Título: Henry Kissinger aprobó la Represión en Argentina y la Invasión de Timor Fecha: 11/01/2002
De: Editor Equipo Nizkor
Para: Mario Rojas, Director de Tlahui
Henry Kissinger aprobó la represión ilegal contra opositores de la
última dictadura militar de Argentina (1976-1983) cuando era secretario
de Estado de Estados Unidos, según documentos de inteligencia
desclasificados.
En conversaciones con su par argentino, Kissinger dijo que Washington
respaldaba los esfuerzos de la junta militar para solucionar "el
problema terrorista", de acuerdo con los documentos, que fueron
estudiados por los periodistas Martín Edwin Andersen y John Dinges.
Así mismo, los esfuerzos del entonces embajador de Estados Unidos en
Buenos Aires por reducir la represión fueron frustrados por la renuencia
de Kissinger a respaldarlo.
Un informe preparado a solicitud de autoridades democráticas argentinas
responsabilizó a la dictadura de la desaparición de unas 9.000 personas,
pero las organizaciones de derechos humanos aumentan el total de
desaparecidos a 30.000.
"El mensaje de Washington a la dictadura de Argentina y de otros países
sudamericanos fue, en el mejor de los casos, ambiguo, y en el peor,
promotor de violaciones a los derechos humanos", afirmó Dinges, quien
escribió sobre la represión en Argentina y Chile para el diario The
Washington Post.
Los nuevos documentos fueron desclasificados en medio de una creciente
controversia sobre la política exterior de Estados Unidos dirigida por
Kissinger en los años 70.
Kissinger fue asesor de seguridad nacional del presidente Richard Nixon,
luego su secretario de Estado, y finalmente desempeñó ese mismo cargo en
la administración de Gerald Ford, tras la renuncia de Nixon en agosto de
1974 por el escándalo de Watergate.
El ex secretario de Estado, quien dejó su cargo cuando Jimmy Carter
asumió la presidencia en enero de 1977, es un influyente analista de
política exterior y consultor de numerosas empresas multinacionales con
inversiones en el extranjero.
El periodista Christopher Hitchens afirmó en un libro publicado el año
pasado que Kissinger debería ser juzgado por crímenes de guerra y contra
la humanidad por su papel en la formulación de las políticas de
Washington hacia Vietnam, Chile, Argentina, Chipre e Indonesia entre
1969 y 1977.
Documentos desclasificados en los últimos dos años agregaron argumentos
a las acusaciones contra Kissinger.
El pasado diciembre, por ejemplo, documentos obtenidos por el
independiente Archivo de Seguridad Nacional, de la Universidad George
Washington, confirmaron que Ford y Kissinger dieron luz verde al
dictador indonesio Alí Suharto para invadir Timor Oriental en diciembre
de 1975.
"Es importante que lo que sea que haga se imponga rápidamente", dijo
Kissinger a Suharto, según un memorando del Departamento de Estado sobre
la conversación, mantenida en Yakarta.
Fuerzas indonesias invadieron la antigua colonia portuguesa al día
siguiente y mataron a un tercio de la población de Timor Oriental en los
cinco años posteriores.
Kissinger fue llamado a declarar en varios juicios presentados por
víctimas o familiares de víctimas de la tortura, las desapariciones y
los asesinatos a manos de regímenes militares de América Latina,
incluida Argentina, a mediados de los años 70.
Las dictaduras de Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Paraguay y Uruguay
estuvieron vinculadas entre sí por la Operación Cóndor, una red de
inteligencia para alcanzar a los enemigos de los gobiernos militares en
cualquier punto de la región e incluso en el exterior.
El año pasado, Kissinger salió de París repentinamente, en un aparente
intento por evitar la citación de un juez de esa ciudad que investigaba
la desaparición de cinco ciudadanos franceses en Chile luego del golpe
de Estado respaldado por Washington contra el presidente socialista
Salvador Allende, en 1973.
Los nuevos documentos, que son materia de un artículo de Andersen y
Dinges publicado en la última edición de la revista semanal Insight (una
publicación de la Iglesia de la Unificación, dirigida por el reverendo
Sun Myung Moon), se refieren a hechos ocurridos entre junio y octubre de
1976.
