Declaración de las organismos de DH y sociales ante la CDH de la ONU
The Colombian ONG's hereby make known at the Human Rights Commission's ...
Les ONG's colombiennes déclarent devant la 57ème session de la Commission des droits de l'homme que...
Tlahui-Politic 11 I/2001. Información enviada a Mario Rojas, Director de Tlahui. Colombia, a 25 de Enero, 2001. Col - Declaración de las organismos de DH y sociales
ante la CDH de la ONU (57 período).
Equipo Nizkor, miembro del Serpaj Europa, Derechos Human Rights (USA) y del GILC (Global Internet Liberty Campaign). Información
[English and French version below],
20ene01
DECLARACIÓN DE LAS ORGANIZACIONES COLOMBIANAS ANTE LA COMISIÓN DE DERECHOS
HUMANOS DE LA ONU (57 PERIODO).
Las organizaciones no gubernamentales y sociales colombianas declaramos ante el
57 período de sesiones de la Comisión de Derechos Humanos que continúa vigente
la afirmación de la Alta Comisionada para los Derechos Humanos (E/CN.4/2000/8):
"Los derechos humanos (en Colombia) no han sido objeto de un tratamiento
suficientemente prioritario por parte del Gobierno; así mismo tampoco lo han
sido las recomendaciones internacionales"(párr.168).
La Oficina de la Alta Comisionada en Colombia (OACNUDH) ha desarrollado
adecuadamente su doble mandato, pero el gobierno colombiano sigue sin atender
sus recomendaciones, por lo que la situación de derechos humanos y derecho
humanitario continúa deteriorándose. Mientras en 1999 en promedio doce personas
fueron diariamente muertas o desaparecidas por la violencia sociopolítica, en
2000 este número aumentó a catorce: ocho murieron a causa de ejecuciones
extrajudiciales, cerca de una fue desaparecida, una persona más fue muerta cada
dos días por pertenecer a sectores sociales considerados marginados, y más de
cuatro murieron en combate.
Respecto de estas muertes y desapariciones en las cuales se conoce el presunto
autor, el 79,95% se atribuyó a agentes estatales: 2.44% directamente (29
víctimas), e indirectamente, por grupos paramilitares 77.51%, (920 víctimas). A
las guerrillas se les atribuyó la presunta autoría
del 20.05% de los casos (238 víctimas).
Grupos paramilitares han realizado múltiples masacres en 2000, entre ellas las
ocurridas en El Salado el 18 de febrero, donde fueron ejecutados 45 campesinos y
en Nueva Venecia, el 22 de noviembre, con saldo de 49 pescadores ejecutados y 30
desaparecidos.
El 15 de agosto de 2000, en Pueblorrico, murieron seis niños entre los 7 y 11
años de edad y cuatro resultaron heridos. Cuando 50 estudiantes realizaban un
paseo escolar acompañados de adultos, tropas de la IV Brigada del ejército los
atacaron mientras el grupo suplicaba que cesara el ataque. Posteriormente los
militares no prestaron debida atención a las víctimas: al
menos una de las niñas heridas murió desangrada por falta de atención médica
inmediata. La Fiscalía comprobó que no hubo combates al momento de la acción.
Voceros del ejército y el ministro de defensa pretendieron explicar el hecho
señalando que guerrilleros habían utilizado a los niños como escudos humanos,
hipótesis desvirtuada por la Fiscalía. Un juez penal militar, a quien esta
última entregó el caso, desvinculó del proceso a 16 de los implicados en el
hecho.
La población desplazada forzadamente ha seguido en aumento, como consecuencia
del escalamiento del conflicto armado y, en ocasiones, para facilitar la
realización de megaproyectos. Se estima que en 2000 ha habido más de 300.000
personas desplazadas, mientras que las políticas del gobierno han resultado
inadecuadas para prevenir el fenómeno y atender las víctimas.
El "Plan Colombia", aprobado por el congreso estadounidense, incrementará el
enfrentamiento interno y aumentará las violaciones a los derechos humanos y al
derecho humanitario, como sucede ya en el Putumayo.
Los ataques contra defensores de derechos humanos, periodistas y líderes
sociales y sindicales continuaron. Altos funcionarios de las fuerzas armadas se
han referido a las ONG de derechos humanos en abierta contradicción con la
directiva presidencial sobre la materia, sin que esto haya implicado una sanción
disciplinaria.
