Tlahui-Politic. No. 7, I/1999
Luz y sombra en la escena nacional
Información enviada al Director de Tlahui. México a de , 1999. Chiapas: Análisis.
SIPAZ Informe Año 4 - Nº 1,
22 de enero de 1999.
Análisis: Luz y sombra en la escena nacional,
http://www.nonviolence.org/sipaz/vol4no1/anals.htm
A lo largo de todo el país se analiza y se vaticina que 1999 será un
año de escenarios mucho más difíciles y adversos para el desarrollo
económico y el ambiente político, incluyendo los posibles avances
hacia la paz en Chiapas, de lo que fue 1988. Muchas son las
señales que avalarían los colores grises y hasta negros de dichos
escenarios en el futuro, a corto y mediano plazo, en el territorio
nacional.
Es cierto que, al principio del año, el secretario de Gobernación,
Francisco Labastida Ochoa, expresó que: "en 1999 no habrá
problemas irresolubles." Empero, es poco probable que el
gobierno federal pueda dar este año soluciones reales a los graves
problemas pendientes como son, por ejemplo, la cada vez más
deteriorada economía domestica, la situación de 40 millones de
mexicanos viviendo en la pobreza, el problema del conflicto en
Chiapas, la reducción al gasto social, los problemas de la banca, el
narcotráfico, la inseguridad social y los grupos armados.
Este caudal creciente de asuntos por resolver augura una
conflictividad que ni el gobierno, ni los partidos políticos están
preparados a resolver, particularmente cuando las elecciones
presidenciales del 2000 constituyen un apremiante dique. La
incapacidad del gobierno actual para atender estos asuntos en los
últimos años ha generado cada vez mayor descontento entre los
ciudadanos.
Hasta en el Ejército se pueden oír voces disidentes, como la del
Comando Patriótico, rompiendo la tradición de que los asuntos
militares sólo se ventilaban en su interior. Las demandas de este
grupo van más allá de una democratización y una reestructuración
de fondo en la legislación de las fuerzas armadas. Todavía no se
sabe el verdadero respaldo de dicho grupo dentro del Ejército.
Resulta de sumo interés el rumbo que este hecho pueda tener en
relación al papel de las fuerzas armadas en la toma de decisiones
políticas en el país.
Cabe recordar que, en los últimos 5 años, el gobierno mexicano ha
invertido importantes sumas de dinero en la compra de moderno
equipo militar, así como en equipo especial para contrarrestar
disturbios multitudinarios. Asimismo ha incrementado
considerablemente la capacitación en guerra de contrainsurgencia y
psicológica a centenares de oficiales militares, por ejemplo, en la
fuertemente criticada 'Escuela de las Américas' en los Estados
Unidos. La constante movilización militar, no solamente en las
comunidades con influencia zapatista sino también en otros estados
como Guerrero y Oaxaca, constituyen otros signos adversos a
cielos más despejados para la distensión y la paz en México.
La respuesta del gobierno ante las críticas sobre su capacidad y
voluntad de resolver varios problemas antes señalados, parece
mantenerse al nivel del discurso y seguir sistemáticamente el mismo
patrón: minimizar y criminalizar. Esto es verdad tanto para el
movimiento zapatista ("el problema de Chiapas es de solo cuatro
municipios") como para los militares disidentes a quienes acusa de
ser delincuentes y de estar aislados.
En Chiapas, otro punto de preocupación tiene que ver con la
proliferación de 'grupos civiles armados', principalmente de
afiliación priísta. La discusión entablada últimamente para saber si
dichos grupos son o no 'paramilitares' -como los califican los
zapatistas y las organizaciones de derechos humanos - distrae la
atención de lo que debería ser el meollo del asunto: es decir, la falta
de una respuesta adecuada de parte de las autoridades para poner
fin a la existencia de dichos grupos, cualquiera sea su nombre. En
este sentido, no se ve claramente cómo la iniciativa de ley de
amnistía y desarme de los grupos armados, propuesta por el
gobierno de Chiapas, podría contribuir a esclarecer el
funcionamiento de dichos grupos y su responsabilidad en las
situaciones de violencia que se han dado en el estado en los últimos
años. Por el contrario, la amnistía podría garantizar su impunidad y
anonimato.
En este oscuro panorama, la consulta nacional convocada por los
zapatistas para marzo podría ser una herramienta que ayude a
destrabar el complejo estado de las negociaciones de paz. Dicha
consulta no sólo pretende ser una invitación a la sociedad mexicana
para que se pronuncie sobre el asunto de la incorporación de la ley
indígena a la Constitución, sino que apunta a generar una gran
movilización de la sociedad civil. Los zapatistas apuestan a que
dicha movilización pueda llegar a incidir en la reanudación de los
diálogos de paz, pasando por el cumplimiento de los Acuerdos de
San Andrés, la conformación de una instancia mediadora
reconocida por las partes y el cumplimiento de las otras
condiciones que el EZLN ha puesto para reanudar la negociación.
Mientras tanto, los discursos de las partes en el conflicto se han ido
polarizando cada vez más, y cada una usa simultáneamente la
misma información para responsabilizar a su adversario. Por
ejemplo, se acusan mutuamente del estancamiento del diálogo, de
no tener voluntad verdadera para la negociación política, y de la
masacre de Acteal.
A propósito de esos hechos, y a un año de ocurridos, pocos
avances se observan sobre el caso, tanto a nivel jurídico como en
cuanto a las condiciones para el retorno de los miles de
desplazados, así como también en la desarticulación de los grupos
civiles armados. En el 'Libro Blanco sobre Acteal' de la PGR poco
se avanzó, ya que sus conclusiones son muy parecidas a las que
esa dependencia tenía un año atrás. La credibilidad del informe de
la PGR está socavada por su falta de reconocimiento de la
implicación de elementos de las fuerzas de seguridad en apoyar a
los grupos paramilitares, como fue el caso en Acteal, y por el
hecho de que dichos grupos siguen operando con cierta impunidad.
En los últimos meses el gobierno federal ha presionado para un
diálogo directo, a lo que el EZLN se ha negado rotundamente
mientras no se cumplan las condiciones planteadas desde hace más
de dos años. Al mismo tiempo, se ha mostrado abierto a la
posibilidad de una mediación únicamente si es nacional. Mientras
tanto, varios sectores de la sociedad mexicana, respondiendo al
llamado de los zapatistas, y también por iniciativa propia están
empujando un fortalecimiento de la sociedad civil para que de ahí
se conforme un grupo de mexicanos/as que responda a esa urgente
tarea.
Afortunadamente, también existe una fuerte preocupación de parte
de la comunidad internacional para que se de una solución justa y
duradera en Chiapas, lo cual seguirá siendo fundamental para hacer
llegar un mensaje constructivo a un gobierno altamente preocupado
por su imagen internacional. Eso se vio claramente, a principios de
enero, durante la reunión anual entre los embajadores mexicanos y
el gobierno federal, en la que se pidió a los embajadores explicar
en los países los esfuerzos que las autoridades están realizando
para lograr la paz en Chiapas.
From: Ricardo Carvajal. Coordinador de SIPAZ Chiapas sipaz@igc.org
Más información - Further information - Plus d'information
|