpique a sus
vecinos. Los enfrentamientos ya están amenazando la estabilidad en la frontera
con Venezuela, un proveedor de petróleo principal para los Estados Unidos, así
como también a Ecuador y Panamá. Sólo Egipto e Israel obtienen una ayuda
exterior de los Estados Unidos superior a la de Colombia.
Funcionarios estadounidenses y colombianos afirman que una de las estrategias en
la lucha contra la droga es cortar la financiación de los rebeldes, quienes
obtienen cientos de millones de dólares vendiendo protección a los
narcotraficantes. Colombia proporciona un 85% de la cocaína que se vende en las
calles de Estados Unidos y una cantidad creciente de heroína.
Al explicar el ímpetu conferido a la utilización de la MPRI, funcionarios del
Pentágono dicen que se han sentido frustrados durante los últimos 40 años al
intentar ayudar en la reforma de las fuerzas militares colombianas, haciendo
programas de intercambio, por ejemplo, cuyos resultados fueron muy poco
fructíferos.
Algunos funcionarios del Departamento de Estado dicen que Washington no está
utilizando a la MPRI para hacer que los colombianos se traguen la reforma
militar.
Colombia puede rechazar las sugerencias del MPRI.
Moreno está de acuerdo en esto.
Cuando la MPRI comenzó las operaciones en Colombia, el Pentágono dijo que el
ministerio de defensa ya había comenzado un programa de reforma.
Fue Sheridan, el secretario adjunto de defensa para la sección del Pentágono
conocida como SOLIC (Operaciones Especiales en Conflictos de Baja Intensidad),
quien recomendó la MPRI al Ministro de Defensa, Luis Fernando Ramírez.
De acuerdo con las declaraciones del Pentágono, cada trimestre la MPRI envía
informes directamente a un comité superior de dirección en Washington, que
incluye a Sheridan, a representantes del Comando Sur y a Randy Beers, el
secretario adjunto de estado para Asuntos Internacionales de Narcóticos y
Cumplimiento de la Ley.
Entretanto, el Congreso no recibe ninguna actualización sobre la misión de la
MPRI.
Esto provoca que los críticos, incluso dentro de las fuerzas militares, se
muestren reticentes.
En 1998, el Coronel Bruce D. Grant redactó un proyecto de investigación
estratégica dirigido a la Escuela Superior Militar de Guerra de Estados Unidos
cuestionando empresas como la MPRI.
No solamente concluyó éste que lo que hacen es ilegal, ya que eluden la
supervisión del Congreso, sino que también se preguntaba cómo podían los hombres
y mujeres militares vender sus conocimientos periciales al mejor postor
extranjero.
"Esta tendencia peligrosa sitúa la pericia militar fuera del alcance de la
responsabilidad pública y corrompe nuestras fuerzas militares," escribió Grant.
"Las consecuencias no intencionadas de la ayuda militar con ánimo de lucro
podrían desvirtuar los objetivos de la política exterior de Estados Unidos,
resultar en una tragedia cuando los receptores hagan un mal uso de ésta, y dar
lugar a fuerzas militares desalentadas."
La ayuda militar es claramente la forma más susceptible de ayuda que se dirige a
Colombia.
Curtis Kamman, embajador de los Estados Unidos en Colombia hasta hace unas
semanas, mantuvo la política de prohibir a los periodistas asistir a
entrenamientos de las Fuerzas Especiales porque temía que las imágenes, una vez
transmitidas por la televisión en los Estados Unidos, hicieran que la gente
recordara Vietnam.
A principios de este año, cuando las condiciones en Colombia empeoraban y el
Congreso de los Estados Unidos discutía las circunstancias del paquete de ayuda
de 1300 millones de dólares, los críticos citaban frecuentemente Vietnam.
El congresista David Obey, D-Wis., afrirmó que detestaba las analogías con
Vietnam, "porque nueve de cada diez eran todas tópicas."
"Pero tengo que decirles ," prosiguió Obey, "esto me recuerda mucho a Vietnam...
Ocurra lo que ocurra, van a ser muchos los hijos que morirán y que pueden ser o
no americanos."
[Fuente: St. Petersburg Times, Florida, USA - Por Paul de la Garza y David Adams
- 03dic00.Traducción al español de la versión original en inglés realizada por
el Equipo Nizkor]
From: Editor Equipo Nizkor mailto:nizkor@teleline.es
Más información - Further information - Plus d'information
|