La situación carcelaria continúa agravándose: los paramilitares detenidos
intentan controlar las cárceles, con la complicidad de la guardia, atacando a
los demás detenidos, especialmente a los presos políticos. En una masacre fueron
asesinados 27 internos, con la completa omisión de las autoridades.
En Colombia, la mayoría de la población no disfruta de los derechos económicos,
sociales y culturales. La tasa de desempleo supera el 20% y las propuestas del
gobierno para disminuirla agravan las precarias condiciones de los trabajadores.
La tasa de mortalidad infantil en la zona rural duplica la urbana: 54.0 y 27.2
respectivamente y aproximadamente 3'000.000 de menores en edad escolar están
fuera del sistema educativo.
Continúan vulnerándose los derechos de comunidades negras y pueblos indígenas,
especialmente el de consulta previa en proyectos de infraestructura establecido
por convenios de la OIT, con consecuencias graves para la vida y la salud de los
pueblos Embera-Katío y U'wa, entre otros.
Las partes en conflicto cometen graves infracciones al derecho humanitario. El
ELN sigue realizando secuestros colectivos. Las FARC continuaron secuestrando, y
afectaron en repetidas ocasiones bienes y población civil con medios de guerra
de efectos indiscriminados como las pipetas de gas, causando muertes a civiles.
La fuerza pública continúa ubicando sus
emplazamientos en medio de bienes y personas protegidas, con el riesgo que ello
implica. El Ejército Nacional bombardeó y ametralló el 16 de enero de 2000 un
caserío en el valle del río Cimitarra, causando el desplazamiento de 400
campesinos y la destrucción de viviendas.
El gobierno ha adoptado medidas que limitan las libertades fundamentales, y
anunció la presentación al Congreso de un proyecto para restringir la figura de
Habeas Corpus, crear zonas especiales de orden público y dar facultades
especiales a las Fuerzas Militares para que realicen allanamientos, detenciones
e intercepten teléfonos.
La fuerza pública reconoce que no enfrenta a los grupos paramilitares. Un
informe del Ministerio de Defensa afirma que los resultados contra los
paramilitares "difícilmente pueden ser proporcionales puesto que mientras los
grupos guerrilleros atacan y enfrentan a la Fuerza Pública (...), los grupos de
autodefensa rehuyen la acción de esa Fuerza Pública y tienen como lineamiento no
enfrentarla, lo cual genera menos oportunidades para provocarles bajas y
capturas " . A esto se agrega la constatación de la Alta Comisionada en su
tercer informe sobre Colombia cuando dice: "la Oficina ha sido testigo de
declaraciones de altos oficiales del Ejército señalando que los paramilitares no
atentan contra el orden constitucional y por consiguiente no es función del
Ejército combatirlos".
En octubre de 2000 fueron retirados del servicio activo 388 militares. No fueron
publicados sus nombres y no hay información sobre si su retiro obedeció a
violación de derechos humanos. En todo caso, no se inició investigación judicial
en su contra, y se conoce que oficiales de la fuerza pública sobre los cuales
recaen serios indicios de mantener vínculos con los grupos paramilitares no
fueron retirados del servicio. Varios de los oficiales retirados ingresaron a
grupos paramilitares, según lo informó el ministro de defensa.
La impunidad por violaciones de derechos humanos es cercana al 100%. En muchas
ocasiones la Fiscalía no es apoyada por los cuerpos de seguridad del Estado. En
otros casos, ésta ha entregado las investigaciones a la justicia penal militar,
incumpliendo las recomendaciones internacionales, y la decisión de la Corte
Constitucional que ordenó que todas las violaciones a los derechos humanos
fuesen investigadas y juzgadas por la justicia civil ordinaria.
Las organizaciones firmantes apoyamos las gestiones a favor de una solución
negociada del conflicto armado. La búsqueda de la paz debe estar acompañada de
una política seria de derechos humanos, ausente en este gobierno, y deben
garantizarse los derechos de las víctimas a la verdad, la reparación y a la
justa sanción de los responsables. Reclamamos respeto de parte de los actores
armados a los derechos de los no combatientes, y la firma de
acuerdos humanitarios.
