Tlahui-Politic. No. 7, I/1999
Defensores de ddhh en peligro de extinción, el paramilitarismo se consolida.
Información enviada al Director de Tlahui. Colombia, a 14 de Marzo, 1999.
Col - El paramilitarismo se consolida como estrategia estatal de control político y social.
La historia de nuestro país se ha caracterizado por el desconocimiento
de
los derechos fundamentales del grueso de la población y por el ejercicio
de
todas las formas de violencia y barbarie contra quienes nos atrevemos a
reclamar su cumplimiento. Como respuesta a los reclamos de respeto por
la
vida, la libertad, el trabajo, la alimentación, la vivienda, la
educación,
la salud y otros derechos, millones de personas hemos recibido el
asesinato, la desaparición, la detención, la amenaza, la tortura, el
desplazamiento
forzado o el exilio, así como la criminalización y exterminio
sistemático
de formas organizativas de la población como sindicatos, juntas
comunales,
movimientos cívicos, comités estudiantiles, organismos de derechos
humanos
y asociaciones campesinas.
Pese a que todo nuestro trabajo se reduce a reclamar el cumplimiento de
las
normas de la Constitución Colombiana y a que siempre actuamos dentro de
los
marcos estrictamente legales, reclamando en todo momento la vigencia de
los
fundamentos de una verdadera democracia, la clase gobernante nos ha
catalogado como enemigos internos y como una peligrosa amenaza para las
instituciones, ejecutando en contra nuestra actos criminales que incluso
son anteriores a la existencia de la guerrilla, tal como ocurrió a
principios
de este siglo en la zona bananera del Magdalena.
Gracias a las políticas que los Estados Unidos de Norte América han
trazado
para países como el nuestro, las cuales incluyen la formación de
militares
colombianos en la ya conocida Escuela de las Américas, el conflicto
social
que históricamente padece nuestro país ha intentado resolverse por la
vía
criminal de la "Doctrina de la Seguridad Nacional", la cual considera
objetivo militar a cualquier inconforme u opositor del sistema económico
y
político y valida cualquier forma de exterminio de la protesta social,
bien
sea mediante su criminalización o represión directa.
Para combatir al "enemigo interno" el Estado ha recurrido a convertir en
delito casi todas las manifestaciones propias del descontento social, se
ha
valido de testigos secretos o comprados para llevar a la cárcel a
quienes
reclamamos mejores condiciones de vida, ha creado escuadrones de la
muerte
y grupos de "limpieza social", ha autorizado y apoyado grupos
paramilitares,
ha bombardeado y ametrallado comunidades y ha garantizado la impunidad
absoluta de todos los funcionarios públicos comprometidos con todas las
formas criminales, incluso ascendiéndolos y condecorándolos.
Los resultados de tan criminal estrategia de control no podrían ser más
adversos al sistema de gobierno y hoy la democracia se encuentra aún más
gravemente lesionada, evidenciándose que a medida que las formas
organizativas legales y civilistas se encuentran prácticamente
exterminadas, las expresiones violentas se multiplican por miles y se
dispersan por toda
la geografía nacional.
También se ha constituido en resultado negativo de esta estrategia de
control la evidencia innegable ante la comunidad nacional e
internacional
de la participación directa de agentes del Estado en todas las formas
criminales contra sectores populares, para lo cual las autoridades se
han
dado a la tarea de limpiar la imagen de sus instituciones mediante
campañas publicitarias y encubrimiento de responsabilidades, pero ante
todo con la
promoción del paramilitarismo que permite descargar en terceros,
mediante
acciones encubiertas, la responsabilidad de los actos ejecutados
conforme a
la política de guerra sucia.
Para nosotros es claro que el paramilitarismo no es un tercer actor en
el
conflicto sino tan solo un aparato de guerra y de terrorismo de
Estado, una extensión de las Fuerzas Armadas concebida en la lógica de
eliminar cualquier expresión de inconformidad con el sistema y de paso
limpiar su deteriorada imagen; su accionar no ha estado dirigido a
enfrentar militarmente a la guerrilla sino a reprimir salvajemente a los
sectores
sociales inconformes con las políticas oficiales y a garantizar la
expropiación de tierras dedicadas a grandes proyectos de desarrollo o
poseedoras de enormes riquezas naturales.
El ejercicio de criminales actos contra defensores de derechos humanos y
otras formas de organización social no constituye pues ninguna novedad y
de
ello responsabilizamos directamente a las instituciones y autoridades
del
Estado, quienes con su acción u omisión han ideado y alimentado esta
criminal práctica de control social; a ellos los responsabilizamos no
solo
de los últimos hechos, donde resultaron secuestrados cuatro miembros del
IPC y asesinados JULIO ERNESTO GONZÁLEZ y JESÚS EVERARDO PUERTA,
coordinadores de las seccionales de Medellín y Cali de la Fundación
COMITÉ DE SOLIDARIDAD CON LOS PRESOS POLÍTICOS, sino además de esta
larga historia de crímenes contra las organizaciones sociales y los
responsabilizamos también de
nuestra integridad.