Los documentos abarcan la controversia entre Washington y el entonces
embajador en Buenos Aires, el difunto Robert Hill, respecto del mensaje
a transmitir a la junta militar argentina, específicamente a su primer
canciller, el almirante César Guzetti.
Kissinger se reunió por primera vez con Guzetti en junio de 1976, luego
de una conferencia ministerial de la Organización de Estados Americanos
(OEA) en Santiago de Chile.
En ese entonces, la represión en Argentina estaba en su punto máximo,
con unas 800 desapariciones por mes.
Cuando Guzetti planteó el tema de la represión, Kissinger se limitó a
preguntar cuánto tiempo más duraría, y la aprobó tácitamente cuando el
canciller le dijo que terminaría a fines de ese año, según un cable de
un asesor de Carter sobre derechos humanos referente a una conversación
con Hill.
En los meses siguientes, Hill aseguró a Guzetti que Washington no
toleraría más atrocidades de la junta. En la víspera de un viaje de dos
semanas del canciller argentino a Washington, a fines de septiembre, el
embajador envió un cable a sus superiores al respecto.
"Asesinar sacerdotes y dejar 47 cadáveres en la calle en un solo día no
puede interpretarse como un esfuerzo por derrotar al terrorismo
rápidamente. Por el contrario, tales actos pueden ser
contraproducentes", advirtió Hill.
Pero el gobierno estadounidense no respaldó esa advertencia durante la
visita de Guzetti a Washington, donde se reunió en forma separada con
Kissinger, con el entonces vicepresidente Nelson Rockefeller y con el
principal asesor de Kissinger sobre América Latina, Harry Shlaudeman,
según un cable posterior de Hill.
Guzetti partió hacia Washington "preparado para advertencias directas y
firmes sobre las prácticas de derechos humanos de su gobierno, pero en
cambio volvió radiante, convencido de que no había problemas con Estados
Unidos sobre ese tema".
El entonces canciller argentino afirmó que Kissinger le expresó su
voluntad de "ayudar a Argentina", y que si "el problema terrorista
terminaba para diciembre o enero, se evitarían graves problemas con
Estados Unidos", informó Hill, en lo que Shlaudeman luego llamó una
"dura crítica" al papel de Kissinger.
Shlaudeman replicó que Guzetti pudo haber malinterpretado su mensaje en
la reunión que tuvo con él debido a su "escasa comprensión del inglés" o
a su deseo de "oir sólo lo que quería oir", pero no ofreció ninguna
excusa sobre el resultado de las reuniones con Kissinger y Rockefeller.
"En estas circunstancias", escribió a Hill, "concuerdo en que los
argentinos deberán tomar sus propias decisiones y que no servirán de
nada nuevos mensajes o exhortaciones de nuestra parte".
El mensaje de Kissinger a Guzetti fue similar al transmitido al dictador
chileno Augusto Pinochet en la reunión de la OEA en junio de 1976.
Kissinger le expresó reiteradamente al general Pinochet el respaldo de
Washington a su junta y al "derrocamiento del gobierno de tendencia
comunista", según un memorando de la reunión obtenido y publicado hace
18 meses por el Archivo de Seguridad Nacional.
Así mismo, le dijo que las preocupaciones de Washington sobre los
derechos humanos en Chile se limitaban a algunos sectores del Congreso y
no eran compartidas por la administración de Ford.
Cuando Pinochet se quejó de los esfuerzos del ministro de Defensa
exiliado de Allende, Orlando Letelier, por persuadir al Congreso
estadounidense de retirar su respaldo a la junta, Kissinger advirtió la
existencia de "una campaña mundial de propaganda comunista".
Letelier fue asesinado junto a una colaboradora suya en el centro de
Washington, el 21 de septiembre de 1976, tres meses después de la
conversación de Kissinger con Pinochet y pocos días antes de la visita
de Guzetti a Washington.
Fuente: Jin Lobe, IPS, Washinstong, Terraviva
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