En consecuencia, pedimos a esta Comisión que:
- Basada en el informe de la Alta Comisionada, manifieste enérgicamente su
profunda preocupación por la crisis de derechos humanos en Colombia y por el
reiterado incumplimiento de las recomendaciones formuladas.
- Fortalezca el mandato de la OACNUDH en Colombia, asegurando una adecuada
financiación, respaldando su labor y urgiendo al gobierno colombiano a cumplir
sus recomendaciones.
- Pida a la Alta Comisionada que presente también su informe sobre Colombia a la
Asamblea General de Naciones Unidas.
- Se nombre un Relator Especial para Colombia, como mecanismo complementario,
que apoye a la OACNUDH en el seguimiento del cumplimiento de las recomendaciones
internacionales.
- Inste a los mecanismos temáticos de la Comisión a redoblar su atención a la
crisis de derechos humanos en Colombia, y les pida que visiten nuevamente el
país.
- Haga un llamado especial a los países que brindan ayuda militar a Colombia
para que ésta no se utilice en violaciones a los derechos humanos y tenga como
condición el cumplimiento de las reiteradas recomendaciones de Naciones Unidas.
- Constituya un grupo del seno de la Comisión que analice las causas por las
cuales el gobierno de Colombia no ha atendido las recomendaciones de la OACNUDH
y presente un informe al próximo período de sesiones de la Comisión.
- Recomiende que el Consejo de Seguridad establezca un Tribunal Penal Ad Hoc
para Colombia, para investigar y juzgar las graves violaciones de derechos
humanos, crímenes de guerra y de lesa humanidad.
- Decida todo lo anterior por medio de una Resolución, debido a la falta de
cooperación del gobierno colombiano, evidenciada en el reiterado incumplimiento
de las recomendaciones internacionales.
Bogotá, diciembre de 2000.
ORGANIZACIONES QUE ADHIEREN AL INFORME:
1. ACGTD Confederación General de Trabajadores Democráticos,
2. Asociación Campesina de Antioquia,
3. Asociación Campesina del Valle del Cimitarra,
4. Asociación de Familiares de Detenidos Desaparecidos - Asfades Medellín,
5. Asociación de Trabajo Interdisciplinario - ATI,
6. Asociación Nacional de Ayuda Solidaria - Andas Bogotá,
7. Benposta Nación de Muchachos,
8. Casa de Paz Cali,
9. Cencooser Central Cooperativa de Servicios,
10. CEPECS Centro de Promoción Ecuménica Social,
11. Cinep Centro de Investigación Popular,
12. Corporación Avre,
13. Colectivo de Abogados,
14. Colectivo de Derechos Humanos Semillas de Libertad - Codhesel,
15. Comisión Colombiana de Juristas,
16. Comité Permanente por la Defensa de Derechos Humanos,
17. Comité Permanente por la Defensa de Derechos Humanos "Héctor Abad Gómez",
18. Comité de Solidaridad con Presos Políticos - CSPP,
19. Comunidades Eclesiales de base,
20. Consejo Regional Indígena del Cauca - Cric,
21. Corporación Cleber,
22. Corporación Compromiso,
23. Corporación Jurídica Libertad,
24. Corporación Mujer y Dignidad Piedecuesta,
25. Corporación Utopías,
26. CPC Confederación de Pensionados de Colombia,
27. Credhos,
28. CSPP Valle,
29. CTC Confederación de trabajadores de Colombia,
30. Sub directivo de la CUT Norte de Santander,
31. Defensa de los Niños Internacional - DNI,
32. Diócesis de Quibdó,
33. Escuela Nacional Sindical,
34. FEDES Federación Educativa de desarrollo,
35. Franciscans International,
36. Fundación Estrella Orográfica del Macizo Colombiano - Fundecima,
37. Fundación Equipo Técnico,
38. Fundación Foro Costa Atlántica,
39. Fundación Sumapaz,
40. Funprocep,
41. GAD,
42. Grupo de Gays y Lesbianas,
43. Humanidad Vigente Bogotá,
44. Instituto Latinoamericano de Servicios Legales Alternativos - ILSA,
45. Instituto María Cano,
46. Instituto Popular de Capacitación - IPC,
47. Justicia y Paz Medellín,
48. Mencoldes Fundación Menonita para el Desarrollo,
49. Organización Femenina Popular,
50. Organización Indígena de Antioquia - OIA,
51. Partido del Socialismo Democrático,
52. Pastoral Social Villavicencio,
53. Reiniciar,
54. Sintrainal Coordinadora Popular,
55. Solivida Cali,
56. Sol y Tierra
[ENGLISH VERSION]
The Colombian Non-Governmental and Social Organisations hereby make known at the
Human Rights Commission's 57th Period of Sessions that the High Commissioner on
Human Rights' report remains in effect (E/CN.4/2000/8): "Human rights (in
Colombia) have not been given sufficiently high-priority treatment by the
Government, nor have international recommendations been followed."(par.168).