Rechazamos abiertamente la campaña de desinformación que pretende
mostrar a
la delincuencia común como la responsable del asesinato de los
compañeros
del C.S.P.P. y una vez más rescatamos su esencia de personas
comprometidas
con la lucha por la justicia social y la dignidad humana y exigimos de
las
respectivas autoridades no permitir el desvío de la investigación y
sanciónar a los responsables de este nuevo crimen contra las
organizaciones
sociales, así como seguimos esperando que se sancióne a los autores
materiales e intelectuales de los asesinatos de JESÚS María VALLE,
EDUARDO
UMAÑA y JORGE ORTEGA.
Como organizaciones sociales y de derechos humanos nos reconocemos parte
en
este conflicto, manteniendo eso sí nuestra absoluta independencia frente
a
cualquier sector armado. Somos sujetos pensantes y actuantes, tenemos
posiciones y propuestas que no nos permiten estar al margen de la aguda
problemática social que padece esta querida patria. Luchamos por la
vigencia de la Constitución Política, por el cumplimiento efectivo de
esos derechos
que están allí consagrados y los exigimos de las autoridades por ser las
únicas que material, jurídica y económicamente pueden garantizarlos.
Luchamos por nuestros derechos y denunciamos su violación de una manera
civil y legal y eso nos ha costado mucha represión y persecución , ahora
quieren convertirnos también en trofeo de guerra, en prisioneros de
guerra,
a quienes hemos tenido la opción de no acudir a las armas para reclamar
respeto por nuestra dignidad humana; ahora quieren forzarnos a reconocer
como política y legítima la práctica criminal de exterminio a que se nos
ha
sometido históricamente, quieren obligarnos a limpiar la imagen del
Estado
y la de sus aparatos encubiertos, renunciando a nuestra labor o
institucionalizando nuestro pensamiento.
Esta larga cadena de hechos criminales en contra de defensores de
derechos
humanos y miembros de las demás organizaciones sociales, en cuya
historia
se cuenta con asesinatos, desapariciones, detenciones arbitrarias,
torturas,
criminalización y exilio forzoso, nos lleva a manifestar que el gobierno
colombiano, contrario a brindar garantías para el desarrollo de nuestra
actividad social, ha desplegado toda una campaña para su criminalización
y
ha impulsado la constitución de criminales grupos paramilitares que
cuentan
con apoyo de sus funcionarios, para quienes se garantiza la impunidad de
sus actos.
Hoy reclamamos nuevamente del Estado poner fin a la guerra sucia
mediante
el desmonte de los grupos paramilitares y la sanción disciplinaria y
penal de
todos los funcionarios públicos y los particulares comprometidos con
esta
práctica ; hoy reclamamos poner fin a la criminalización de la protesta
social y devolver la libertad a los sindicalistas y defensores de
derechos
humanos llevados a prisión ; el esclarecimiento y sanción de los
responsables en el asesinato de los defensores de derechos humanos del
C.S.P.P., así como la reparación moral y material para las familias,
organizaciones y comunidades afectadas ; hoy algunas organizaciones,
como el COMITÉ DE SOLIDARIDAD CON LOS PRESOS POLÍTICOS,
se ven forzadas a cerrar sus oficinas para defender su propio derecho a
la vida y por eso
acudimos ante la comunidad nacional e internacional para buscar en ella
el
respaldo que no hallamos en nuestras propias autoridades y sólo cuando
acordemos las medidas de acompañamiento y de protección que
solidariamente
han ofrecido organizaciones, instituciones y gobiernos de otros países
se
normalizará nuestro trabajo y se reabrirán las sedes cerradas, porque no
estamos renunciando a nuestra lucha por la construcción de la democracia
y
la vigencia de la dignidad humana.
Suscriben,
Cut -Subdirectiva Antioquia; Colectivo de ddhh Semillas de Libertad;
CODEHSEL;
Asociación de Institutores de Antioquia ADIDA; Unión Nacional de
Empleados Bancarios;
Asoc Campesina de Antioquia; SINTRAEMDES; Sindicato de Trabajadores del
Sena (SINDESENA); Sindicato de Trabajadores de la Industria del Tabaco
(Sintraintabaco);
Corporación Jurídica Libertad; SUTIMAC Medellín; Sindicato de
Trabajadores Quintex;
Partido Comunista Colombiano; Sintraincapla (Medellín e Itagui);
Sindicato de Trabajadores
de Cerámicas Continental; Sintrquin Itagui; Colectivo Sindical Guillermo
Marin; Sintratextil;
Directiva Nacional Itagui y Rionegro; Sintraleonisa; Asoideace;
Colectivo de Estudiantes de
la Universidad de Antioquia; Sintraeverfit; Sintrahospital General de
Medellín; Colectivo de
Estudiantes del Liceo Marco Fidel Suárez; Sintraholasa; Sintrainduleche;
Sintraprecomprimidos;
Organización Política Comuneros; Sintrame Medellín Itagui;
Sintrapintuco; Sinuvicol; Sindicons;
Sinthol Medellín Rionegro; Presentes por el Socialismo; Sintraclinica
Medellín; Anthoc Antioquia;
Sintralayder; Sembrar; Comisión Intercongregacional de Justicia y Paz;
Fundación Comité de Solidaridad con los Presos Políticos; Asfaddes
Medellín; Comunidades Eclesiales de Base; Comité de ddhh del Noroeste
Antioqueño; Comité de ddhh del Oriente Antioqueño; Comisión de Justicia
y Paz.
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