The Office of the United Nations High Commissioner on Human Rights (OUNHCHR) in
Colombia has adequately fulfilled its double mandate, yet the Colombian
government continues to disregard its recommendations, resulting in continued
deterioration of the human rights and international humanitarian law situation.
While an average of 12 persons per day were killed or disappeared due to
socio-political violence in 1999, that figure rose to 14 in 2000 through
extra-judicial executions, close to one person was disappeared daily, another
person was killed every two days for belonging to marginalised social sectors,
and over four died per day in combat.
Regarding the deaths and disappearances for which the alleged perpetrators are
known, 79.95% are attributed to government agents: 2.44% directly (29 victims)
and 77.51% indirectly through paramilitary groups, (920 victims). Guerrilla
groups are purportedly the perpetrators of 20.05% of these cases (238 victims).
Paramilitary groups were responsible for multiple massacres in 2000, including
the El Salado massacre on February 18 in which 45 peasants were executed, and
that of Nueva Venecia on November 22 with a toll of 49 fishermen executed and 30
disappeared.
On August 15, 2000 in the town of Pueblorrico, six children between the ages of
7 and 11 died and four were wounded. When 50 students were on a school field
trip in the company of adults, troops from the Army's IV Brigade attacked them,
though the group begged them to stop the assault. Subsequently, military forces
did not provide the victims with due care, and at least one wounded girl died of
blood loss because she did not receive immediate medical attention. The
Fiscalía ("Attorney General's Office") confirmed that there were no combats in
progress when these acts took place. Army and Ministry of Defence spokespersons
tried to justify these actions by claiming that the guerrillas had used the
children as human shields, a version later disproved by the Attorney General's
Office. The military criminal judge to whom the Attorney General's Office
remanded the case dropped charges against 16 of those implicated in the
proceedings.
The population subjected to forced displacement has continued to rise as a
result of the escalated armed conflict and, on occasion, in efforts to
facilitate the completion of large-scale projects. It is estimated that over
300,000 people were displaced in 2000, while government policies have been
inadequate to prevent the phenomenon and take care of victims' needs.
"Plan Colombia", which was approved by the United States Congress, will
intensify internal confrontations and increase human rights and humanitarian law
violations, as is already the case in the Putumayo region.
Attacks continued on human rights defenders, journalists, and social and
labour-union leaders. Upper-ranking officers in the armed forces have publicly
opposed human rights NGOs in direct contradiction with presidential directives
on this issue, without any disciplinary sanctions.
The situation in penitentiaries continues to become more serious. Members of
paramilitary groups under arrest have tried to gain control of the jails, with
the complicity of the guards, resulting in attacks on other inmates, especially
political prisoners. In one massacre, 27 inmates were killed, yet the
authorities failed to react in any way.
In Colombia, most of the population does not benefit from economic, social and
cultural rights. The unemployment rate was higher than 20%, and governmental
proposals to lower that figure have threatened the nation's workers' already
precarious position. The rural infant mortality rate is double that of urban
áreas, at 54.0 and 27.2, respectively, and approximately 3,000,000 school-aged
minors are currently outside of the educational system.
Rights of black and indigenous communities continue to be violated, especially
their rights to prior consultation in infrastructure projects, as established by
ILO agreements, with severe consequences for the lives and health of the
Embera-Kat'io and U'wa peoples, among others.
The parties to the conflict habitually commit serious violations of humanitarian
law. ELN (Ejército de Liberación Nacional, "National Liberation Army") continued
it mass kidnappings. FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias Colombianas,
"Colombian Revolutionary Armed Forces") also pursued kidnapping and on numerous
occasions damaged property and the civilian population through indiscriminate
use of war tactics, such as gas-tank launchings, often killing civilians. The
security forces continue to position emplacements in áreas of protected property
and persons, with the risks that such actions imply. The National Army bombed
and machine-gunned a hamlet in the Cimitarra River Valley on January 16, 2000,
resulting in the displacement of 400 peasants and the destruction of homes.
The government has adopted measures to restrict fundamental freedoms and has
announced its presentation of a draft bill before Congress to limit habeas
corpus, create special law-enforcement zones and grant special powers to the
Military Forces for searches, arrests and wire taps.
The security forces have admitted that they do not confront paramilitary groups.
A Ministry of Defence report states that results of efforts against paramilitary
groups "can hardly be proportional due to the fact that guerrilla groups attack
and confront Security Forces (...), self-defence groups shy away from actions
against the Forces of Law and Order and have a policy of non-confrontation,
which yields fewer opportunities to cause casualties and captures among their
ranks." Further verification is provided in the High Commissioner's third
report on Colombia, which states, "This Office has been witness to statements by
high-ranking Army Officers that paramilitary groups do not threaten
constitutional security and consequently, it is not the Army's responsibility to
combat them."
In October, 2000, 388 military officers were removed from active duty. Their
names were not published, and no information is available on whether their
withdrawal was due to human rights violations. In any case, no legal
investigation was opened against these officers, and it is known that security
officers for whom there are serious indications of ties to paramilitary groups
were not removed. Several retired officers entered paramilitary groups,
according to Ministry of Defence reports.
Impunity is close to 100% for human rights violations. In many case, the
Attorney General's Office does not have the support of the government's security
forces. On other occasions, that Office has remanded investigations to military
criminal justice, going against international recommendations and the decision
of the Colombian Constitutional Court, which ordered that all human rights
violations be investigated and judged by ordinary civil justice.
The signatory organisations support efforts favouring a negotiated solution to
armed conflict. The quest for peace must go hand-in-hand with a serious human
rights policy in which the government is not present. This policy must
guarantee victims' rights to truth, reparation and just sanctions for
responsible parties. We demand respect from the armed participants for the
rights of non-combatants, as well as the signing of humanitarian agreements.
Consequently, we ask this Commission to do the following:
- Based on the High Commissioner's report, vigorously show your deep concern for
the human rights crisis in Colombia, as well as for repeated breaches of
recommendations made.
- Strengthen OUNHCHR's mandate in Colombia by ensuring adequate financing,
supporting its work and urging the Colombian government to follow its
recommendations.
- Ask the High Commissioner to present its report on Colombia also to the United
Nations General Assembly.
- Name a Special Rapporteur for Colombia as a complementary mechanism to support
OUNHCHR in the area of compliance of international recommendations.
Urge the Commission's thematic mechanisms to redouble their attention to
Colombia's human rights crisis and ask them to visit the country once again
Make a special call to countries providing military aid to Colombia so that such
aid is not used to violate human rights and that a condition thereto is
compliance with repeated United Nations recommendations.
- Form a group within the heart of the Commission to analyse OUNHCHR
recommendations and present a report at the Commission's next series of
sessions.
- Recommend that the Security Council establish an Ad Hoc Criminal Tribunal for
Colombia to investigate and decide on serious human rights violations, war
crimes and crimes against humanity.
- Decide on all of the foregoing through a Resolution, due to the lack of
co-operation by the Colombian government, as seen in its repeated breaches of
international recommendations.
Bogota, Colombia, December 2000.
[VERSION EN FRANÇAIS]
Les organisations non gouvernementales et sociales colombiennes déclarent devant
la 57ème session de la Commission des droits de l'homme que l'affirmation du
Haut Commissaire aux droits de l'homme reste valable (E/CN.4/2000/8): "Les
droits de l'homme (en Colombie) n'ont pas été l'objet d'un traitement
suffisamment prioritaire de la part du gouvernement; il en a été de même avec
les recommandations internationales" (paragraphe168).
Le Haut Commissariat en Colombie (HCNUDH) assume sérieusement son double mandat.
Cependant, la situation des droits de l'homme et du droit humanitaire continue
de se dégrader car le gouvernement persiste à ne pas suivre les recommandations.
En 1999, douze personnes en moyenne ont mort ou disparu chaque jour par suite de
la violence socio-politique. En 2000 ce chiffre est passé à quatorze: huit ont
mort dans des exécutions sommaires, environ une a disparu, et une autre a été
tuée tous les deux jours pour appartenance à des secteurs sociaux jugés
marginaux; enfin, plus de quatre sont tombées en combat.
Sur l'ensemble des ces morts et de ces disparitions -dont l'auteur présumé est
connu- 79,95% a été attribué à des agents étatiques: 2,44% directement (29
victimes), et 77,51% indirectement, par des groupes paramilitaires (920
victimes). Les guérillas se sont vues attribuer 20,05% (238 victimes).
En 2000 les groupes paramilitaires ont commis de multiples massacres, parmi
lesquelles celles de El Salado, le 18 février -45 paysans exécutés-, et Nueva
Venecia, le 22 novembre -49 pêcheurs exécutés et 30 disparus-.
Le 15 août 2000, à Pueblorrico, six enfants, entre 7 et 11 ans, sont morts et
quatre autres ont été blessés: 50 élèves, en sortie scolaire, encadrés par des
adultes, ont été attaqués par des troupes de la IVème Brigade, malgré les
prières du groupe d'arrêter les attaques. Les militaires n'ont pas porté aux
victimes une attention adéquate; une enfant blessée est morte par suite d'une
hémorragie, faute de soins immédiats. Le Parquet a constaté qu'il n'y avait pas
de combats à ce moment-là. Des porte-paroles de l'armée et le ministre de la
défense, ont prétendu que les guérilleros avaient utilisé les enfants comme
écussons humains, hypothèse infirmé par le Parquet. Le juge pénal militaire
saisi du cas, a dégagé de toute responsabilité 16 personnes parmi les inculpés.
La population déplacée augmente comme conséquence de l'escalade du conflit et,
quelquefois, pour faciliter la mise en place de méga-projets. En 2000 le nombre
de déplacés a dépassé les 300 000; les politiques gouvernementales se sont
avérées inadéquates pour prévenir le phénomène et s'occuper des victimes.
Le "Plan Colombia", approuvé au congrès américain, entraînera sans doute une
aggravation du conflit et des violations des droits de l'homme et du droit
humanitaire, comme c'est déjà le cas au Putumayo.
Les attaques contre des défenseurs des droits de l'homme, des journalistes et
des leaders sociaux et syndicaux persistent. Hauts fonctionnaires de l'armée se
sont référé aux ONGs dans des termes contredisant la directrice présidentielle
en la matière; aucune sanction disciplinaire n'a été imposée.
La situation des prisons se dégrade: les paramilitaires détenus essaient de
contrôler les prisons avec la complicité des gardiens, et attaquent les autres
détenus, notamment les prisonniers politiques. Lors d'un massacre 27 internes
sont assassiné été, sans aucune réaction de la part des autorités.
La plupart de la population colombienne ne jouit pas des droits économiques,
sociaux et culturels. Le taux de chômage dépasse 20%; les propositions du
gouvernement en vue de sa diminution aggravent les conditions, déjà précaires,
des travailleurs. Le taux de mortalité infantile dans les zones rurales double
celui des villes: 54,0% et 27,2% respectivement. Environ 3 millions d'enfants
en âge scolaire sont exclus du système éducatif.
Les droits des communautés noires et autochtones continuent d'être lésés,
notamment celui, établi par l'OIT, d'être consultées avant la prise de décisions
concernant des projets d'infrastructure; ainsi, par exemple, la vie et la santé
des Embera-Katío et des U'wa sont en danger.
Les parties au conflit enfreignent le droit humanitaire. Le ELN poursuit les
enlèvements massifs. Les FARC maintiennent les enlèvements et ont utilisé en
guise d'armes, plusieurs fois, des bonbonnes à gaz, n'épargnant ni la vie ni les
biens de la population civile. La force publique continue d'aménager ses postes
au milieu des biens et des habitants, avec tous les risques que cela comporte.
Le 16 janvier 2000, l'armée bombarda et mitrailla un hameau proche de la rivière
Cimitarra. Résultat: près de 400 paysans déplacés et des logements détruits.
Le gouvernement a adopté des mesures limitant les libertés fondamentales. Un
projet sera soumis au Congrès pour restreindre l'Habeas Corpus, créer des zones
spéciales d'ordre public et conférer aux Forces Militaires des facultés
extraordinaires pour perquisitionner, et réaliser des arrestations et des
écoutes téléphoniques.
La force publique reconnaît ne pas combattre les groupes paramilitaires. Selon
un rapport du Ministère de la Défense, les résultats des actions contre les
paramilitaires " sont difficilement comparables car les groupes de guérilla
attaquent et s'affrontent à la force publique (...) tandis que les groupes
d'autodéfense évitent les actions de cette dernière et ont pour principe de ne
pas la combattre; d'où moins de possibilités de morts et de captures ". Dans
son troisième rapport sur la Colombie, le Haut Commissaire signale: "le Haut
Commissariat a été témoin de déclarations d'officiers de l'armée selon lesquels,
étant donné que les paramilitaires ne mènent pas d'actions contre l'ordre
constitutionnel, la fonction de l'armée n'est pas de les combattre".
En octobre 2000, 388 militaires dont les noms n'ont pas été publiés, ont été
contraints d'abandonner l'armée. Reste à savoir si cette décision a été prise
suite à des violations des droits de l'homme. En tout cas, aucune information
judiciaire n'a été ouverte. De plus, des officiers contre lesquels pèsent de
lourds indices d'avoir des liens avec les groupes paramilitaires se trouvent
encore en service actif. Selon le ministre de la défense, parmi ceux qui ont dû
retourner à la vie civile, certains sont devenus membres de groupes
paramilitaires.
L'impunité pour cause de violation des droits de l'homme est proche de 100%.
Souvent, le Parquet n'est pas suffisamment appuyé par les corps de sécurité de
l'État. Dans certains cas, le Parquet a confié les enquêtes à la justice pénale
militaire, ce qui est contraire aux recommandations internationales et à l'arrêt
de la Cour Constitutionnelle qui établit que toutes les violations des droits de
l'homme doivent être poursuivies et jugées par la justice civile ordinaire.
Comme organisations signataires de la présente déclaration, nouns appuions les
démarches pour une solution négociée au conflit. La quête de la paix doit aller
de pair avec une politique sérieuse des droits de l'homme, inexistante sous le
gouvernement actuel. Il faut également assurer le respect des droits des
victimes à connaître la vérité, à obtenir réparation des dommages et à ce que
les responsables soient punis justement. Nous exigeons que les acteurs armés
respectent les droits des non combattants, et que des accords humanitaires
soient signés.
Nouns demandons à cette Commission de:
- Compte tenu du rapport du Haut Commissaire, exprimer fermement sa profonde
préoccupation concernant la crise des droits de l'homme en Colombie et le
non-respect réitéré des recommandations.
- Renforcer le mandat du HCNUDH en Colombie, à travers un financement adéquat,
en appuyant ses actions et en exigeant au gouvernement d'appliquer les
recommandations.
- Demander au Haut Commissaire de présenter son rapport sur la Colombie devant
l'Assemblée Générale des Nations Unies.
- Désigner un Rapporteur Spécial pour la Colombie, comme mécanisme
complémentaire pour appuyer le HCNUDH dans le suivi de l'application des
recommandations internationales.
- Demander aux mécanismes thématiques de la Commission de renforcer l'attention
portée à la crise des droits de l'homme en Colombie et visiter de nouveau le
pays.
- Lancer un appel aux pays qui appuient militairement la Colombie afin qu'ils
exigent que l'aide ne soit pas utilisée pour des actions qui violent les droits
de l'homme et que les recommandations réitérées des Nations Unies soient
suivies.
- Créer, au sein de la Commission, un groupe chargé d'analyser les causes du
non-respect par le gouvernement colombien des recommandations du HCNUDH, et de
présenter un rapport à la prochaine session de la Commission.
- Recommander au Conseil de Sécurité d'établir un Tribunal Pénal Ad Hoc pour la
Colombie, chargé de poursuivre et de juger les graves violations aux droits de
l'homme, les crimes de guerre et les crimes contre l'humanité.
- Adopter ces actions au moyen d'une Résolution, vu le manque de coopération du
gouvernement colombien, mis en évidence par le non-respect réitéré des
recommandations internationales.
Bogotá, décembre 2000
From: Editor Equipo Nizkor mailto:nizkor@teleline.es
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